Los romanos llegaron a Lanzarote en el siglo I antes de Cristo

Yacimiento de Buenavista.

Luis Socorro

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Los romanos o poblaciones romanizadas, originarias del Mediterráneo occidental, recalaron en Lanzarote en el siglo I antes de la era común. Así lo ha confirmado a esta redacción Pablo Atoche, arqueólogo y catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Durante la última excavación realizada el verano pasado en el yacimiento El Bebedero (oeste de Lanzarote), Atoche y su equipo encontraron numerosos restos cerámicos “de indudable factura romana”, además de huesos de cabras y ovejas. El hallazgo más espectacular fue una ánfora completa, con la boca modificada para “reutilizarla para otro uso”, en El Bebedero. Hasta ahora, tan solo había constancia científica de la presencia romana en Canarias en el islote de Lobos.

El profesor Atoche lleva más de treinta años investigando la presencia de culturas mediterráneas en Lanzarote. Los resultados de la última excavación en El Bebedero, realizada en el julio de 2022, confirmó investigaciones anteriores, en ese yacimiento y en el de Buenavista, y los presentó el pasado mes de abril en la Sociedad Económica Amigos del País de Las Palmas, en una conferencia titulada La colonización protohistórica del archipiélago canario a la luz de los hallazgos de Lanzarote

Hasta ahora, Atoche cuenta con “27 dataciones de carbono 14 de restos animales y vegetales”, registros arqueológicos excavados en el yacimiento El Bebedero. Estos vestigios se han excavado “en seis niveles estratigráficos bien definidos”, con un marco cronológico, afirma el investigador, que va del “siglo I antes de Cristo al XIV de la era, justo en la centuria anterior a la conquista de Canarias, que se prolongó prácticamente a lo largo del siglo XV. Los arqueólogos han encontrado ”cerámica romana, molinos de piedra para moler cereales, material lítico para el tratamiento de pieles y bastantes restos de fauna –“el 90 por ciento son huesos de cabras y ovejas”- animal y marina, principalmente moluscos“. 

El arqueólogo sitúa los materiales de factura romana entre los siglos I antes de la era común y el IV de la era, final del periodo de la cultura romana. “Se trata de bandejas y recipientes muy similares a los que hemos encontrado en el yacimiento de Buenavista”, a poco más de 500 metros de El Bebedero; ambos enclaves están en la misma comarca lanzaroteña, cerca de la playa de Famara, una zona en la que se podía fondear durante los meses de mar abierto, cuando las condiciones eran propicias para la navegación.

Ánfora tuneada

Pablo Atoche califica de “espectacular” los hallazgos de la última campaña, la del pasado verano. “Tenemos seis grupos de diferentes tipos de pastas de cerámica que corresponden a seis tipos de ánforas, en algunos casos tenemos conteras, bordes, etcétera”. 2022 “ha sido espectacular en cuanto al número de fragmentos de ánforas y otros elementos de procedencia romana”.

Los análisis de los materiales indican la procedencia: “Las ánforas campaniformes son de Italia, pero hay restos procedentes de la antigua zona de Cartago o de la Bética”, sur de la Península Ibérica. Junto a los fragmentos cerámicos, se han excavado “elementos metálicos, sílex del norte de África, abalorios…”. Los recipientes anfóricos, añade el investigador, “contenían vino, aceite y salazones”.

Pero el hallazgo más sobresaliente se produjo cuando limpiaban un nuevo perfil en la parte oriental del yacimiento de El Bebedero. “Nos aparece un objeto y lo primero que pensamos es que se trata de una tubería de agua fecales, pero a medida que vamos limpiando, la tubería se convierte en un recipiente”. La primera duda “es que no aparecía la contera, la base del recipiente”, relata el arqueólogo. El recipiente está hecho a torno, o sea, no es de factura indígena, y se localizó en el estrato cuatro, “que lo tenemos fechado justo en el cambio de era”. Finalmente, aparece la contera: “Estamos hablando de un ánfora completa de procedencia romana, fechada en torno al cambio de era”.

La tipología, explica Atoche, “es bastante curiosa, poco frecuente en el Mediterráneo”. El arqueólogo destaca la modificación que “le hicieron en la boca, la ampliaron para reutilizarla evidentemente”. De hecho, continúa el investigador, “la analítica del contenido nos está indicando que tuvo un contenido inicial” –este dato lo reserva hasta la publicación de los resultados en una revista científica- “y tuvo otro posteriormente y tuvo que ver con el mundo indígena, con unas costumbres que hemos detectado en el ámbito indígena en Lanzarote y Fuerteventura”.

