La huelga que cambió el transporte de viajeros por carretera en Gran Canaria
Durante 45 días, los trabajadores de la empresa Autobuses Interurbanos Canarios S.A. (Aicasa), concesionaria del servicio de transporte interurbano de pasajeros de Gran Canaria, mantuvieron una huelga que cambió el transporte de viajeros por carretera en la isla. El paro se desarrolló del 13 de agosto al 27 de septiembre de 1971, en época franquista, “cuando las huelgas no solo estaban prohibidas, sino que eran sancionables”, explica Fernando Cardenal, quien vivió los hechos que se desencadeno en primera persona, como administrador judicial de Aicasa. Este 6 de octubre, presenta en el Gabinete Literario el libro Más que una huelga, donde plasma los sucedido hasta la fundación de Salcai, de la que se cumplen este miércoles 48 años, y Utinsa.
Licenciado en Derecho, Cardenal se especializó en derecho laboral e ingresó en el cuerpo de inspectores de trabajo. Su primer destino fue Las Palmas de Gran Canaria, donde se encontró “una sociedad complicada, con problemas evidentes”. Casi medio siglo después, volvió a la ciudad y se reunió “con amigos de aquellas épocas”. Entre conversaciones, se percataron que sobre la huelga de los trabajadores de Aicasa apenas había nada escrito. “Analizamos, preguntamos y al comprobar que no había nada, creíamos que valía la pena dejar un recuerdo y que no quedase en el olvido lo que se había hecho; el esfuerzo de los trabajadores de Aicasa por conseguir unos objetivos importantes”. Encontró sus documentos como administrador judicial de la empresa y recabó testimonios de la época hasta reflejar en un libro la huelga que “provocó un cambio total en la estructura del transporte”.
Heredera de la empresa Melián y Cía, Aicasa nació en 1952. El contexto del que surgió la huelga de la única entidad que prestaba el servicio de transporte de viajeros por carretera hunde sus raíces en dos problemas. Uno de carácter interno, de tipo financiero, con deudas, ingresos que no cubrían gastos, un parque de vehículos antiguos en mal estado (fueron adquiridos en la década los 50 en mercados londinenses de segunda mano) y trabajadores sin cobrar durante meses. Y otro histórico en la Isla: la competencia de vehículos con licencia de taxi que recogían viajeros, reiteraban los itinerarios y cobraba individualmente, a los que se denominaba piratas.
“Nos encontramos a una empresa concesionaria sometida a una competencia, en parte legal, de cooperativas piratas y de otras que no tenían ningún tipo de base legal para actuar. Todo se agrava cuando aparecen particulares que se dedican al transporte de viajeros por su cuenta con cobro individual”, detalla Cardenal, que vivió la huelga como “observador” en su puesto de inspector de trabajo.
Los trabajadores primero plantearon un conflicto colectivo, pero al no existir capacidad para resolver el problema, iniciaron los paros. “Al principio se intenta presionar a los trabajadores para que vuelvan a la normalidad”, relata Cardenal. Hasta que el obispo Infantes Florido visitó a los trabajadores en el parque San Telmo. “Hizo una exhortación sobre el problema y organizó una colecta junto a las parroquias de la diócesis que consiguió más de 200.000 pesetas”. Marcó todo un hito y cambió la perspectiva, obligando a las autoridades a buscar soluciones.
Primero se planteó que fuesen las cooperativas piratas quienes absorbieran a los trabajadores de Aicasa, pero estos se negaron. Fue surgiendo la idea de crear una sociedad anónima laboral (Salca), los trabajadores fueron recibidos por la comisión interministerial que atendía el asunto y se adoptan una serie de decisiones que propician el abandono los paros. A finales de septiembre, se decidió intervenir Aicasa y se constituyó una administración judicial para hacerse cargo de su gestión, a cuyo frente estuvo Antonio González Vieitez hasta que dimite en noviembre y le sustituye Cardenal. “Había mucha tensión, pero todo se desarrolló pacíficamente. La ciudadanía utilizaba entonces el transporte pirata y la autoridad del transporte autorizó a una serie de compañías y empresas a realizar los recorridos que le correspondían a Aicasa”.
Se consigue pagar los salarios a los trabajadores y montar una estrategia de empresa diferente, intentando rentabilizar los recursos. Pero faltaba por lidiar con los intereses encontrados: los trabajadores de Aicasa querían que la sociedad anónima laboral creada (Salca) fuese la única en la que se integrasen todos los conductores y los piratas querían ser ellos los protagonistas. Finalmente, se soluciona con un decreto ley en noviembre de 1972 que divide el transporte de viajeros por Gran Canaria en dos: norte-centro y sur. Un área para la sociedad promovida por los antiguos trabajadores de Aicasa y otra para las cooperativas piratas.
El 6 de octubre de 1973 iniciaron sus nuevos servicios Salcai, con los trabajadores de Aicasa y Utinsa, la empresa formada por las cooperativas. “Se acaba con un modelo antiguo basado en concesionaria y piratas y se crea uno nuevo. Sin la huelga esto posiblemente no se hubiera producido”, concluye Cardenal.
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