El ignorado patrimonio natural de Arrecife
Desde que en 1949 Arrecife llorase la pérdida de su único árbol, la ciudad ha crecido en barrios y vegetación, sin haber conseguido optimizar el ordenamiento de ninguna de las dos cosas. La tala de árboles ejecutada en agosto para la peatonalización de la marina capitalina ha generado dudas y cierta controversia entre los vecinos.
En 1958 se plantaron seis araucarias en la primera zona verde que disfrutó la ciudad. Duraron medio siglo y tuvieron que talarse por enfermedad, igual que las 43 palmeras que vestían la avenida La Marina y de las que sólo quedan alcorques tapiados con cemento.
Todavía se añoran las buganvillas del parque Ramírez Cerdá, después de que fueran arrancadas en 2011 para construir nuevas pérgolas. Cuatro años después, aún no hay celosía vegetal. Cerca del parque viejo, está la calle García Escámez y su pequeño arbolado que progresó con bastantes dificultades. “Los rompían a cada momento”, recuerda Jaime Gil, investigador de flora canaria. Hace varias semanas, y ante la indignación de varias personas que lo presenciaron, la pala de una excavadora tronchó las ramas de una Parkinsonia en esta vía arrecifeña porque entorpecía la apertura de una zanja.
¿Tenemos poca sensibilidad con nuestro patrimonio vegetal? “Aunque no nos guste, en ocasiones debemos realizar obras en beneficio de determinadas infraestructuras que pueden afectar la integridad de la jardinería”, apunta Alfredo Reyes, director del Jardín de Aclimatación de La Orotava (Tenerife) y estudioso de la flora y vegetación de Lanzarote. Por ejemplo, son muy frecuentes las podas drásticas de árboles en aras de la seguridad ciudadana, “que es lo que debe prevalecer en estos casos”. Cualquier actuación “debe valorar previamente sus efectos” y debería existir “coordinación entre los responsables de las distintas administraciones o áreas implicadas para dar una solución lo más consensuada posible”, recalca.
Las obras de peatonalización de la Avenida forman parte del plan de zonas comerciales abiertas, que quiere revitalizar el flujo de peatones y consumidores en la ciudad. El proyecto contempla la plantación de almendrones de la India (Terminalia catappa) “para crear espacios de sombra”, algunas palmeras reales (Roystonea regia), árboles de fuego(Brachychiton Acerifolius), dos laureles de india que flanquearán el comienzo de la calle Real, un palo rosa (Tipuana tipu) en la pequeña plaza que se formará frente a la delegación del Gobierno y una jacaranda. Son especies vegetales “adaptadas al clima insular” y que toleran la cercanía del mar. El proyecto define varias soluciones constructivas para que el desarrollo de los árboles no afecte al pavimento.
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