La familia de Sara ''resiste'' cuando se cumple un año de su desaparición

El lunes 30 de julio se cumple un año de la desaparición de Sara Morales, circunstancia que ha marcado la vida de una familia modesta del barrio de Escaleritas, en Las Palmas de Gran Canaria. El agotamiento y la desesperación que sienten lo encarna su abuela, Josefa Castellano, una mujer cuya salud se ha resentido de manera importante en estos doce meses hasta el punto de no poder asistir a las concentraciones en recuerdo a su nieta. “Estamos agotados, no podemos más”, son las palabras más repetidas por Josefa, quien habla con un hilo de voz apenas audible producto del cansancio, la tristeza y el llanto.

“Estamos muy mal, mi niña”, afirmó. La abuela de Sara reconoce que no “sabemos nada” y esto incrementa “nuestra desesperación”, como se vio al final de la concentración del pasado viernes cuando “sus padres no pudieron dejar de llorar por el recuerdo de su niña”. Este lunes se cumple un año de una desaparición de la que se carecen de datos o pistas ciertas que encaminen al equipo de investigación hacia el paradero de la menor.

Sin embargo, la familia no pierde la esperanza. Josefa insiste en que “tenemos que confiar en el trabajo de la policía porque no nos queda más remedio, somos gente humilde que no tenemos dinero para traer investigadores de fuera”. Por esto, la confianza en el trabajo de los equipos policiales destinados a este caso es lo único que les queda aunque “hasta ahora poco nos dicen”, reconoce la abuela de Sara.

Josefa Castellano define la situación de su familia como “muy mala, mi hija y mi yerno están muy mal” pero “resistimos porque estamos seguros que Sara volverá”. Por ello afirma que “nunca dejaremos de buscarla”. Para ello se han reeditado nuevos carteles que se están distribuyendo por toda la Isla con el objetivo de “que no la olviden”, agregó Josefa, quien sí ha visto con tristeza como la imagen de su nieta ha ido desapareciendo paulatinamente de las calles capitalinas con el paso de los meses.

Sara desapareció el 30 de julio de 2006 cuando se dirigía al Centro Comercial La Ballena, en Las Palmas de Gran Canaria, para ir al cine con un amigo. A esa cita nunca llegó y desde ese mismo día sus padres la buscan desesperadamente. La única pista fiable es que su móvil sonó siempre hasta que alguien lo descolgó para posteriormente apagarlo definitivamente. A este hecho se aferran sus padres y familia en general para pensar que la adolescente “no se fue por su propia voluntad” como afirma su abuela.

La investigación continúa

Esta hipótesis es una de las principales con las que trabaja el equipo de investigación que lleva el caso en la Comisaría General de Las Palmas de Gran Canaria, quienes han declarado que un año después se continúa comprobando “todas las llamadas que nos llegan sobre el caso de Sara”. En este año han sido “muchas, incontables”, afirman dichas fuentes, las llamadas recibidas sobre este caso y es que durante meses esta desaparición estuvo muy presente en el día a día de todos los grancanarios.

El rostro de Sara pasó del anonimato más absoluto a ocupar vehículos, ventanas, guaguas, marquesinas, centros comerciales o vallas publicitarias de todo el Archipiélago lo que motivó un alud de llamadas dando informaciones, en la mayoría de los casos y “por desgracia” falsas, agregan las fuentes policiales.

En estos últimos meses el número es “muy menor” pero el seguimiento es el mismo, afirmaron, por lo que hicieron un llamamiento a la tranquilidad y la confianza.

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