Varios informes culpan al Ayuntamiento de Valsequillo del accidente del Perro Maldito 2011
Todos los informes elaborados hasta ahora apuntan que la responsabilidad exclusiva por las dos muertes y una treintena de heridos registrados durante el accidente ocurrido en la edición XXV de la Suelta del Perro Maldito en Valsequillo de 2011 recae sobre el Ayuntamiento. Por lo tanto será la Corporación local la que está obligada a indemnizar a las víctimas y sus familiares, pese a que en un primer momento el alcalde, Francisco Manuel Atta, rechazó que se hubiesen producido fallos de seguridad en la festividad. Sin embargo, a petición del propio Ayuntamiento el Consejo Consultivo ha elaborado ya los primeros seis informes en los que se calcula que por ahora la Corporación local tendrá que desembolsar al menos 553.500 euros.
Cada uno de los casos que han sido analizados presentan sus particularidades. Así con respecto a los padres de una de las fallecidas a raíz de que se sufriera quemaduras en el 86% de su cuerpo se les abonará 337.000 euros. Los hijos de otra de las personas que murió percibirán 171.500 euros. Otro caso se trata de una mujer que reclama 15.000 euros por los más de dos meses que debió permanecer sin poder trabajar, gastos médicos o compromisos como el de un viaje que ya estaba pagado y que no pudo realizar. En otro se trata de un vecino que permaneció 50 días de baja, en otro se admite una indemnización de 6.500 euros, en uno más cerca de 10.000 por los 128 días sin poder trabajar y las secuelas estéticas y en otro más 13.500 euros.
En base a los informes elaborados por la Guardia Civil, las declaraciones de algunas de las miles de personas presentes, participantes en el acto y técnicos se considera acreditado que “el plan de seguridad y autoprotección aprobado por el Ayuntamiento, con carácter previo y remitido a la Delegación del Gobierno, a los efectos de que se autorizase, exclusivamente, el espectáculo pirotécnico, presentaba diversas anomalías, que luego se plasmaron de forma material y concreta en los hechos ocurridos. La carencia más significativa es la utilización del cuerpo de bomberos sólo para la pirotecnia y no para las actuaciones que conllevaban el uso de fuego, como la causante del daño.
Otro defecto detectado fue la ausencia de separación y acordonamiento de la zona destinada al público a la de los actores que portaban antorchas y material inflamable, la falta de previsión al no despejar de publico durante el espectáculo una de las vías de evacuación, para facilitar la misma, pero también la entrada de las ambulancias, lo que dio lugar a que las primeras asistencias llegaran entre 10 y 15 minutos después de producido el accidente y cuando el lugar ya había sido evacuado.
El Ayuntamiento intentó responsabilizar a la Delegación del Gobierno de los errores cometidos pero sin embargo, el Consejo Consultivo considera que en ningún momento se informó a este organismo que durante el espectáculo, además de la pirotecnia, un número indeterminado de actores, sin formación técnica al respecto, utilizarían fuego y otras sustancias inflamables -que no explosivas- entre el público asistente. “Por lo tanto no se dio cuenta a la Administración del Estado sobre el uso del fuego entre el público, ni tenía ésta medio alguno de conocerlo con antelación al evento. Dado que la pirotécnica del espectáculo se desarrolló convenientemente y no causó daño alguno a los asistentes no se puede imputar responsabilidad alguna al Estado”, se indica en el informe.
A todo ello se une que el material utilizado en la confección de los trajes de los actores era inflamable y que aunque se dio una charla previa no se controló la asistencia de todos los participantes y de hecho uno de los que no acudió fue el causante del incendio. Por lo tanto se considera acreditado que era el Ayuntamiento a quien correspondía mantener la seguridad durante el evento, que no se adoptaron las medidas necesarias para ello, pues no separó a los actores, que portaban antorchas, del público; no se controló que los intérpretes acudieran a las charlas técnicas sobre el manejo del fuego; y, por ende, que estuvieran preparados para tal actuación, ni que los trajes y demás elementos que emplearan fueran ignífugos. Así mismo, las medidas de evacuación y de acceso a las asistencias tampoco resultaron ser las adecuadas, como se deduce de lo manifestado en el atestado que se realizó posteriormente.
Aquel 29 de septiembre se congregaron en el casco de Valsequillo alrededor de 12.000 personas. Fue sobre las 00:20 horas, cuando uno de los actores participantes, que portaba un traje de goma espuma y tela de grandes dimensiones e iba precedido de otros, quienes, a su vez, portaban una antorcha cada uno de ellos, transitaba entre el público como parte de la actuación. En ese momento uno de los que le precedían, prendió fuego fortuitamente con la antorcha en la parte baja del traje, extendiéndose rápidamente las llamas por toda la ropa.
“Comenzaron entonces de inmediato a desprenderse distintas partes del mismo, que incendiadas caían sobre el público que se agolpaba en torno a él. Además, el actor que portaba el traje y sobre cuya persona se extendía el fuego, cayó al suelo revolcándose, pero lo hizo también sobre varios espectadores, que se situaban en su entorno”. Fueron estas personas las que salieron peor paradas. Poco después el fuego quedó apagado por uno de los bomberos de protección civil que se encontraban en la plaza, “pero el tumulto provocado por el accidente causó una treintena de heridos. El accidente no tomó mayores proporciones ya que se consiguió desalojar al resto del público por las distintas vías de evacuación”.