La patronal hotelera miente
La huelga convocada en el sector de la hostelería en Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro está siendo secundada por más del 70 % de las trabajadoras y trabajadores, a pesar de los intentos del Gobierno de Canarias de desactivarla mediante la imposición de unos servicios mínimos que han sido calificados por los sindicatos como una “restricción ilegítima, desproporcionada y jurídicamente insostenible”.
La consejera de Turismo, Jessica de León, ha sido señalada por actuar al servicio de la patronal hotelera en lugar de defender los derechos del pueblo trabajador. Al imponer servicios mínimos en una huelga del sector privado, el Ejecutivo regional actúa como garante de los intereses empresariales, equiparando la hostelería a un supuesto “servicio esencial”, algo que será recurrido en los tribunales.
La huelga, que afecta a casi 80.000 trabajadores —más de 30.000 de ellos en establecimientos alojativos—, se desarrolla sin incidentes y con una destacada participación en marchas, concentraciones y piquetes informativos frente a hoteles de las principales zonas turísticas. El ambiente es combativo y el respaldo social, palpable: muchas personas alojadas en los hoteles muestran su solidaridad con las trabajadoras, plenamente conscientes de las duras condiciones laborales y los salarios precarios que soporta buena parte del sector, especialmente las camareras de piso, conocidas como “kellys”.
Las declaraciones del viceconsejero de Turismo, José Manuel Sanabria, han sido criticadas por su cinismo. Sanabria ha reconocido el impacto de la huelga en la imagen turística del Archipiélago, justificando así los servicios mínimos para “evitar más repercusiones negativas”, pero sin mencionar ni una sola vez las causas legítimas del conflicto laboral.
Desde los colectivos sindicales y sociales se señala con claridad: estamos ante una lucha por la dignidad del trabajo, por el bienestar del pueblo canario y contra un modelo económico que enriquece a unos pocos mientras empobrece y explota a la mayoría. La huelga en la hostelería no solo denuncia salarios miserables y condiciones indignas, sino que marca un punto de inflexión: es hora de romper el binomio entre poder político y patronal, y poner en el centro los derechos de quienes sostienen con su esfuerzo el principal motor económico de las islas.
Apoyar esta huelga es apoyar la justicia social, la redistribución de la riqueza y la dignidad del pueblo trabajador canario.
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