Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
NIGHT VISIONS MAXIMUM HALLOWEEN 3018. SOBREVIVIR ES EL ESLOGAN (Helsinki, del 21 al 25 de noviembre)
Estas palabras -pronunciadas por Justin McConnell durante el encuentro que mantuvimos, tras la proyección de su película Lifechanger, en el festival Night Visions Maximum Halloween 3018- son la mejor tarjeta de presentación para un encuentro cuyo desarrollo argumental estuvo sustentado sobre el instinto de supervivencia que motiva a los seres humanos desde antes de que éstos se bajaran de los árboles y empezaran a caminar erguidos. El instinto de supervivencia se desata, claro está, cuando la persona se ve amenazada, perseguida, acosada y/o intimidada y, de ahí que, en todas estas historias, como en una buena partida de ajedrez haya, por los menos, dos antagonistas.
Rachel (Rachel VanDuzer) © 2018 Federgreen Entertainment, Unstable Ground Productions & 9 Light Entertainment.
En el caso de la película del director canadiense, Drew es el protagonista absoluto de la narración y es él quien se irá relacionando con el resto de los personajes, aunque el único vínculo duradero que se muestra en la pantalla es aquél que se desarrolla entre Julia y Robert, éste, una nueva “posesión” por parte de Drew de un ser humano inocente, destruido por sus ansias de supervivencia. En realidad, dichas ansias vienen de lejos, tal y como me contó el director.
Justin McConnell (JM) El instinto de supervivencia de Drew viene desde el principio, desde que acabó con la vida de su madre para poder sobrevivir él. Si lo piensas de manera muy fría, él es un monstruo, pero, en aquellos momentos, no sabía lo que estaba haciendo y luego todo se convirtió en una costumbre.
Film Kino (FK): Sí, pero, a medida que pasa el tiempo, es más consciente, aunque siga sin saber qué hacer.
JM: En realidad, es lo que te dije al principio de la conversación. Así somos los seres humanos, por mucho que nos empeñemos en pensar lo contrario. Mira, y dado que me has dicho que también has visto mi película The Collapsed (2011), te diré que, a diferencia de lo que le sucede a Drew, el personaje del padre, Scott Weaver (John Fantasia) sí que tiene una justificación que le lleva a comportarse como se comporta, aunque, en la película, no se diga de una forma demasiado clara.
FK: The Collapsed plantea un futuro distópico, tras un suceso que acaba con la humanidad y en donde queda claro que los humanos son el verdadero peligro…
JM: En eso estoy de acuerdo, pero, en este caso, hay un elemento externo que condiciona la vida de los seres humanos, tal y como sucede con las películas de zombis. En el caso de Drew, impera el instinto supervivencia y lo demás, poco importa. Eso es algo que me recalcó mucho Jack Foley, el actor que interpreta al personaje de Robert en la película, a la hora de abordar el papel.
FK: Es cierto, Robert se mueve siempre en una ambigüedad que le llevará a que las cosas se precipiten y no en beneficio propio.
Robert (Jack Foley) © 2018 Federgreen Entertainment, Unstable Ground Productions & 9 Light Entertainment.
JM: Drew, Robert en este caso, lleva tanto tiempo aceptando que la vida que lleva es la única que puede y debe llevar que, ni siquiera se ha parado a pensar el porqué de las cosas que hace o las consecuencias de sus actos.
FK: Es como en las películas de zombis, los supervivientes se terminan olvidado de cuál es su verdadera situación. Eso es algo que Robert Kirkman, en la serie gráfica The Walking Dead, plantea muy bien, justo cuando el personaje principal acepta qué es lo que está pasando. Es, entonces, cuando Rick Grimes dice la frase más lúcida de toda la serie, en las páginas finales del número 24. We ARE the walking dead AREserán las palabras que, a partir de entonces, sonarán en los oídos de los protagonistas, mientras éstos se mantengan con vida. Los zombis no son los muertos vivientes que dan nombre a la serie, sino los seres humanos que ya han perdido su lugar en el mundo, por lo menos, en el mundo en el que vivían, y ahora solamente vagan por la Tierra, tratando de sobrevivir.
