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“El cáncer reduce los ingresos y aumenta los gastos y puede llevar a muchas familias a la exclusión social”

Kilian Sánchez (segundo por la derecha) y Zuleima Padrón (centro) en el acto celebrado en el Museo Benahoarita.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

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El cáncer provoca “una reducción de ingresos y un aumento de gasto, y esta situación puede llevar a muchas familias de pacientes oncológicos a la exclusión social o a estar en riesgo de exclusión”. Kilian Sánchez, trabajador social de la AECC en La Palma, y Zuleima Padrón, psicóloga también de la AECC, abordaron en una ponencia el impacto psicosocial de esta enfermedad en el marco del Día Mundial contra el Cáncer que se celebró este lunes en el Museo Arqueológico Benahoarita de Los Llanos de Aridane con la asistencia de unas 150 personas.

Kilian Sánchez analizó el impacto social del cáncer y dijo que “en España contamos con multitud de estudios e investigaciones que hablan de incidencias médicas de los pacientes oncológicos, pero muy pocos que se refieran al impacto que produce la enfermedad en el ámbito socioeconómico de los pacientes y sus familiares. Por ello hemos querido dar visibilidad en estas ponencias al impacto psicosocial que produce la enfermedad oncológica en los pacientes y su entorno más cercano”.

“Los pacientes y sus familiares se enfrentan a un importante impacto social, laboral y económico en el momento del diagnóstico y durante las diferentes fases de la enfermedad”, resaltó. “Dentro del impacto social podemos diferenciar tres ámbitos: personal, con dificultades de comunicación, bloqueo para actuar y decidir, sensación de pérdida del proyecto vital y miedo a la reincorporación laboral cuando se haya superado la enfermedad; físico, en el que podemos destacar la pérdida para la realización de las actividades básicas de la vida diaria, cambios de imagen y el miedo al rechazo o al estigma social, y familiar, donde aparece el sentimiento de incapacidad para el cuidado, el cambio en los roles y en la dinamización familiar, el aislamiento social para evitar influencias o consejos negativos y el estrés, cansancio o sobrecarga emocional”, expuso.

“En el impacto laboral podemos observar cómo los pacientes oncológicos sufren una pérdida de ingresos, la imposibilidad de desarrollar determinados trabajos, incapacidades que llevan a pensiones mínimas, cambios en las capacidades laborales que conllevan en muchas ocasiones a reducir las posibilidades de reincorporación al mundo laboral. A esto se le suma el impacto económico, donde la búsqueda de tratamientos alternativos, alimentación equilibrada, traslados para recibir tratamientos y la medicación, suponen un importante agravamiento de la situación económica de los pacientes y sus unidades de convivencia. Hablamos de un aumento de gasto que en un diagnóstico de mama se estima en torno a los 150 euros mensuales y de unos 300 euros en un diagnóstico tipo gástrico. Hay una reducción de ingresos y un aumento de gasto, situación que puede llevar a muchas familias de pacientes oncológicos a situaciones de exclusión social o riesgo de exclusión social”, afirma.

“En esta situación de vulnerabilidad tenemos que destacar la existencia de colectivos desfavorecidos, donde la situación puede llegar a ser alarmante. Hablamos de los desempleados, las personas autónomas y las personas con rentas inferiores al Salario Mínimo Interprofesional (SMI)”, recalca. “En el caso de los desempleados, podemos observar, para poner un ejemplo con datos cuantitativos, cómo en el año 2017 se produjeron 10.213 casos de pacientes oncológicos en situación de desempleo, de los cuales 5.704 pacientes no percibían prestación por desempleo. Las personas con trabajos autónomos en un proceso oncológico perciben 670 euros por una baja laboral, pero deben abonar su cuota mensual a la Seguridad Social que es de 275 euros, quedándose tan sólo con 395 euros para hacer frente a los gastos del negocio, de la enfermedad y del resto de sus gastos. También las personas trabajadoras con ingresos inferiores al SMI, establecido en el 2019 en 900 euros, ven afectada su capacidad de hacer frente a los gastos derivados de la enfermedad y los propios del día a día. A esta situación de una renta mínima, se le suma el hecho de que por estar de baja médica su sueldo se ve reducido hasta en un 25%”, destaca. “Son datos alarmantes, pero es necesario conocerlos para evaluar el impacto social que sufren los pacientes oncológicos”, indicó Sánchez, quien puso de relieve “la importancia de la figura del trabajador/a social en la intervención para reducir estas secuelas socioeconómicas: gestión de incapacidad temporal o permanente, valoración del grado de discapacidad que aporta beneficios fiscales y sociales e incluso derechos de prestación no contributiva, coordinación y gestión de rentas de inserción, ayudas de emergencia y demás prestaciones sociales que puedan favorecer una mejora parcial o total en la situación agravada a consecuencia de su proceso oncológico”.

Por su parte, Zuleima Padrón abordó en su ponencia “el impacto emocional del cáncer en personas diagnosticadas y sus familiares y la importancia de que puedan tener apoyo emocional profesional durante todo el proceso de su enfermedad, desde la fase prediagnóstica, donde hay evidencia de enfermedad, pero aún no existe una confirmación de diagnóstico, hasta la fase de supervivencia o, en el caso de que no vaya bien, fase de recaída, fase paliativa y/o fase terminal”. “Más del 50% de personas afectadas por cáncer presentan a lo largo del proceso trastornos emocionales, y menos de la mitad son derivadas al servicio de atención psicológica, a pesar de ser un elemento clave para una óptima calidad de vida de quien la padece. De ahí que la AECC actúe en esta línea y ponga a disposición, de manera totalmente gratuita, este servicio a los afectados de cáncer y familiares”, subraya.

La psicóloga de la AECC explicó en detalle “el proceso emocional que pueden vivir los pacientes y qué problemas y preocupaciones le pueden ir surgiendo, a la vez de cómo, desde el ámbito de la psicología, podemos solventarlo”. Hizo mención asimismo “al impacto de la enfermedad en los familiares; antiguamente la familia se veía como algo más estático, sólo se tenía en cuenta como cuidador; en la actualidad, el papel de la familia es más dinámico y trabajamos con ellos como pacientes de segundo orden, donde además de ser cuidador, es el apoyo emocional estable del paciente y vehículo de sus demandas; tiene que gestionar sus propias emociones, miedos y preocupaciones, por lo que también tienen la necesidad de que alguien se interese en cómo está ese familiar”, resalta.

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