El ocio nocturno puede intensificar los peligros de violencia y drogodependencia entre jóvenes, según Martínez Torvisco
SANTA CRUZ DE TENERIFE, 19 (EUROPA PRESS)
El profesor de Psicología Social de la Universidad de La Laguna, Juan Martínez Torvisco, ha explicado que el ocio nocturno es “un hecho puente” entre la drogodependencia y la violencia que puede afectar especialmente a los jóvenes.
El ponente, que participa en la Universidad de Verano de Adeje, aclaró, según una nota de la organización, que no era su intención “demonizar” un sector empresarial lícito que da trabajo a muchas personas y que la mayoría disfruta sanamente. Pero recordó que se asocia a fenómenos que pueden generar conflictos, como el botellón o el ruido, o que son directamente peligrosos, como peleas, actos de vandalismo y abuso de sustancias tóxicas.
Torvisco es el director del curso de la Universidad de Verano de Adeje 2011 “Las drogodependencias y su relación con la violencia” que se impartirá a lo largo de esta semana. La primera conferencia, “Las adicciones y su relación en ámbitos de ocio nocturno”, analizó por separado los factores tanto de riesgo como de protección que influyen en las drogodependencias y la violencia en los jóvenes, para luego asociarlos entre sí y, finalmente, relacionarlos con las actividades recreativas de noche.
El ponente aportó datos de un estudio del Instituto de Tecnologías Educativas sobre los riesgos que se asocian al ocio nocturno. El principal es que existe poca conciencia entre los jóvenes de los riesgos que entraña el abuso de drogas.
También se citaba en ese texto la facilidad para conseguir sustancias estupefacientes en esos ámbitos, o la escasa implicación de los padres en actividades de prevención. En ese sentido, recordó cierta ocasión en la que impartió unas conferencias destinadas a padres para que previnieran las prácticas de riesgo de sus hijos, y a las charlas acudieron, justamente, quienes no lo necesitaban: los padres de jóvenes sin problemas.
Otros peligros señalados por ese estudio se referían a las actitudes de tolerancia y normalización ante sustancias como alcohol y tabaco que se dan en la sociedad, así como las escasas alternativas de ocio y tiempo libre para los fines de semana que prácticamente abocan a los adolescentes a recurrir al botellón o las discotecas.
OCIO SANO
Torvisco, en ese punto, reflexionó que cuando un ayuntamiento ha organizado actividades deportivas nocturnas en sus instalaciones, éstas se han llenado, lo cual demuestra que hay un interés real de ocio sano por parte de los jóvenes. Por ello, abogó por fomentar la idea de que es posible divertirse sin hacer uso de alcohol o drogas.
El estudio revela que el perfil de usuario de ocio nocturno lo componen jóvenes de ESO o Bachillerato, con buen rendimiento académico, buena relación con la familia, y que además suelen desarrollar actividades lúdicas como hacer deporte, salir al cine, acudir a conciertos. Es decir, chicos y chicas “normales”.
Sobre la relación entre alcohol y violencia, Torvisco expuso que hay estudios recientes desarrollados en Finlandia, Brasil y Australia que demuestra que las sustancias etílicas están implicadas en sucesos violentos en más del 40% de los casos
Por su parte, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), en su informe de 2006 “Violencia juvenil y alcohol”, consideró el consumo “en sí mismo” un factor de riesgo para la violencia en estas edades.
El ponente también se refirió a la influencia de otras sustancias en las actitudes violentas. Así, la heroína, a pesar de que produce relajación e inacción, también provoca una irritabilidad que puede desembocar en agresiones. La cocaína, el crack y las anfetaminas son estimulantes del sistema nervioso central, y las últimas, además, pueden inducir a creer que los demás desean agredirte y, de este modo, provocar peleas.
La OMS ha dedicado esfuerzos a prevenir la violencia en los centros de ocio, y por ello en 2002 emitió una serie de recomendaciones, entre las que se incluían medidas como la elaboración de campañas informativas, reducir la disponibilidad del alcohol a los jóvenes, y desarrollar terapias familiares que fomentaran la implicación familiar. Sobre este asunto, Torvisco reflexionó que, en muchas ocasiones, el problema de los jóvenes con adicciones es que no pueden hablar del problema con sus allegados.