Atoche precisa que se “trata de la primera ánfora completa que aparece en un contexto indígena”. Sin embargo, durante la conferencia el arqueólogo no aportó pruebas de que el origen del yacimiento sea aborigen y que después, como sostiene, llegaron los romanos. El profesor de la Universidad de Las Palmas aclara que está pendiente de publicar los resultados en una revista científica, motivo porque el que tampoco nos facilitó las fotografías de la ánfora y de otros fragmentos de cerámica encontrados en la excavación realizada el verano pasado en El Bebedero. “Quiero publicarlas primero en una revista especializada”, comentó a Canarias Ahora- elDiario.es.

Atoche es un profesional muy reservado en su trabajo y poco dado a difundir sus investigaciones en los medios de comunicación. De hecho, el autor de esta noticia le solicitó realizar un reportaje durante la última campaña arqueológica, en julio del año pasado, y no fue atendida su petición.

Lo que no ha encontrado el equipo de Pablo Atoche, durante los aproximadamente treinta años de investigación en los enclaves de Buenavista y El Bebedero, son restos humanos, lo que induce a pensar a otros arqueólogos que esos asentamientos del oeste de Lanzarote, en el municipio de Teguise, no eran permanentes porque fueron construidos por esos navegantes que llegaron a Canarias cuando Roma controlaba la franja costera del norte de África. Estos dos yacimientos no fueron afectados por la erupción del volcán Timanfaya –1730-1736-, que sí sepultó varios pueblos y otros enclaves arqueológicos de los majos, denominación de los primeros pobladores de las islas de Lanzarote y Fuerteventura.

Hasta ahora, los vestigios humanos indígenas más antiguos del Archipiélago están fechados entre los años 207 y 260 de la era común, o sea, principios del siglos III después de Cristo. Fueron encontrados en 1968 en Lanzarote, en La Chifletera, un tubo volcánico en el municipio de Yaiza. La arqueóloga Verónica Alberto coordinó una investigación sobre todos los restos humanos localizados en yacimientos lanzaroteños. Se publicó en el otoño de 2021 en Anuario de Estudios Atlánticos, con el título Sobre el tiempo de los majos. Nuevas fechas para el conocimiento del poblamiento aborigen de Lanzarote, trabajo firmado por siete especialistas.

De lo que sí hay constancia documental es de las primeras navegaciones para explorar el Atlántico al sur de las Columnas de Hércules, al sur del Estrecho de Gibraltar. Juba II (52 o 50 a. C.-23 d. C.), el rey norteafricano de las provincias romanas de Numidia y Mauritania, financió varias expediciones que se realizaron aproximadamente en torno al año 20 antes de la era común. Los resultados de esas travesías las recogió Plinio el Viejo en su famosa enciclopedia Historia Natural, publicada en el año 77 de la era, en el siglo I.

Aunque los yacimientos de El Bebedero y Buenavista se encontraron antes que el de Lobos –islote al norte de Fuerteventura-, descubierto en 2013 cuando un turista encontró fragmentos de cerámica antigua mientras que los enclaves lanzaroteños se empezaron a excavar a finales del siglo XX, el asentamiento de Lobos fue el primero en el que se demostró de manera irrefutable la presencia romana en Canarias. Es coetáneo a los citados yacimientos de Lanzarote. 

Lobos, como afirma el doctor Ramón Cebrián, “es un regalo para la arqueología de Canarias”, al tratarse del único asentamiento romano de carácter económico construido por los romanos o por poblaciones romanizadas. Cebrián es autor de la única tesis doctoral realizada hasta ahora sobre el taller de producción de púrpura de Lobos. La púrpura era un tinte muy cotizado en el Imperio Romano. En este yacimiento tampoco se han encontrado restos humanos. Era un taller estacional, ya que la zafra del molusco del que se extrae la púrpura duraba poco más de tres meses. Los historiadores consideran que la púrpura se trasladaba a Gades –la actual Cádiz-, ciudad muy importante en la civilización romana por su privilegiada posición geográfica, puerto de salida y llegada de las expediciones por el Océano Atlántico.

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