La pausa entre el ruido de informativos

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La información es un instrumento vital en nuestro día a día. Una frase así, normalmente suena a algo obvio y repetitivo. Casi un eslogan de alguna teleoperadora de internet. Hay que estar informado, es cierto, pero hasta hace no tanto, la rutina te permitía desconectar y tomarte el día a día con algo más de calma. No existía la inmediatez y la accesibilidad actual, a las que debemos estar bien agradecidos. Debe conocerse las novedades que acontecen en el volcán y alrededor de él, sin duda. Un flujo rápido y preciso de información es lo que ha permitido la organización en el voluntariado, en las recogidas de enseres, en las donaciones solidarias… Pero también ha traído otras consecuencias.

En el periodismo, las noticias caducan, la actualidad manda, y a veces, lo dramático vende. Muchos nos sentimos incómodos (como mínimo) al escuchar frases como: “Necesito gente que lo haya pasado mal”, o ver periodistas corriendo detrás de camionetas cargadas de enseres. Quizás esa no sea la mejor forma de actuar.

Durante la primera semana de erupción, entre la marabunta de focos, cámaras, micrófonos y trípodes, encontré un equipo de dos personas que trabajaban de otra manera. Estaba claro que su objetivo era distinto al de los informativos, alejados de la búsqueda incesante de novedades que contar en el próximo directo. Eran documentalistas, Daniel Landa, director, y Vicente Vinsen Modino.

Me llamó la atención que nada más llegar al centro neurálgico en el que se ha convertido la plaza de la iglesia de Tajuya, simplemente se quedaron mirando, desolados. Para contar una historia como esta es necesario estar implicado con el pueblo que lo vive, y es algo que no se puede hacer desde un hotel al otro lado de la isla.

Pese a su experiencia previa en volcanes activos y en plena erupción, este, que no se si llamar el nuestro, es radicalmente distinto al resto. Sin saber el tiempo del que disponen, sin las ventajas que ofrece ser parte de una gran corporación mediática que te da acceso a sitios que deberían ser inaccesibles, Daniel y Vinsen tenían, y siguen teniendo un objetivo en mente: un documental que los palmeros podamos visitar cuando, pasado el tiempo, queramos recordar lo vivido en estos días. Que entre todo el ruido de la actualidad, alguien esté pensando en la posteridad.

A día de hoy es un documental inacabado, puesto que la historia aún no tiene final, ni parece que se acerque. Los informativos seguirán informando. Los corresponsales, en su mayoría, seguirán yendo y viniendo. El volcán continuará escupiendo lava y seguirá apareciendo en la esquinita de la televisión. Pero todo esto acabará, y aunque quizás sea pronto para pensar en ello, estamos viviendo un hecho histórico. Y se agradece que alguien esté aquí para documentarlo.

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