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Martina: la modista artesana de las prendas que se heredan

Martina junto a un vestido con diseño de su hija Carmen. Foto: LUZ RODRÍGUEZ

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

Es una mujer romántica, creativa, luchadora, honesta y sencilla, con una particular filosofía de vida, que se entrega con la misma pasión a su trabajo de modista artesana como al cuidado de sus dos hijos pequeños. Martina González Franco, una gallega de Santiago de Compostela afincada en La Palma desde hace ocho años, es el alma mater del ‘Obradoiro’, un taller de costura artesanal, ubicado en El Socorro, en Breña Baja, en el que confecciona con sus habilidosas manos elegantes y singulares prendas de lino, únicas, que fusionan tradición y modernidad con la incorporación del bordado palmero y que se comercializan a través de su página de facebook (www.facebook.com/OObradoirodeMartina). “El Obradoiro nació ante mi incapacidad para incorporarme a un puesto de trabajo que me exigía ruptura familiar; nació la niña y para mí fue un cambio radical; te das cuenta de las dificultades que tiene la mujer cuando es madre, porque quiere criar a los niños, darles el pecho y la vida laboral no te deja”, ha asegurado a LA PALMA AHORA en su taller mientras amamanta a su retoño Jorge, de dos años.

Martina es licenciada en Bellas Artes y recuerda que “me pagué la carrera haciendo imitaciones de casacas militares francesas”. Sus abuelas tenían una sastrería y de ellas heredó su pasión por la artesanía y la moda. En el ‘Obradoiro’ confecciona ropa para niños, mujer –incluido el traje de novia- y hombre. “Aquí se hace todo el proceso: nace la idea, se diseña en el papel, se buscan los bordados -o el dibujo que se va a pintar o a estampar-, se borda, se confecciona y se prepara para entregar al cliente”, explica.

Todas las telas del interior de las prendas son “100% algodón, y los hilos también, porque la mayoría de trabajos que realizo son para niños y así evitamos alergias; el traje tiene que transpirar, ser lo más natural posible”, subraya. “Las telas exteriores son de lino y vienen de Cataluña, porque aquí no hay textil, por lo que se puede asegurar que el producto del Obradoiro es 100% español”, añade. Los vestidos de Martina “se heredan, no caducan, tienen un corte elegante, con líneas sencillas; es la fusión perfecta entre la modistería actual y la herencia del bordado en su máxima disciplina; es imposible que pasen de moda”, sostiene. “Fusiono la modistería y sastrería de mis abuelas con la tradición palmera, sería imposible separarlas”, recalca.

Sello de la Reserva Mundial de la Biosfera

Desde hace apenas un par de semanas, Martina comercializa sus prendas bajo el sello de la Reserva Mundial de la Biosfera de La Palma, convirtiéndose así en la primera artesana del gremio en hacer uso de este logotipo. “Es el único taller de modistería que fomenta la artesanía, todos sus valores y el buen quehacer; somos pioneras, porque no ha habido ninguna modista ni bordadora que haya fusionado el trabajo como lo hemos hecho nosotras; este producto jamás se había confeccionado hasta que el Obradoiro abrió”, afirma. Hacer uso de la marca de la Reserva de la Biosfera es para Martina “una garantía porque significa que hay una institución que avala que todo el trabajo que se realiza en el Obradoiro es 100% artesanal, que estamos fomentando la artesanía, desde los bordados, y dando actualidad a la modistería tradicional”.

Candidata a los Premios Nacionales de Artesanía

Martina también es la primera artesana de la Isla que es seleccionada en 21 años para concurrir a los Premios Nacionales de Artesanía. Su candidatura contó con el respaldo de la Reserva de la Biosfera, la empresa pública Sodepal, el Cabildo y la Cámara de Comercio. En la carta de apoyo a su candidatura, los responsables de la Reserva aseguran que “ha sido una grata sorpresa encontrarnos con el Obradoiro de Martina, por la originalidad de su trabajo, por haber sido capaz de combinar su oficio de modista con el de bordadora y revalorizar los tradicionales bordados característicos de La Palma, con un uso moderno y atractivo para el consumidor, configurando vestidos para ocasiones especiales, únicos y vinculados con nuestra Isla; por ser capaz de transmitir a sus alumnas sus conocimientos, técnicas e innovadoras ideas que combinan el pasado y el presente de las mujeres de nuestra Isla”.

