Agustín Perera, propietario de una granja sepultada por el volcán: “No me vengas a buscar en seis meses para darme las ayudas, si no se conceden en un mes, no llegaremos nosotros”

Las cabras de la granja de Antonio Perera tuvieron que ser trasladadas tras la erupción. Foto: LUIS GONZÁLEZ MORERA.

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La erupción en Cabeza de Vaca no solo está destruyendo una de las zonas agrícolas más fértiles de Canarias, sino que, además, ha afectado enormemente a la ganadería. Las imágenes en las que se veía la evacuación de cabras por las fuerzas de seguridad del Estado es sólo la punta del iceberg en la historia de hasta cinco granjas destruidas por la lava, y otras tantas afectadas. Una vez superado el shock inicial aparecen nuevos problemas y nuevos gastos que ponen fecha límite a la supervivencia de pequeñas queserías familiares. Agustín Perera, propietario de Quesos Perera, una de las granjas sepultadas bajo el volcán, cuenta lo que le dijo a las autoridades. “No me vengas a buscar en seis meses para darme la ayuda, porque no voy a estar. Si esas ayudas no se conceden en un mes o mes y medio, no llegaremos nosotros”.

Agustín, con 32 años, lleva siendo ganadero desde hace diez años, y heredó la granja de su padre con 30 cabras, para ahora tener 300 más. Su granja estaba en el momento de máxima producción de leche el 19 de septiembre, y desde la mañana de ese día, notando el aumento sísmico llamó a sus trabajadores para estar preparados por lo que pudiera suceder. Tras la erupción y acompañado por agentes de seguridad, pudo acercarse para comprobar que estuvieran vivas, y alimentar a sus cabras. Dos días después, tras organizar el transporte y nueva ubicación de la granja, pudo evacuar a su ganado, pero todo el equipamiento necesario para la elaboración y mantenimiento del queso, se ha perdido, junto a la inversión económica que ello conlleva.

Las expectativas para el último trimestre del año han dado un vuelco total. Espera salvar de la producción habitual de 500 litros la mitad, debido a enfermedad y muerte de algunas cabras, y el estrés de la evacuación. Ahora, Agustín tiene a su manada en una granja alquilada, que debe rehabilitar para reordenar su ganado de la forma apropiada. Un sinfín de nuevos obstáculos a los que ha de sumar los gastos previamente comprometidos para su granja, que ahora ya no existe. Es por esto que cuando le preguntamos, Agustín Perera no puede asegurar su futuro en el negocio ganadero, y reivindica la necesidad de ayudas urgentes para las granjas directamente afectadas, puesto que dependen de ellas para su supervivencia.

Pese a las dificultades, Agustín está profundamente agradecido de la comunidad, de otros ganaderos, amigos y conocidos que le ayudaron con la evacuación de sus cabras, y de empresas que le están suministrando el alimento de los animales de manera gratuita. “Vino a ayudarme gente que no conocía”, cuenta Agustín.

Para esta ganadería, la evacuación de los animales de las explotaciones en peligro por su cercanía al volcán, ha interrumpido la normal actividad de estas explotaciones que, de forma inmediata, sufrirán una disminución radical de sus ingresos ante la imposibilidad de retomar su actividad. en los emplazamientos en los que han sido realojados, pues no disponen de las infraestructuras necesarias para el ordeño y la elaboración de queso sobre las que se sustentaba su renta principal. Por esto el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha habilitado un paquete de ayudas por 20,8 millones de euros para afectados por el volcán.

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