Retenidos en Madrid ocho estudiantes canarios de la Fundación Amancio Ortega repatriados desde Norteamérica

Estudiantes becados por la Fundación Amancio Ortega

Canarias Ahora

Las Palmas de Gran Canarias —

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Tras el estallido de la pandemia de COVID-19, lo único que quieren es “estar en casa lo antes posible”, pero las restricciones al transporte aéreo con las Islas amenazan con interrumpir su viaje. Ahora, a falta de un permiso excepcional, ocho estudiantes canarios becados por la Fundación Amancio Ortega para estudiar primero de bachillerato en centros de Estados Unidos o Canadá, tendrán que pasar noche en Madrid, el epicentro de la crisis, antes de volar a casa.

La Fundación ha fletado dos vuelos a Madrid, uno desde Dallas para los estudiantes en Estados Unidos, y otro desde Toronto para los estudiantes de Canadá, para repatriar a los estudiantes españoles becados. Desde allí, la mayoría de los chicos y chicas volverán a sus casas por tierra, con la excepción de los que viven en Baleares y Canarias. La Fundación había contratado vuelos chárter para que pudieran volar a casa lo antes posible, pero las restricciones a los vuelos a las Islas decretadas por el estado de alarma han torcido sus planes.

Durante el estado de alarma, los vuelos comerciales diarios entre Canarias y la península se han reducido de 115 a 17 en cada dirección y solo se pueden ocupar el 50% de los asientos disponibles en cada avión. Los vuelos de recreo, privados o chárter entre o a las Islas, como el fletado por la Fundación, están prohibidos. Solo están exentos de las restricciones impuestas los vuelos del Estado, de carga, posicionales, humanitarios, médicos o de emergencia.

Los padres de los estudiantes se han puesto en contacto con la Consejería de Presidencia, Justicia y Seguridad del Gobierno de Canarias, que les ha asegurado que hará lo posible para facilitar el retorno de los jóvenes, pero que necesitan la autorización específica del Ministerio de Trasportes Movilidad y Agenda Urbana.

Pilar Merino, cuya hija Elena estaba cursando el equivalente a primero de bachillerato en el estado de Wisconsin, pide que se haga una excepción con el vuelo fletado para repatriar a los estudiantes.

“Aunque usen guantes, mascarillas y demás medidas de protección, siempre hay un mínimo riesgo que, si podemos evitarlo sin perjudicar a nadie, se debería evitar”, dice.

Pilar asegura que, aunque entiende “que las restricciones son necesarias, siempre se pueden hacer excepciones si el resultado es más coherente, más seguro y no se perjudica a terceros”.

Desde 2010, el programa de becas de la Fundación Amancio Ortega selecciona a 600 alumnos de 4º de la ESO cada año para estudiar primero de bachillerato en EEUU y Canadá. El programa, según la página web de la Fundación, “pretende proporcionar a los jóvenes participantes no sólo el dominio del idioma inglés, sino también herramientas que les ayuden a incrementar su capacidad para adaptarse a nuevos entornos sociales y culturales.” Durante los últimos diez años, más de 2.300 estudiantes españoles han sido becados y el año pasado se presentaron más de 10.000 candidatos para las 600 plazas ofrecidas.

Elena estudiaba en Boyceville, un pueblo de unos 1.000 habitantes en el estado de Wisconsin. Este estado al norte del país, famoso por sus grandes lagos y sus quesos, tiene, al mediodía del viernes 27 de marzo, unos 700 casos registrados de COVID-19 entre su población de cerca de 6 millones de habitantes.

La experiencia de Elena en Boyceville, que según su madre estaba siendo “de 10”, no se había visto interrumpida hasta ahora por la pandemia. Debido a la falta de iniciativa a nivel federal, y con la mayoría de los casos concentrados en las grandes ciudades de Nueva York, Washington y California, los estados más rurales de Estados Unidos han sido lentos en la toma de medidas para contener el virus.

Cuando la Fundación se puso en contacto por primera vez con los estudiantes becados para informarles sobre la declaración del estado de alarma en España y darles la opción de volver a casa, Elena se inclinaba por quedarse. Sin embargo, la posibilidad de quedarse atrapada fuera de España y que, pasados los meses, tuviera problemas en Estados Unidos con su permiso de residencia le hacía dudar. Pocos días después, con la precipitación de los acontecimientos en España, la Fundación, responsable de la salud y seguridad de los estudiantes durante su estancia en el extranjero, tomó la decisión por ella, mandando a repatriar a todos los becados.

“Le quedaron experiencias pendientes que estaba deseando vivir, pero las circunstancias mandan y era muy consciente de que ahora tenía que volver a casa. Se nota que ha madurado mucho con toda esta experiencia,” asegura su madre.

En los últimos días, el instituto de Boyceville ha cancelado las clases presenciales y las ha sustituido por un sistema virtual a distancia que Elena podrá utilizar desde su casa en Gran Canaria. Desde la Fundación le han dicho que dan el curso por finalizado, aunque queda por ver si el Ministerio de Educación acepta su convalidación.

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