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La isla de El Hierro como ejemplo sanitario para la España vaciada

Isla de El Hierro.

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Una serie de televisión proyectó el año pasado la imagen de la isla más remota de Canarias. El 7 de junio de 2019 se emitía el primer capítulo de Hierro, una exitosa ficción que tiene como hilo conductor la investigación sobre un crimen que sacude la tranquilidad del punto más occidental de España y como personaje principal a una adusta jueza, recién llegada, que va descubriendo poco a poco los singulares patrones por los que se rige una población pequeña, de poco más de 11.000 habitantes, donde todos (o casi todos) se conocen. El paisaje es un elemento esencial en la trama, pero también esas peculiaridades isleñas que primero irritan, hasta la exasperación, a la jueza y que progresivamente va asimilando la protagonista en su proceso de transformación.

Justo un año después, las particularidades de la isla de El Hierro han vuelto a salir a la palestra en un contexto muy diferente. Ha sido en el Congreso de los Diputados, de la mano de la catedrática de Economía de la Salud Beatriz González López-Valcárcel. La investigadora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), integrante del grupo de expertos científicos que asesoran a los gobiernos central y regional, ha puesto a la sanidad herreña como ejemplo de flexibilización de las relaciones laborales y de incentivos profesionales para los sanitarios que van más allá de los económicos. “Los trabajadores somos heterogéneos, hay personas que valoran más el reconocimiento, el prestigio, o la posibilidad de conciliar la vida familiar con la laboral”, dijo.

La experta explicó, en el marco de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica, que el Hospital de El Hierro “solo existe por un criterio de equidad” y que dispone de servicios, como “los de laboratorio, cirugía, radiodiagnóstico o anestesia”, que no existirían si el único principio bajo el que se rigiera el sistema de salud fuera el de eficiencia. “¿Qué buen anestesista o cardiólogo quiere ir a trabajar al Hospital de El Hierro? Es difícil. ¿Cómo se ha incentivado? Hay profesionales buenísimos trabajando en El Hierro. Se ha ofrecido algo que no es solo una retribución. Tiene que ver con que tú trabajas una semana en la isla y a lo mejor tienes otra semana para irte a tu tierra, si eres de Barcelona o de Murcia. Un sistema flexible”, ha relatado.

En esa comparecencia en el grupo de trabajo de Sanidad y Salud Pública, González López-Valcárcel abogó por un nuevo modelo que “capte y retenga el talento” y que se aleje de las “presiones uniformizadoras” para los trabajadores públicos, incluso de la posesión de plazas. “Hay que avanzar. Si queremos defender el Sistema Nacional de Salud, hay que flexibilizar el marco de relaciones laborales. No hay otra. Si estamos defendiendo la sanidad pública, no me parece muy edificante el que alguien pueda decir yo soy propietario de mi plaza. Parece una contradicción. Si es sanidad pública, ¿cómo vas a tener propiedad privada sobre una plaza?”, aseveró la catedrática antes de aclarar que no es partidaria de derogar los estatutos que definen estas relaciones, pero sí de reformarlos. 

En este contexto, el modelo herreño se erige para la experta en uno de los ejemplos de incentivos para que los sanitarios trabajen en los territorios menos poblados, para poder garantizar la cobertura de los servicios en la llamada España vaciada. Aunque esta área de salud se halla inmersa desde hace unos meses en una situación de alta conflictividad en diferentes sectores por una serie de decisiones del actual gerente que los trabajadores consideran arbitrarias, la sanidad de la isla del Meridiano se ha sustentado durante años con unos turnos de trabajo que resultan atípicos bajo el prisma de otras zonas más acostumbradas a las saturaciones hospitalarias y extrahospitalarias, pero que favorecen la conciliación laboral. Un sistema de organización que, unido a una baja presión asistencial y la posibilidad de dedicar a los pacientes “tiempo de calidad”, ha redundado en el bienestar de los profesionales consultados por esta redacción.  

Es el caso de algunas especialidades con equipos conformados por dos médicos que se reparten el mes en quincenas. Cada uno de ellos asume durante esas dos semanas todo el peso de la labor asistencial, tanto en jornada ordinaria presencial de 35 horas (de lunes a viernes de 08.00 a 15.00), como en las guardias localizadas durante el resto de horas y días. Esta organización permite a los facultativos (la mayoría de ellos de fuera de la isla) librar los otros quince días para poder volver a sus domicilios o realizar otras actividades. También los profesionales de Enfermería de ciertas áreas regulan sus horarios de esta forma o con soluciones similares. “La carga de trabajo en El Hierro lo permite. Normalmente hay muy poca actividad, aunque en algunos momentos sí puede haber bastante para una sola persona”, señala un sanitario de la isla que añade que en estos casos concretos las ventajas también se dan en términos retributivos debido al elevado número de guardias que tienen que realizar en comparación con los hospitales de tercer nivel de las islas capitalinas, que cuentan con plantillas mucho más amplias.

También han sido habituales en los últimos años en otras áreas hospitalarias las guardias de 24 horas con cuatro días de libranza para personal médico y de enfermería o turnos semanales con doce horas diurnas (de 08.00 a 20.00) y doce nocturnas (de 20.00 a 08.00), con día saliente (a partir de las 08.00) y otros dos de libranza. En los centros de salud, se estableció desde hace décadas una jornada de atención continuada el fin de semana, de manera que los mismos equipos de sanitarios permanecían de guardia sábados y domingos completos para atender las urgencias ambulatorias que se produjeran en los municipios de las islas. Los trabajadores sostienen que, aunque estas peculiaridades puedan sorprender, por el elevado número de horas seguidas de asistencia, las características propias de un lugar tan pequeño como El Hierro permiten prestar la atención debida a la población sin mermar la calidad. En este sentido, apuntan que las urgencias de los centros de salud pueden atender una media de entre 50 y 70 pacientes durante todo el fin de semana, una carga que consideran perfectamente asumible con los medios de los que dispone. “Se pueden llevar bien, las noches suelen ser tranquilas. Nunca me he quejado”, subraya un sanitario de la isla.

“Al tener menos demanda, se pueden hacer cosas que en un hospital de tercer nivel no se pueden hacer, no solo técnicas, sino además de tiempo de dedicación al paciente”, explica una doctora del hospital, “no es lo mismo tener diez minutos para atenderlo que dos horas o que poder volver a citarlo al día siguiente”. “El incentivo de los turnos acaba beneficiando a todos, porque permite conciliar y le da calidad al trabajo. Estamos acostumbrados a trabajar así y hasta ahora ha funcionado”, precisa otro facultativo que incide, al igual que otros compañeros, en que el aliciente principal no es el económico.

En la línea de lo manifestado por la catedrática de la ULPGC Beatriz González López-Valcárcel, los sanitarios que trabajan en El Hierro destacan que históricamente la sanidad de la isla se ha caracterizado por su flexibilidad y por el “compañerismo y buen ambiente de trabajo”, por cubrir a otros profesionales de la misma especialidad en determinadas situaciones, incluso con jornadas laborales más prolongadas, para facilitar que se pudieran desplazar a sus lugares de origen o que pudieran disfrutar de vacaciones en determinados periodos. “Era una situación aceptada por todos y gratificante”.

El panorama, sin embargo, ha cambiado en los últimos meses. El descontento en el área de salud es generalizado, según sostienen los trabajadores, que atribuyen el conflicto a las decisiones adoptadas por el gerente desde su llegada al cargo a mediados del año pasado, entre ellas modificaciones “unilaterales” de esas condiciones laborales que los profesionales sitúan como el principal acicate para trabajar en El Hierro.

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