JM: Tal cual le pasa a Drew y a los personajes de The Collapsed, aunque, como ya te dije, el escenario de cada una de las historias es bien distinto. Además, las continuas preguntas sin respuesta que se formula Drew, a lo largo de toda la película, es algo que no sucede con la familia Weaver, salvo al final, cuando el padre es consciente de todo lo que ha sucedido, y son imágenes y no pensamientos narrados lo que veremos en la pantalla.
FK: Los seres humanos no suelen pensar las cosas que hacen, por lo menos, no tanto como deberían y por eso pasan las cosas que pasan en el mundo.
JM: Sí, todos vivimos pendientes de nuestras cosas y, salvo que suceda una catástrofe, nadie se preocupa más de lo necesario. Después, cuando se acaban las noticias en la televisión, volvemos al mundo que conocemos y todo eso queda atrás.
FK: Como le ocurre al personaje de Drew, el cual es la imagen de un superviviente, lleno de conflictos por las mentes que atesora por las personas a las que ha tenido que matar, pero que sigue adelante, pase lo que pase, como hace cualquier animal para sobrevivir.
JM: ¡Exacto! Por lo menos, sé que alguien ha entendido lo que quería contar (risas)
FK: Bueno (risas)… Uno trata de hacer los deberes y lo mejor que sabe. Además, me gustan mucho los guiones que escribe, tanto el de Lifechanger, como el de The Collapsed.
JM: Muchas gracias por tus palabras y por valorar mi trabajo, sobre todo el de guionista, trabajo del que me siento muy orgulloso.
FK: De nada. Y gracias por venir hasta tan lejos para presentarnos su trabajo.
THE PREY y todo lo que vino después.
Salvando mucho las distancias tanto estilísticas como físicas, The Prey, película escrita, montada y dirigida por Jimmy Henderson -con la complicidad de Michael Hodgson y Kai Miller en la parte literaria- es un perfecto ejemplo de cómo el ser humano utiliza su instinto de supervivencia, sobre todo si se ve sometido a una situación límite, como a la que se debe enfrentar el protagonista principal, Xin (Gu Shangwei)
La idea sobre la que estructura el relato narrativo de la película de Jimmy Henderson bebe de fuentes, cinematográficamente hablando, tales como The Most Dangerous Game (Irving Pichel & Ernest B. Schoedsack, 1932) clásico del cine de género, titulado en nuestro país El malvado Zaroff, nombre del demente conde que protagoniza la película, o de la injustamente denostada Hard Target (John Woo, 1993), primera incursión occidental del director chino John Woo, la cual y a pesar de sus carencias, no desmerece el trabajo del realizador asiático, ni el del actor Jean-Claude Van Damme.
The Most Dangerous Game © 1932 RKO Radio Pictures.
No negaré que, sobre las selvas camboyanas, -donde se desarrolla la acción principal de la película de Jimmy Henderson- sobrevuela el recuerdo de la raza de depredadores por excelencia, los Yautja o Hish-Qu-Ten, impenitentes cazadores de la cultura popular desde el estreno de la película Predator, dirigida por John McTiernan, en 1987. Sin embargo, The Prey tiene mucho más de Hard Target que de The Most Dangerous Game, por mucho que el rostro y las artes interpretativas del actor tailandés Vithaya Pansringarm (The Warden) terminen por orquestar un personaje tan inquietante como el interpretado por Leslie Banks en la película de Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack. Es más, el grupo de cazadores, acompañados por su pequeño ejército personal, algunos de ellos, a lomos de unas motocicletas de color negro -al igual que la indumentaria que visten- están directamente importados de Blanco Humano, título que se le dio en nuestro país a la cinta del director criado en Hong Kong, la cual se rodó, en otro tipo de selva, en este caso, en los sofocantes pantanos de Luisiana.
The Prey © 2018 Altered Vision Films & Kongchak Pictures.
