436 internos de Salto del Negro han sido traslados a la Península durante 2008
La prisión de El Salto del Negro está a punto de reventar. Este lunes se produjo un nuevo traslado masivo de internos para aliviar su masificación, pero no será el último. En lo que va de año ya han sido enviados a cárceles de la Península y del extranjero 436 presos de los que 250 son canarios.
En la jerga carcelaria se llaman cundas a estos traslados masivos de presos, que en Canarias son cada vez más frecuentes dada la masificación de prisiones como la de El Salto del Negro, en Las Palmas de Gran Canaria. Se trata de internos que ya han recibido la notificación de una sentencia firme, lo que activa el protocolo de traslado, consistente en acercar al condenado lo máximo posible a su lugar de residencia, incluidos los casos de extranjeros.
Fuentes del centro penintenciario grancanario cifraron este jueves en 515 los traslados efectuados en 2007. Pero esa cifra va a ser ampliamente superada en 2008 porque, hasta este 31 de julio, ya habían sido enviadas a cárceles peninsulares 436 personas. De éstas, 176 eran extranjeras y 260 españolas. En este grupo se incluyen 250 canarios que han tenido que ser trasladados fuera ante la imposibilidad de mantenerlos en su tierra cumpliendo condena.
Las mismas fuentes indicaron que sólo el 15% de los presos canarios son trasladados a cárceles peninsulares voluntariamente, generalmente porque en los centros de destino hay talleres, y los talleres significan trabajo, aprender un oficio, cobrar algo de dinero, reinsertarse y tener mayor facilidad para acceder al tercer grado penitenciario. En Salto del Negro no se disfruta de esta posibilidad por la situación de colapso que padece el centro.
La facilidad para trabajar es valorada por algunos internos canarios por encima de la cercanía a la familia. En la mayoría de los casos, los presos cumplen sus condenas sin ser visitados ni una sola vez por sus seres queridos, generalmente por imposibilidad económica para trasladarse hasta la Península, comenta el sacerdote canario Jorge Hernández, párroco de la Vega de San José y presidente de la Fundación Yrichen.
El sacerdote relató este jueves varios casos de familias que han tenido dificultades para poder trasladar hasta Gran Canaria los restos mortales de presos fallecidos en la Península. En lo que va de año han muerto dos, uno en el ferry que le trasladaba a Cádiz y el otro atropellado por un coche al salir en un permiso penitenciario en Lugo.
Pero el calvario de un preso canario no acaba con su traslado a una cárcel peninsular y su alejamiento de su entorno familiar y social. Si una vez allí fuera reclamado por algún juzgado de las islas por alguna causa pendiente, ha de ser trasladado por la Guardia Civil, lo que equivale a una auténtica odisea. Se han dado casos de presos que han tardado más de un mes en cubrir la distancia existente entre la prisión donde cumple su condena y la de Salto del Negro, donde ha de volver a ingresar como preventivo para la causa por la que ha sido reclamado.
El preso ha de recorrer la Península a bordo de furgones de traslado y hacer las comidas y las pernoctaciones en cárceles que se encuentren en el trayecto en dirección a la ciudad de Cádiz. Allí ha de embarcar a bordo del ferry JJ Sister, que dispone de calabozos, para pasar dos días de travesía con los que poner fin al traslado. Y después del juicio, con la nueva sentencia en la mano, de vuelta a la Península.