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La Palma tras el volcán: entre el desarrollismo y la conservación del territorio

Una excavadora, en el terreno donde se van a construir decenas de viviendas para los afectados del volcán de La Palma

Toni Ferrera

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La erupción volcánica en Cumbre Vieja ya parece estar dando sus últimos coletazos después de alrededor de tres meses iluminando las noches del Valle de Aridane. Ahora que el final se ve cada vez más cerca, las discusiones sobre cómo será el futuro de La Palma (en especial de la comarca afectada, la más rica y poblada de todo el territorio isleño) empiezan a escucharse en cada rincón. El cambio será drástico. Es como si la isla estuviera a punto de ser reseteada tras tantos años de dominio del sector agrícola. Y en ese nuevo comienzo, el turismo, caballo de batalla en el resto del Archipiélago, especialmente en la provincia oriental, puede jugar un papel fundamental. Algunos lo quieren como elemento vertebrador. Otros, no tanto. Sea como fuere, ya está habiendo movimientos entre bambalinas con la ventana del volcán de fondo para iniciar esta reconversión. 

La Palma es Reserva Mundial de la Bioesfera desde principios de siglo. De puertas para fuera se vende como la isla bonita de Canarias, la isla verde, la isla con más espacios naturales protegidos. Pero de puertas para adentro existe una disputa notable sobre si eso es lo único que hay que exportar (además del plátano). Porque desde hace varias décadas hay un sector importante de la población, especialmente inversores, empresarios y políticos locales, que considera a la actividad turística como una industria que podría impulsar la economía palmera, algo rezagada con respecto al resto de Canarias. Por eso el techo de plazas turísticas para 2020, según el Plan Territorial Especial de ordenación de la actividad turística (PTETLPA) aprobado en 2005, era de 25.500 camas. En estos momentos, en cambio, no hay más de 15.000. 

También se preveía la construcción de cinco campos de golf. Uno de ellos se levantaría en la ladera occidental de la dorsal de Cumbre Vieja, no exactamente donde ha explotado el volcán, sino más abajo, llegando al sur de la isla. Es el proyecto conocido como Aridane Golf, que poco después de ser incluido en el PTETLPA, fue tumbado en los tribunales. La razón: se quería cimentar dentro del Paisaje Protegido de Tamanca, red Natura 2000 y el hábitat de una de las especies endémicas del Archipiélago en peligro de extinción, el saltamontes Acrostira euphorbiae

Otras sentencias judiciales en su contra terminaron por anular el PTETLPA. Hay quienes creen que eso espantó a los pocos inversores externos que había, de ahí que en la comarca del Valle de Aridane, la más soleada de La Palma, no se haya erigido ni un hotel en los últimos 30 años. “En una isla caracterizada por una cultura emprendedora por debajo de la media regional. Pequeños agricultores y comerciantes isleños, con nula experiencia en el sector, se mostraron reacios e incapaces de acometer las inversiones diseñadas”, señala Carlos Santiago Martín Fernández, profesor de Geografía e Historia de la Universidad de La Laguna, en el estudio El desarrollo turístico en las islas verdes de Canarias: el caso de la isla de La Palma (2000-2019).

Sin embargo, estalló un volcán. Y lo que antes parecía inviable, ahora ha vuelto a la casilla de salida. Y lo que quería ser el Aridane Golf, ahora pretende erigirse como la urbanización que acoja a los vecinos de Todoque, uno de los pueblos más afectados por las coladas de lava. Es el proyecto Cumbre Nueva. Y la localización sería la misma, sobre el Paisaje Natural de Tamanca. “Estamos seguros de que esto se adapta en la mayor parte de lo posible a las necesidades y calidad de vida que tenían la mayoría de los afectados antes de la erupción, ya que no hemos dejado atrás el sustento económico”, dijo el propulsor de la iniciativa, el arquitecto Sergio González-Jaraba.

“Mientras no haya especulación, me parece bien, ¿por qué no?”, cuestiona el ex concejal de Urbanismo de Los Llanos de Aridane, Antonio Rocha. “Si esa gente necesita vivir, ¿por qué es más importante un bichito que vive allí que tres mil palmeros? ¿O aquí protegemos a todos los seres vivos menos al humano?”. Luis Manuel, vecino de Fuencaliente, opina igual. “¿Que ahí hay un saltamontes? Saltamontes hay por todos lados. Mira todo lo que ha ocupado el volcán. Gran parte de eso será espacio protegido. Vas a tener mucho más que antes. Entonces, ¿la naturaleza sí me puede echar a mí, pero yo no la puedo desplazar a ella para que me permita vivir?”.