Lo que diferencia a la película de Jimmy Henderson del trabajo de John Woo es en la forma de plasmar la acción y el gusto del primero por querer contarnos más cosas del personaje principal y del resto de los protagonistas. Esto, por otra parte, no sucede en Hard Target, mucho más subyugada a la acción sin descanso que en profundizar, en demasía, sobre las razones que han llevado, por ejemplo, a Chance Boudreaux (Jean-Claude Van Damme) a terminar sobreviviendo por las calles de Baton Rouge, prácticamente sin recursos y recurriendo a cualquier excusa para poder pagarse un plato de comida. En The Prey tenemos tiempo para conocer más y mejor las motivaciones, tanto de los degenerados que organizan y/ o participan en la brutal cacería de seres humanos sobre la que se sustenta la acción, como las de quienes solamente quieren sobrevivir a aquella dantesca pesadilla.
Esto no quiere decir que el director no haga los deberes y juegue con recursos propios de John Woo -como el ralentí a la hora de plasmar determinadas secuencias- pero, lo que importa, es desnudar la indefensión de las víctimas y, en algunos casos, de los mismos cazadores. Vivimos en el tiempo del gris y su enorme escala cromática y el guion y la posterior traslación cinematográfica de The Prey es una buena muestra de ello, sobre todo en un mundo tan desequilibrado, brutal y descarnado como el nuestro.
Es en esa misma escala de grises, ética y moral, en la que se mueven los seres humanos, imperceptible a primera vista, pero igualmente presente, donde se mueve Cutterhead, película escrita y dirigida por Rasmus Kloster Bro, que supone su debut como realizador cinematográfico después de haber dirigido cortometrajes y video musicales.
CUTTERHEAD (NORDIC GENRE INVASION)
La excusa argumental de director danés parte de una situación muy normal en cualquiera de los manicomios urbanos en los que viven los seres humanos actuales, sobre todo en épocas estivales. Esta situación tiene que ver con las enormes obras públicas que taladran, destartalan y/o revolucionan el paisaje urbano de toda ciudad que se precie de serlo.
Rasmus Kloster Bro (RKB): La idea de Cutterhead me vino tras ver, desde la ventana de mi apartamento, una enorme obra, una ampliación del metro de Copenhague, durante varios meses. Pasado el tiempo, pensé que sería una buena idea visitar el lugar y ver cuáles eran las condiciones en las que allí se trabajaba, para luego escribir una historia que se desarrollara en aquel mismo escenario. Tras pedir los permisos, visité el lugar con mi director de fotografía y vi que aquella obra era una suerte de micro-universo donde había gente de muchos países trabajando juntos y hablando cada uno su propia lengua. Después estaba la sensación que tenías cuando ibas bajando hasta el túnel y entrabas en un mundo totalmente distinto. Era, entonces, cuando entendías que habías viajado hasta el “centro de la Tierra”, un lugar en el que las reglas del juego, el clima y el espacio en el que te movías, eran totalmente diferentes y debías adaptarte a ellas. Incluso tuvimos que buscar una cámara más pequeña para poder rodar la película, porque, en algunos sitios, no había espacio suficiente para poder utilizar la cámara que llevábamos y eso que no era muy grande, la verdad. Después, y menos mal que la cápsula donde se rodó buena parte de la película, y todo lo que la rodeaba, era de metal pudimos situar varias cámaras, gracias a un soporte magnético y eso nos ayudó mucho. Sin embargo, la primera vez que bajamos al túnel nos encontramos con más problemas de los que podíamos prever y eso casi acaba con la película, antes siquiera de empezar a rodarla.
Cutterhead © 2018 Beo Starling & New Danish Screen.
Cutterhead posee un escenario tan importante y capital como los mismos personajes principales. En este caso el escenario no solamente es el túnel en el que están trabajando los protagonistas, Ivo (Kresimir Mikic) y Bharan (Samson Semere), túnel hasta el que también bajará Rie (Christine Sønderris), sino la claustrofóbica cámara hiperbárica en la que el trio deberá refugiarse tras un accidente. En un principio, los dos trabajadores -mucho más experimentados que la joven relaciones públicas, quien ha escogido el lugar equivocado, en el peor momento posible- trataran de quitarle importancia al asunto y hacer frente al imprevisto, sin dejarse llevar por el alarmismo. No obstante, el paso del tiempo y la presión que debe soportar cada uno de ellos terminará por hacer mella en el eslabón más débil; es decir la joven profesional, que terminará por hacer prevalecer su instinto de supervivencia en detrimento de sus compañeros de odisea.
