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SCTF asume que perderá liderazgo ante Granadilla

Noé Ramón / Noé Ramón

El avance del Plan Especial del Puerto de Santa Cruz asume que el grueso de la actividad industrial y el tráfico de contenedores se desplazará a Granadilla una vez que se culminen las obras de esta infraestructura en el año 2016. En concreto, se estima que ya en 2023 el muelle de la capital tinerfeña alcanzará su tope al mover 15 millones de toneladas al año, una cifra que supone tres millones menos que en 2002, momento álgido en el tráfico de contenedores y apenas un millón y medio más que en 2009, cuando la crisis registró su peores consecuencias. Las previsiones son que en 2030 ambas infraestructuras muevan un volumen total de mercancía que alcanzará las 25 millones, de las que 15 seguirán concentradas en la capital tinerfeña.

En el documento se incide en la idea de que ambas instalaciones deben ser complementarias y por ello se apuesta por la especialización de cada uno de los puntos de manera que en Santa Cruz se dedique de forma prioritaria al tráfico de pasajeros y cruceros mientras que en el sur se concentren las principales actividades industriales y comerciales. No obstante, para evitar suspicacias en el documento se reitera que el único capítulo en el que el puerto de Santa Cruz disminuirá su actividad, en relación con la actual, es en la descarga de los materiales para fabricar cemento y arena, que se desplazará al sur de la isla. “En todo lo demás seguirá creciendo incluso hasta llegar a su techo, tal y como sucederá con los contenedores”. En Granadilla también se concentrará la actividad relacionada con el gas natural

No obstante, la capital tinerfeña todavía dispondrá de zonas en las que se llevarán a cabo operaciones típicamente portuarias como ocurrirá con La Hondura y Cueva Bermeja, donde se moverán los graneles líquidos o combustibles, El Bufadero que se destinará para el tráfico de contenedores y la Dársena Norte para el sector industrial. En el Plan se apunta que desde hace unos años los diversos estudios realizados coinciden en destacar los problemas que en un futuro a medio plazo tendrá, si no se actúa eficazmente, el actual puerto para hacer frente al crecimiento del tráfico de mercancías. Y ello es debido a la evolución que la economía de las islas occidentales está generando y al agotamiento de la capacidad de sus infraestructuras.

En este sentido se apunta que las actuales instalaciones presentan “claras limitaciones para su desarrollo futuro”. Así se subraya que pese a las sucesivas actuaciones llevadas a cabo, incluso recientemente, el puerto se configura de forma “dispersa y poco funcional, con calados escasos, áreas de maniobras reducidas y explanadas de operaciones con fondos inapropiados. Las características orográficas de la costa en la que se ubica condicionan las posibilidades de ampliar las actuales infraestructuras portuarias, existiendo la dificultad para adaptarlas a las nuevas circunstancias económicas”. Las limitaciones de esta infraestructura han comenzado a quedar patentes, según el Plan Especial, a partir del año 2008, momento desde el cual no se han llegado a cubrir las posibilidades máximas del puerto en la recepción de contenedores.

La limitación actual de capacidad vendría por lo tanto determinada esencialmente ante la falta de superficie en tierra, de anchura de las dársenas de maniobras de buques, así como por la necesidad de una mayor profundidad de las explanadas. A todo ello se une la presión que ejerce la ciudad para ir recuperando espacios propiedad del organismo estatal tales como el Palmétum, el Parque Marítimo, la Dársena de los Llanos, el Muelle de Enlace, la playa de Valleseco o la posible Marina de San Andrés. A lo que se suman los efectos negativos que genera la actividad portuaria sobre el medio ambiente que se ven aún más agudizados con los de la Refinería.

Dada la polémica y contestación ciudadana que siempre ha rodeado a la construcción del puerto de Granadilla, en el documento se deja claro que este último no debe suponer “en ningún caso una sustitución al de la capital, ni su desaparición”, debiendo mantener en el futuro sus propios tráficos y servicios pero a la vez iniciar su reconversión parcial y progresiva para actividades como los cruceros turísticos, pasaje interinsular o tráfico de mercancía rodada con la Península. De forma paralela se deben implantar otros complementarios de carácter urbano abriendo su uso a los ciudadanos.

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