Cocinando para quienes más lo necesitan

Violeta y Humberto.

Javier Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Ahora que la crisis sanitaria va terminando, o al menos tomándose una pausa hasta el otoño, llega el momento de que esa parte de la sociedad afortunada por seguir teniendo un trabajo o llevándose algo de comer a la boca, pueda ayudar a quienes más lo necesitan. Y si una profesión es generosa con los demás es la de cocinero, y no me refiero con ello a los chefs famosos o a los que lo hacen de manera profesional, sino a todo aquel que dedica una parte de su tiempo a ponerse detrás de los fogones y echar ahí todo su amor para hacer feliz a alguien por medio de su trabajo. Y de esta manera surgió la idea de esta acción llamada “GastroSolidaridad” a la que se le dio forma desde la Federación Gastronómica de Canarias (Fegastrocan) y que tiene a los comedores sociales de Cáritas como receptores.

Eugenio Sánchez, presidente de Fegastrocan destaca que desde “llevábamos tiempo buscando cómo poder aportar nuestro granito de arena a los más necesitados; por ello, cuando hablamos con Cáritas y nos comentaron la necesidad de poder elaborar algunos días a la semana menús ya cocinados para una serie de comedores sociales, nos pusimos manos a la obra. Actualmente serán dos días los que se cocinen para el comedor social de El Rosario (iglesia de Santo Domingo). Los lunes será el Restaurante El Padrino, y los jueves, La Bodega de la Avenida. Cada día habrá comida para unas 70 personas con la lubina canaria y verduras de la isla como protagonistas, ambas cedidas por Aquanaria y Spar Gran Canaria”.

Ante la posibilidad de que se pudieran sumar más restaurantes Sánchez remarca que “la necesidad de ayudar tiene un comienzo pero no un final; si este pequeño gesto con el que empezamos ahora puede ir a más, ahí estaremos para poder coordinar todo lo que haga falta, siempre hablándolo con Cáritas que es quien está más en contacto con las personas que necesitan de esta ayuda; no se trata de hacer por hacer, se trata de poder sumar sinergias y esfuerzos para que entre todos podamos salir adelante”.

Este lunes 15 de junio fue el primer día del cocinado y horas antes Blanca Ramírez, responsable del comedor social de El Rosario nos atendía telefónicamente queriendo “destacar el agradecimiento al esfuerzo de Fegastrocan, los restaurantes y las empresas para ayudarnos en estos momentos. No me quiero olvidar de Las Lagunetas, que llevan más de 10 años cocinando para nosotros una vez por semana de manera ininterrumpida, así como también lo hicieron los amigos de El Herreño, que tristemente ya cerró sus puertas. Para nosotros son muy importantes estas acciones, que complementan la entrega de materia prima directa que sirve para que las familias cocinen en su casa, por eso, para nosotros con estos dos días a la semana de cocina elaborada nos sirve para este mes de julio, pero no niego que nos gustaría sumar algunos días más en agosto, así como no acaparar toda esta ayuda y que también se reparta por otros comedores sociales de la ciudad. Qué el menú esté constituido por pescado y verduras frescas enriquece mucho su valor, ya que son de los alimentos que quizás más brillan por su ausencia en las dietas de las personas que más están sufriendo esta pandemia en forma de crisis social”.

Desde las 10 de la mañana, los fuegos de El Padrino estaban en ebullición con Narciso y Cristóbal al mando. Verles trabajar con las mascarillas echándole todo el amor al cocinado emocionaba, mientras Humberto (segunda generación) nos contaba cómo surgió todo; “Cuando nos propusieron esta acción lo hablamos con el equipo y fue emocionante ver su reacción sumándose a la propuesta con muchas ganas e ilusión, aún a costa de robarles horas de descanso una vez por semana. Intentaremos en cada cocinado dar lo mejor de nosotros mismos cocinándoles el pescado tal y cómo lo hacemos para nuestros comensales diarios, en esta primera ocasión hemos elaborado un tradicional pescado en salsa, con sus papitas y verduritas. Para nosotros es un motivo enorme de orgullo esta acción, pueden contar con lo que podamos aportar el tiempo que haga falta.”