En realidad, el comportamiento de Rie está motivado más por los sentimientos hacia su hija y el insoportable pensamiento de llegar a perderla si no logra salir de allí, que el instinto de supervivencia en sí. La empatía que la joven profesional trató de desarrollar cuando llegó al túnel, repartiendo bollería a los trabajadores, para, a reglón seguido, preguntarles cómo era el trabajar en un proyecto que daba cobijo a súbditos de distintos países, quedó amputada desde el mismo momento en el que se vio atrapada en aquel minúsculo habitáculo, situado en las entrañas de la tierra y compartiendo el poco oxigeno existente con quienes acababa de conocer sólo unas horas antes. Sus deseos de escapar de aquel encierro estarán motivados, por lo menos en su discurso mental, por su necesidad de acudir al encuentro con su hija, cuyas imágenes atiborran la memoria de su teléfono. Otra cosa bien distinta es que su sólida ética personal, previa al forzoso encierro, quede en evidencia una vez que suceda el accidente. En ese instante, Rie se olvida de la conversación con Ivo, el trabajador croata quien, instantes antes, le ha hablado de sus dos hijos, o del relato del joven etíope, Bharan, quien le cuenta que su trabajo le sirve para ayudar a mantener a su familia, y ella solamente se preocupa de su propia supervivencia y de nada más.
Rie (Christine Sønderris) © 2018 Beo Starling & New Danish Screen.
Film Kino (FK): El personaje de Rie sufre una mutación a lo largo de la película; es decir, pasa de ser una superviviente que solamente piensa en sí misma a luchar por salvarse ella y quienes la acompañan…
RKB: Rie es una persona normal, en una situación extraordinaria quien, llegado el momento, se dará cuenta de hasta dónde está dispuesta a llegar para poder sobrevivir.
FK: Sí, pero, a medida que pasa el tiempo, su actitud cambia y llega a redimirse en la parte final de la narración.
RKB: Rie, al igual que la actriz que la interpreta, Christine (Sønderris) es un personaje mucho más fuerte de lo que ella cree. Al principio, solamente busca una forma de escapar, sin tan siquiera pararse a pensar en qué está haciendo. Llegado el momento, se dará cuenta de que, si quiere sobrevivir, tendrá que trabajar junto a sus compañeros de odisea y, de esa forma, redimirse de su comportamiento anterior.
FK: En todo esto, tiene mucho que ver el escenario…
RKB: Sí, el escenario es un personaje más y, en cierto modo, es el más importante de toda la película. Además, durante el rodaje, todos debimos acostumbrarnos a unas condiciones extremas. Pasábamos de tener mucho frío, a tener mucho calor, además de la sensación constante de claustrofobia que nos perseguía a cada instante.
FK: ¿Cómo se organizaban para poder trabajar?
RKB: Durante la mayor parte del tiempo, sólo podíamos hacerlo unas horas al día, justo después de finalizados los turnos normales de trabajo. Una vez que llegaron las Navidades, pudimos trabajar muchas horas, pero siempre estábamos condicionados por las condiciones del lugar. Las secuencias finales están rodadas en un estudio, pero, para los actores, la sensación de claustrofobia no disminuyó. La único es que, a diferencia de cuando rodábamos en el túnel, espacio donde no teníamos ni sitio para sentarnos a comer, en el estudio sí podíamos hacerlo y, gracias a eso, pudimos terminar de rodar toda la película sin las exigencias físicas iniciales. Créeme que fue un gran cambio para todos nosotros (risas)
FK: Sí, seguro que lo fue (risas)
RKB: En cierto modo, el camino que recorren los personajes, también lo recorrimos todas las personas involucradas en el proyecto, dado que, de una u otra forma, tú te acabas haciendo las mismas preguntas que se hace Rie y piensas qué es lo que harías en esa misma situación.
FK: En teoría todos creemos saber lo que hacer si nos viéramos sometidos a una situación así, pero, hasta que algo así no te sucede, es imposible saber cómo te comportarás realmente.