Pero esta postura no es la única compartida ni mucho menos. Es la voz de una de las partes del debate desarrollistas contra conservadores del territorio que ha empezado a acentuarse en La Palma, sobre todo por la lluvia de dinero que caerá en la isla en los próximos años para su reconstrucción. Felipe Ramos, concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Los Llanos, se hace una pregunta. “¿Hasta qué punto nos planteamos el establecimiento en su momento de un campo de golf en un espacio protegido? ¿O de una serie de equipamientos turísticos que luego no casan con el modelo que se vende de forma periódica? Eso [Cumbre Nueva] es tan disparatado como imposible”. 

El Cabildo de La Palma, gobernado por Mariano Zapata (Partido Popular), se está moviendo para acelerar la instalación de infraestructuras no explícitamente turísticas, pero sí en emplazamientos estratégicos que podrían ver crecer a su alrededor cientos de habitaciones de hotel, como la carretera que una El Remo con Fuencaliente, necesaria para un complejo hotelero de cuatro estrellas en Las Hoyas, Tazacorte. O el muelle de hormigón que se quiere hacer en Charco Verde, Reserva Marina de La Palma, justo al lado de Puerto Naos, donde la intención es edificar cinco plantas turísticas con 2.604 camas.

Estos proyectos no son nuevos. Llevan años gestándose en La Palma por ese ansiado impulso turístico. Pedro Higinio, economista, teme que el volcán sirva como “excusa” para aprobarlos. “Siempre han sido ideas, desde los 60 o 70. Se trata de un suelo apetecible para el turismo [el Valle de Aridane], que ha estado en la diana de especuladores, pero hay un motivo principal por el que no ha salido adelante: es una de las zonas agrícolas más rentables de Canarias. Y también hay otra cuestión: la torpeza de las administraciones locales, que no han sido capaces de sacar nada adelante”. 

“Mi miedo es que las prisas por la restauración [recientemente, el Parlamento de Canarias ha aprobado una comisión para la reconstrucción de La Palma]”, continúa Higinio, “resucite alguno de estos proyectos, ya que el objetivo desde hace muchos años es orientar el litoral del Valle de Aridane hacia el turismo. Detrás hay intereses urbanísticos, movimientos especulativos… Se quiere convertir el modelo turístico en el dominante. Y el Valle es el meollo”. Antonio Rocha, por otro lado, cree que la isla “necesita hoteles y campos de golf porque son necesarios para el desarrollo en los próximos 50 años”. 

Todo ha llegado, a su vez, con declaraciones de las principales figuras políticas de Canarias que algunos consideran un tanto osadas. Como la del consejero de Transición Ecológica del Gobierno regional, José Antonio Valbuena, afirmando que “no habrá límites legales para la reconstrucción en La Palma”. O la del presidente del Ejecutivo autonómico, Ángel Víctor Torres, asegurando que “el suelo invadido por la lava no será protegido”. O el anuncio que se hizo prácticamente 24 horas después de la erupción de un decreto ley de recalificación de suelo que ayude a los afectados a levantar sus casas en suelo rústico.

En Los Llanos de Aridane, el municipio más dañado por las coladas, el porcentaje de este tipo de suelo es superior al 85%. Esa norma, por ahora, no se ha aprobado. Pero, según Goretty, que ha perdido su casa en Todoque, ya se ha empezado a especular. “Te enteras de que fulanito ha comprado un terreno en una montaña. Y tú dices: ¿cómo?”, se pregunta ella un tanto sorprendida. “Y al día siguiente, sale la noticia en prensa: el Ayuntamiento va a recalificar terreno rústico para que solo las personas afectadas puedan construir”. 

David Ramos, geógrafo humanista y natural del Valle, aboga por repensar cada una de las medidas que se pretenden desarrollar en La Palma. Y que hay que tener prisas, pero “la ventana de oportunidad” es tan grande que no es recomendable meter la pata. “Tenemos que reconfigurar el modelo poblacional. Para ello tienen que participar los ciudadanos en el debate. Contar con los expertos, sí, pero también con quienes van a vivir en las casas. Escuchar lo que ellos dicen. Debe haber un consenso ideal”. Por ahora, no ayuda que después de la erupción, que ha dejado más de 7.000 evacuados en la isla, se hayan configurado varias asociaciones de afectados con intereses diferentes

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