Tajuya, punto de encuentro

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6.30 de la madrugada, y la noche sería cerrada sobre la plaza de la iglesia de Tajuya, si no fuera por la antorcha que permanece prendida desde el 19 de septiembre en lo que era el camino de Cabeza de Vaca.

Al equipo de TVE que desde las 6 hace directos para el canal 24 horas, hay que sumar al vecino que cuando se cansa de no dormir por el ruido del volcán viene para encararse a él y grabarlo. Al vecino se le suman los numerosos equipos de televisión que seguirán llegando. También encontramos algún aficionado o profesional de la fotografía que con su descomunal objetivo parece que entra en el río de lava.

Y así, mientras se va percibiendo el aumento del tráfico en la cercana carretera, van llegando los auténticos protagonistas, con prismáticos, móviles, y la mirada fija en un punto, su casa, su huerta o su lugar de trabajo. Allí, entre sollozos y con un cigarrillo en sus temblorosas manos, vemos las lágrimas de Carmen, que es testigo de cómo la lava sepulta su casa y la de sus padres en Camino Cumplido, o los nervios de Remedios que lleva días siendo testigo del cerco negro que acecha a su vivienda en lo que queda de Paraíso, o de Juan, que nervioso suspira porque parece que la lava ha pasado de largo, a pocos metros de su propiedad en el Callejón de la Gata. Todavía nadie se imagina lo que vendrá en los próximos días, con la llegada a la Laguna y la evacuación nocturna en los barrios de Tazacorte.

Pero hay más, cuando apenas amanece, en Tajuya se detienen trabajadores que comienzan su jornada, comentan, comparan con el día anterior y tras hacer la foto de rigor se van. Después, y mezclados con equipos de otros medios informativos, van llegando jubilados, algún adolescente todavía sin clases, y una representación de amplio colectivo de voluntarios llegados de otras islas.

Los momentos de revuelo los ofrece el volcán, una explosión, una nube más intensa, o un olor extraño...eso y la aparición de un chaleco rojo con las letras IGN a la espalda. Es un científico y los periodistas se lanzan a la búsqueda de algo con lo que saciar a sus editores, que necesitan novedades, noticias, contenidos llamativos para programas e informativos.

Pero Tajuya también es punto de encuentro para quienes el volcán es el fondo perfecto para un selfie, o una foto de grupo con signo de victoria y muecas variadas. Solos, en parejas o en manada, se alisan el pelo, se colocan las gafas de sol y ponen la pose que consideran apropiada para el momento… y no todos son adolescentes o jóvenes veinteañeros.

El volcán es la excusa, Tajuya el escenario, la vida allí, tan diversa y sorprendente como siempre ha sido, como siempre será.

Posdata; Aunque las personas aquí nombradas han sido con nombres ficticios, los tres a día de hoy, han perdido sus casas.

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