RKB: Ésa es la lectura final, además de entender las motivaciones de los personajes. Todo esto puede pasar en un submarino, una mina o en cualquier lugar estrecho y claustrofóbico. Yo preferí escoger algo mucho más cotidiano, el metro, un medio de transporte que cogemos todos los días, pero que nadie piensa que se puede quedar parado en medio de un túnel, a muchos metros de profundidad.
FK: Un escenario cotidiano, convertido en un monstruo que amenaza con devorarnos…
RKB: Eso mismo, un monstruo cotidiano que, llegado el momento, puede devorarnos.
FK: Pensaré en eso mismo cuando coja el metro, cada mañana (risas)
RKB: Espero que no te importe…
FK: La verdad es que no. Siempre me han gustado los espacios pequeños y cerrados y, además, me gustó mucho la película.
RBK: Muchas gracias por decírmelo y por entender nuestras motivaciones, las mías y las de Mikkel (Bak Sørensen) mientras escribíamos el guion.
FK: De nada. Ha sido un placer ver la película y espero que se pueda proyectar en muchos países, incluyendo España.
Cutterhead vuelve a poner sobre la mesa la eterna pregunta sobre hasta dónde llegaría una persona para poder sobrevivir en una situación extrema. La diferencia con otras realizaciones que se articulan sobre esta misma premisa es que Rie sí acepta que su comportamiento debe cambiar, si no quiere perder buena parte de su humanidad en el intento. En esto, Rie es diametralmente opuesta a Jackie, la protagonista principal de la película What Keeps You Alive, escrita y dirigida por Colin Minihan.
Jackie (Hannah Emily Anderson) es una sociópata asesina que disfruta con el dolor ajeno, en especial el que inflige a sus amigas y/o parejas sentimentales. Metódica, cerebral, desmedida y sanguinaria, sus instintos asesinos son directamente proporcionales a su incapacidad manifiesta para sentir empatía para con sus semejantes. Según sus propias palabras, desde que saboreó el placer de arrebatar una vida, en este caso, la de un oso, sus ansias de sangre no han parado de crecer, así como el número de las víctimas que han sucumbido ante su macabro devenir existencial.
Jules (Brittany Allen) © 2018 Digital Interference Productions.
Y todo hubiera debido seguir el mismo curso de no ser por el instinto de supervivencia de Jules (Brittany Allen), su última pareja y candidata a ocupar un lugar en su particular y oxidada caja de los trofeos. En un principio, el guion reescrito en multitud de ocasiones por Jackie transcurrió según lo establecido y, llegado el momento, Jules cayó presa de la soterrada locura que fluye desde el interior de quien, hasta ese preciso instante, era su pareja sentimental.
Hasta ahí, nada nuevo que contar, como todas las veces anteriores. El problema viene cuando el ya mencionado instinto de supervivencia de Jules hace acto de presencia. Es entonces cuando el estudiado desarrollo argumental previo se transforma en una suerte de juego del gato y el ratón, donde los delirios paranoides de Jackie compiten con la fuerza de voluntad y el empeño de Jules por no sucumbir ante quien disfruta con toda aquella dantesca situación.
Para ninguna de las dos, sobre todo para la asesina, la situación el fácil de llevar, más si se tiene en cuenta lo engorroso que es cambiar los planes en el último momento, pero ya se sabe que el destino es un infante caprichoso que se deleita con sacarnos de nuestras casillas, al precio que sea y sin reparar en gastos.
Poco a poco, y teniendo en cuenta las pocas cartas que se repartieron, nada más llegar al idílico escenario escogido para la ocasión -una enorme casa a la orilla de un lago, lugar de aprendizaje, de muerte y de asimilación para una Jackie que asume, con total naturalidad el monstruo que es- el epílogo final transcurrirá deslizándose sobre las impresionantes notas musicales del segundo movimiento “Allegretto” de la séptima sinfonía de Ludwig van Beethoven, Opus 92. La elección de esta pieza musical no es ni mucho menos casual, dado que toda la película está impregnada de una retorcida y sangrienta belleza, la cual llega a difuminar la tragedia a la que se ve sometida Jules. Da la sensación de que el director, Colin Minihan articula todo el relato cinematográfico como si se tratara de una composición musical, con sus tempos, sus melodías y llegado el momento, con un final que no deja indiferente a nadie, sin necesidad de ningún exceso innecesario ni banal.