Doy fe que los aromas de cocinado traspasaban cualquier mascarilla, ver los fuegos encendidos y los calderos con su chup chup tradicional ratificaban las declaraciones de Humberto. Alrededor de las 11 de la mañana llegó una de las voluntarias del comedor social de El Rosario, Violeta García, a la que la mascarilla no podía ocultar el brillo y la emoción de su mirada. “Se está pasando muy mal y creo que la gente aún no es consciente del todo de la necesidad por parte de los más vulnerables. Esto servirá para dar de comer a 70 personas, muchas de las cuales viven solas y no tienen absolutamente nada ni a nadie, incluso espero que llegue para 16 personas que tenemos ahora mismo confinadas y que no se pueden mover a ningún sitio”.

Violeta no podía dejar de explicar lo vivido: “Ha sido muy duro, mucho. El primer mes fue una pesadilla terrorífica, nos quedamos todos sin saber qué hacer, y hubo días que llegué a casa llorando porque me veía desbordada, pero a las cinco y media de la mañana siguiente ya estaba en planta otra vez. Quiero agradecer a los hoteles todo lo que han hecho por nosotros en Cáritas, han puesto a nuestra disposición todo lo que tenían acumulado en sus almacenes y neveras, no sé que hubiéramos hecho en algunos momentos sin esa aportación y eso me gustaría recalcarlo en estos momentos donde son ellos unos de los que más están sufriendo la vuelta a la normalidad porque les faltan esos turistas que tanto echamos de menos todos como sociedad. No voy a decir que esta pandemia haya sido buena para nadie, pero tengo la impresión que sí ha sacado muchas cosas buenas del corazón de la gente, que se acercaba a la parroquia de manera anónima a tocarnos la puerta y donar lo que fuera. Para los que somos creyentes, hemos sentido a Dios y su mensaje más cerca que nunca de nosotros”. Mientras tanto, Almudena y Yeray (hijos de Paco, junto con Humberto, fundadores de El Padrino) se apremiaban en poner el restaurante a punto para el servicio del día. “Desde que abrimos no hemos parado de trabajar, es muy gratificante encontrar la respuesta del cliente de siempre que nos ha devuelto su confianza y alegría. No te mentiré si te he digo que hemos pasado mucho miedo cuando el restaurante ha estado cerrado, pero ya sólo quiero mirar al futuro con mucho optimismo y ganas. Pero hoy todos sentimos que es un servicio especial, daremos de comer a unas cuantas familias que no veremos pero que sí sentimos.” nos contaba Almudena.

Sin duda alguna son gestos como estos los que necesita la sociedad a día de hoy, sumar y aportar en lugar de restar y dividir es lo que puede darnos la clave para poder vencer la pandemia sanitaria, social y económica que estamos viviendo y que aún durará un tiempo. Pero, sin duda, lo mejor del día de hoy es la reacción que nos ha transmitido Victoria unas horas después del encuentro que tuvimos en el Restaurante El Padrino, “Javier, por favor, transmítele a la gente del restaurante nuestro agradecimiento, ¡Qué bueno estaba todo! Si vieras la cara de felicidad de todos y cada uno de ellos al recibir su menú, eso compensa todo. Han sido tan generosos con todo que no ha faltado para nadie, incluidas las 16 personas que te conté teníamos confinadas en una casa, estamos muy felices. Te mando una foto que hice y que perdona no tenga mucha calidad, pero nos podrás ver preparando todo.” Y querido lector, permítame con todo el respeto que terminemos el reportaje con esa foto, poco más que añadir salvo el agradecer a todos los que de una forma u otra ponen su granito de arena para ayudar a los demás.

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