Desde Sodepal, se apoyó la labor de Martina argumentado “su buen quehacer especialmente en cuanto al trabajo de recuperación y mantenimiento del tradicional oficio del bordado en sus variantes conocidas como ‘rechi’ y ‘punto perdido’ empleadas con muy buen gusto en la colección ‘Raíces Atlánticas’ y que han dado como resultado un conjunto de prendas de enorme calidad y belleza. También destaca la labor formativa que desempeña este taller, que trata de inculcar a sus alumnas esa filosofía que mezcla tradición y modernidad en sus diseños”.

El cliente: un consumidor concienciado y exigente

Los clientes del Obradoiro, según los define Martina, son “personas de estilo romántico, que valoran las cosas de antaño; son compradores con consciencia y exigentes que leen el etiquetado, miran los acabados y revisan todo con lupa”. “Ellos no sólo compran el vestido sino también la filosofía que lleva esa prenda, porque cuando tú adquieres una pieza del Obradoiro estás también comprando mi forma de vida, mi quehacer artesanal”, recalca, y agrega: “Solo hacemos un vestido de cada diseño, son únicos, no hay dos iguales, es la mano de una persona, y empleamos para su confección muchas horas”.

En el Obradoiro Martina cuenta con la ayuda de una bordadora. “Es como si yo hiciera el lienzo y ella lo pintara; le dije que teníamos que tener un equilibrio para lograr que ella fuera feliz y yo también, porque tenemos que sacar un proyecto en conjunto, yo sola no lo puedo hacer todo, necesito de otras colaboraciones para que mi producto sea especial y único, y para ello mi compañera no puede sentirse ni estafada, ni infravalorada ni explotada, todo lo contrario, cuanto más a gusto esté, mejor será el producto, porque la felicidad se ve reflejada en el trabajo”.

Un taller que integra a los niños

El Obradoiro de Martina imparte clases limitadas a cuatro alumnas por sesión. “Para mí la no ruptura familiar es superimportante, por eso tengo unas horas que son exclusivamente para madres; como yo no hago ruptura familiar, tampoco quiero exigírselo a otras madres; mis hijos entran y salen del taller , y el niño, cuando quiere, viene a pedir el pecho”. “Las mamás vienen con sus hijos y mientras ellas haces su propio proyecto, el niño está mirando o jugando, y, a veces quiere interactuar porque tiene curiosidad y le apetece coger la tijera”. “Los niños están conmigo en el taller porque yo toda mi vida recuerdo estar debajo de la máquina de coser y mi abuela dando pedales”.

Los dibujos infantiles también se han incorporado a los diseños del Obradoiro. La hija de Martina, Carmen, de cinco años, ya se ha estrenado como diseñadora. “Es la idea romántica de coger el primer dibujo de los niños cuando, por ejemplo, representan por primera vez a la familia, a la mascota, a su mamá, o pasa de hacer un garabato a contar una historia; hemos cogido ese punto para que no se pierda; hemos hecho que los niños sean partícipes de nuestros diseños estampado sus dibujos con serigrafía artesanal”, comenta.

Martina denomina a sus alumnas ‘las embajadoras’ del Obradoiro. “Aprenden con la misma calidad con la que yo trabajo, ellas son mi potencial y cuanto mejor es su labor, mejor es el del taller”.

Los vestidos del Obradorio “tienen memoria” porque en ellos está presente “el gran trabajo que han realizado las bordadoras” de La Palma. “Punto de cruz se hace en todo el mundo, pero los dibujos de aquí son exclusivos, porque los artesanos han sido tan celosos, tan celosos, que han guardando el secreto y ahora nosotros nos nutrimos de ellos, los utilizamos para la ropa de niños y niñas”. “Le hemos dado protagonismo al bordado, con más colores, con más pinceladas, para que se admire más ese trabajo que siempre ha estado escondido debajo de la falda de seda”.

Reivindica la profesión de modista artesana. “Con este trabajo se puede vivir, se puede ser una profesional de la modistería, del bordado, renegando al cliché que solo bordan y cosen las abuelas; esto es un trabajo actual, donde realizamos desde el punto cero, el patronaje , hasta la última puntada de la confección; y el cliente, al final, es el que le pone sentimiento a la prenda y el que le da el valor”.

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