Lo peor de todo es admitir que, en realidad, no sabemos al lado de quién estamos, por mucho que nos esforcemos en pensar y sentir lo contrario. Podemos llegar a creer que una persona tan deleznable como Jackie es el producto de la enferma psique de un guionista desnortado, pero ¿estamos seguro de que es así, en la vida real? What Keeps You Alive nos demuestra lo contrario.
VARGUR y Den blomstertid nu kommer (Nordic genre invasion)
Siguiendo con la línea de pensamiento sobre la que se organiza este artículo, es el momento de hablar del instinto de supervivencia urbano, aquel que nos es más común, dado que se puede encontrar en cualquier país del mal llamado mundo civilizado y que, de un tiempo a esta parte, ha llegado a convertirse en un problema. ¿Por qué? Pues porque vivimos cada vez más aislados y, entre los especuladores, los oportunistas y los cargos electos que se dejan sobornar a la primera de cambio, nuestra sociedad está expuesta a catástrofes como la última, y aún convaleciente, crisis económica. Ya ni siquiera en la ordenada, cerebral y consecuente sociedad nórdica se está libre de este tipo de individuos, carentes, todos ellos, de la más mínima ética y deontología profesional.
Erik (Gísli Örn Garðarsson) y Atli (Baltasar Breki Samper) © 2018 RVK Studios.
Erik (Gísli Örn Garðarsson) representa al profesional de éxito, un abogado hecho a sí mismo, con un pasado marcado por la adicción de su madre y sus problemas con la justicia, siendo aún un joven sin un rumbo definido. En el momento en el que se desarrolla la película Vargur, ópera prima del realizador y guionista Börkur Sigþórsson, Erik, aparte de letrado, es un promotor inmobiliario que pretende subirse a la ola de especulación la cual, años después, golpeó la economía y la estabilidad de Islandia, país en el que se desarrolla la acción.
En el extremo contrario se sitúa su hermano Atli (Baltasar Breki Samper), un delincuente de poca monta, víctima de un sistema que destruye a todo aquel que no sabe zafarse a tiempo, tal y como hizo Erik, y que trata de sobrevivir mientras encadena una mala decisión tras otra. Viéndolo, nadie pudiera pensar que todo lo que sucede delante de nuestros ojos esté pasando en mundo que, en teoría, nada se parece a la Europa del sur, mucho más desposeía, vulnerable y condicionada por las enormes desigualdades que segmentan la población de una forma brutal y descarnada.
Por si fuera poco, Erik, el “bueno” de la familia, no dudará en condicionar, más si cabe, la vida de su hermano, embarcándolo en un proyecto que sólo busca tapar su desmedida e insensata ambición como promotor inmobiliario, en un instante, donde quien no lo era nadaba contracorriente. La idea pasa por aprovecharse de la desesperación de todos aquellos que quedaron indefensos tras la caída del telón de acero y de aquel sistema que iba a traer la paz, la prosperidad y la igualdad a los seres humanos. Sofía (Anna Próchniak), una madre desesperada en busca de un futuro mejor, se convertirá en el epicentro de una tragedia que contará, además, con Lena (Marijana Jankovic), una policía de origen eslavo -al igual que Sofía- empeñada en desentrañar la compleja telaraña que se va desarrollando alrededor de los dos hermanos. El tráfico de drogas, el abandono, la especulación y la carencia de ningún freno ético son los condimentos con los que el director y guionista adereza toda la narración.
Sofia (Anna Próchniak) © 2018 RVK Studios.
Con estos mimbres y con el telón de fondo de una sociedad, la islandesa, -la cual vivió su momento de gloria y desenfreno económico, para desgracia de los ciudadanos normales y corrientes del país nórdico- iremos descubriendo cómo nuestra sociedad está condicionada por quienes disfrutan manipulando las reglas del juego, de manera torticera y brutal.
