Cajas de fruta y rollos de servilleta dan vida al nuevo 'Titanic' anclado en Las Palmas de Gran Canaria

Mientras el resto de los mortales cuando ve la tabla de madera que salvó a Rose en el Titanic piensa que en ella también se podría haber subido Jack y evitar su trágica muerte en el mar, posiblemente, José Cáceres solo ve un diamante en bruto para crear una nueva miniatura. Precisamente, su última obra se inspira en el trasatlántico más famoso de la gran pantalla (antes, eso sí, de chocar contra el iceberg), que ha echado el ancla esta semana en la Fundación para el Estudio y Desarrollo de la Artesanía Canaria (Fedac). Aunque ha arribado a esta sala sin daños y en formato mini, lo cierto es que se trata de la maqueta de barco más grande hecha en España.
Esta réplica del Titanic made in Canarias mide 3,10 metros a escala 1,87 y todas sus piezas están elaboradas con materiales reciclados, una de las marcas personales que definen todos los trabajos de Cáceres. En concreto, para su elaboración, se necesitaron algunas cajas de frutas; rollos de servilletas, esenciales para dar forma a las chimeneas por las que, curiosamente, también se expulsa humo mediante un mecanismo a distancia. Sin embargo, la técnica de las manos de este artesano hace parecer que las piezas de sus obras están recién compradas en un pack: todas impolutas y encajando a la perfección.

Nacido en el histórico barrio pesquero de La Isleta, José Cáceres solo se sirve de sus propios ojos para inspirarse: ve algo que le llama la atención y se pone manos a la obra, algo que le nace desde muy pequeño. Cuando sus amigos le cerraban las puertas a jugar al fútbol porque “era malo con ganas”, como reconoce, tuvo que buscar otras alternativas a las que dedicarle tiempo. Y no tardaron en surgir.
“Yo desarmaba todos los juguetes que me regalaban mis padres en Reyes para volver a armarlos de nuevo. Antes no había ni móviles ni ordenadores y mi pasatiempo eran las maquetas, pero como en mi familia no había mucho dinero para comprar piezas de plástico, las hacía yo de madera”. Con el tiempo, este pintor de 51 años siguió con lo que él denomina “su hobby” y a pesar de que hacía cometas y cohetes para los niños, todavía no había dado con la “musa” para sus obras, pese a tenerla delante durante toda la vida.
Desde muy pequeño, este isletero iba al Puerto de Las Palmas a acompañar a su padre mientras este trabajaba. Allí, se quedaba embelesado con el entrar y salir de los barcos. No fue hasta hace ocho años cuando creó su primera barquilla y se dio cuenta de que “es lo más que me gusta”. Por ello, ir a la exposición de Cáceres en la Fedac tiene algo parecido a pasear por la Puntilla, uno de los extremos de la playa de Las Canteras, donde solo falta un mar que sujete a las 30 barquillas diminutas que el artista empezó a elaborar, junto a la réplica del Titanic, hace algo más de un año.

También están expuestas otras miniaturas, imágenes simbólicas de Gran Canaria en su versión más ecofriendly, como el Castillo de La Luz o faros hechos con latas. Sin embargo, todo lo que ve José Cáceres es fuente de inspiración, por lo que no es extraño que al lado de las figuras más locales aparezcan submarinos elaborados “con las latas de Nesquik y botellas” de espray, el avión ideado por Leonardo da Vinci o el barco que aparece en la película King Kong. “El otro día vi la película y me fijé en que el barco era viejo y muy bonito. Y lo hice”.
Cuando se ve la inmensidad que encierran las pequeñas cosas, como hace este artista grancanario, no hace falta más que observar el mundo. Lo de sus manos, ya es cuestión de magia.
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