Börkur Sigþórsson (BS): Erik representa esa parte de la sociedad islandesa que jugó con la estabilidad de todo el país. Durante años, ni siquiera el cielo parecía el límite hasta que, un día, todo se vino abajo. Lo peor de todo es que, tras las quiebras de los bancos, la recesión y crisis económica, las cosas no han cambiado, prácticamente nada, en mí país, por mucho que se diga lo contrario.
Film Kino (FK): En realidad, quienes provocaron todo aquello, quedaron indemnes, salvo por los directores de los bancos que acabaron en la cárcel.
BS: Sí, pero quienes autorizaban aquellas operaciones y quienes se enriquecieron con ellos, tal y como le pasa a Erik y al despacho en el que trabaja, continúan libres…
FK: En España, los responsables, ni han sido juzgados, ni los bancos han devuelto el dinero que perdieron y a nadie parece extrañarle.
BS: Mi película, además de estar planteada antes de la crisis, bebe de un suceso real, basado en un caso de tráfico de drogas, el cual tuvo mucha repercusión mediática en aquellos momentos. Lo que ocurre es que todo está, de algún modo, relacionado, aunque, a primera vista cueste verlo. Tampoco quiero decir que en mi país haya un gran problema con el tráfico de drogas, pero sí que es cierto que, ya antes de la crisis, temas como éstos empezaban a sonar en los medios de comunicación.
FK: La película, tal y como la entiendo yo, también pone de manifiesto el instinto de supervivencia que mueve a los personajes, sobre todo a Erik, incapaz de detenerse por nada ni por nadie.
BS: Erik es esa persona que no duda en pasar por encima de su madre, de su hermano, de su socio y de quien haga falta con tal de sobrevivir. Él logró salir del escenario en el que sigue atrapado Atli, y no está dispuesto regresar. De ahí que la empatía que siente su hermano por Sofía no entre en sus esquemas. Para Erik, Sofía es una herramienta y, si la herramienta falla, hay que buscar otra.
FK: La verdad es que da una imagen de la sociedad islandesa muy alejada de la que se tiene en el resto de Europa…
BS: Yo quise que Erik representara todo lo malo que hubo, y que sigue habiendo, en mi país y cómo su forma de comportarse afecta a quienes le rodean.
FK: En realidad, los tres personajes principales solamente quieren sobrevivir…
BS: El problema es que Erik ha perdido la ética personal que su hermano aún conserva y, entre el fiasco de la operación y las constantes preguntas de Lena, la policía que no deja de acosarlo, su comportamiento llegará a un punto sin retorno.
FK: Y todos lo que se relacionan con él acabarán siendo las víctimas de quien, en apariencia, es quien más confianza inspira.
BS: Es lo mismo que pasa en nuestra sociedad, la cual castiga a los más débiles y perdona a quienes deberían ser juzgados.
FK: Si en mi país juzgaran y condenaran a todos los que tuvieron algo que ver con la crisis de hace una década, no habría cárceles para todos.
BS: En Islandia, tampoco (risas)
Vargur vuelve a poner sobre la mesa aquella máxima que dice que los seres humanos son los verdaderos monstruos de la creación, justo cuando la balanza social se ha desequilibrado hasta extremos cercanos a la náusea.
Den blomstertid nu kommer (Victor Danell, 2018) tampoco evita recorrer lugares comunes, en este caso, una hipotética invasión de Suecia por parte de la Federación Rusa del camarada Vladimir Vladimirovich Putin y sus seguidores. Esta excusa argumental, en un mundo, el actual, donde las ideologías han vuelto a hacer acto de presencia -y de qué modo- fue rodada por el excesivo, pero, ciertamente genial John Milius en 1984, con el título de Red Dawn, que contó con Patrick Swayze, C. Thomas Howell, Charlie Sheen, Lea Thompson y Jennifer Grey dando vida al grupo de jóvenes rebeldes “the Wolverines”, enfrentados contras las tropas del bloque soviético que han invadido los Estados Unidos de América. Treinta años después, Dan Bradley repitió el mismo esquema, con Chris Hemsworth, Adrianne Palicki, Josh Peck, Josh Hutcherson e Isabel Lucas interpretando los papeles principales. Esta nueva versión de la historia escrita por John Milius y Kevin Reynolds para la versión estrenada en 1984 no posee ni la épica, ni el descaro de la primera versión y ni siquiera logra ser tan políticamente incorrecta como lo es la película dirigida por John Milius, en donde no hay escala de grises que valga, salvo en la secuencia final y por aquello de no ser muy radical.
En el año 2010, el director Stuart Beattie llevó a la gran pantalla Tomorrow, When the War Began, título de la novela escrita por John Marsden en 1993 y que, en líneas generales, repite el mismo esquema que las dos películas anteriormente citadas, aunque el relato tenga un tono mucho más crepuscular, y casi diría que distópico, si se lo compara con el guion de las dos anteriores.
Tomorrow, When the War Began © 2018 Ambience Entertainment & Omnilab Media.
La película de Victor Danell, en su doble papel de director y guionista -faceta, ésta última que comparte con el actor principal de la cinta, Christoffer Nordenrot- utiliza la invasión del país nórdico como una forma de poner sobre la mesa los problemas de incomunicación familiar y personal que también existen en estas latitudes del globo. Alex (Christoffer Nordenrot) es un joven cuyo mundo gira alrededor de su amiga Anna (Lisa Henni), dado que su relación con sus propios progenitores no es, precisamente, buena, sobre todo con su padre, Björn (Jesper Barkselius). Cuando la figura materna, primero, y luego Anna desaparecen de su mundo, Alex tratará de dejar atrás su antigua vida y emprender una carrera profesional que le libre de sus fantasmas personales. Sin embargo, un súbito ataque terrorista en la ciudad de Estocolmo será la antesala de una silenciosa e invisible invasión que le obligará a tomar partido por quienes, llegado el momento, lo abandonaron.
En realidad, la invasión y el camino que debe recorrer para salvar la vida de quien ha sido la única persona realmente importante en su vida, le supondrá al personaje interpretado por Christoffer Nordenrot recorrer lo que Joseph Campbell llamó “El viaje del héroe”, en su libro El héroe de las mil caras. Según el profesor Campbell, el héroe suele pasar a través de una serie de ciclos y/o aventuras similares, éstas, en todas las culturas y que se pueden resumir en la siguiente trilogía: Separación, Iniciación y Retorno.
Björn (Jesper Barkselius) y Alex (Christoffer Nordenrot) © 2018 Crazy Pictures.
Sin ser muy consciente de ello, Alex terminará por ser ese héroe accidental que, llegado el momento, logrará hacer las paces con su pasado y, sobre todo, con un padre con el que nunca había logrado sintonizar.
Den blomstertid nu kommer no sólo reinterpreta uno de los grandes clásicos del cine distópico con sus raíces fuertemente arraigadas en una hipotética Tercera Guerra Mundial, sino que demuestra la capacidad y el desparpajo del cine nórdico de género por salirse del encasillamiento al que ha estado metido hasta hace bien poco. Su sencilla, directa y cuidada puesta en escena, soportada en unos actores que van a más según pasa el tiempo, y libre como está de los complejos derivados de cualquier consideración político-social que pudiera lastrarla -como sí sucedió con Red Dawn, rodada en plena administración de Ronald Reagan- convierten a esta película en uno de los títulos de género más entretenidos y recomendables de los últimos años.
Además, la actualidad mundial, tan proclive a demostrarnos que la realidad siempre superará a la ficción, nos demuestra cada día que lo que se cuenta en Den blomstertid nu kommer puede no ser algo tan descabellado, a pesar de todo.
Anna (Lisa Henni) © 2018 Crazy Pictures.
Texto
© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2018.
Imágenes
Lifechanger © 2018 Federgreen Entertainment, Unstable Ground Productions & 9 Light Entertainment.
The Prey © 2018 Altered Vision Films & Kongchak Pictures.
The Most Dangerous Game © 1932 RKO Radio Pictures.
Cutterhead © 2018 Beo Starling & New Danish Screen.
What Keeps You Alive © 2018 Digital Interference Productions.
Vargur © 2018 RVK Studios.
Tomorrow, When the War Began © 2018 Ambience Entertainment & Omnilab Media.
Den blomstertid nu kommer © 2018 Crazy Pictures.
Sobre este blog
Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
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