Las manos que no dan de comer
Hace 37 años, Nelida vio el cuerpo de una muñequita de palma. Pensó que estaba muy desnudo y decidió tejerle una falda, un mantón, el delantal, y el sombrero. Así nacía la primera muñeca de palma, que hoy se ha convertido en símbolo del norte de Lanzarote. “Mi marido trabajaba en la Ruta de los Volcanes, y un día yo le di seis muñecas para que las llevara”, explica Nelida Martín. “Volvió sin ninguna, los turistas se las compraron todas”. A partir de ese momento, Nelida se hizo una experta en muñecas de palma. Ella misma iba a coger el palmito blanco que utiliza para hacer la estructura del cuerpo, o como ella le llama, “la escoba”. También elabora la vestimenta. “Al principio las vestía sólo con el mantón negro, pero la gente me decía: '¿Por qué no la vistes de típica?', y así empecé a comprar la tela de rayas para las faldas, y le puse el fajín negro y el cruzado rojo”.
Desde hace un año y medio, Nelida no puede ir a los palmerales. La plaga del picudo rojo, que ha causado estragos en algunas islas, obligó al Cabildo a establecer una serie de medidas cautelares que incluye la prohibición de la tala incontrolada. Ahora, los propios técnicos de Medioambiente supervisan estas acciones y así se provee a los artesanos de palma para trabajar. “Vamos acotejando lo poquito que tenemos”, explica Nelida. “Pero ya las muñecas no salen como uno quiere, porque para las caritas el palmito tiene que ser ancho, y ahora mismo cortaron dos o tres muy estrechitos, y no es lo mismo”, añade con tristeza. “Hace poco nos trajeron palmito de fuera, y venía muy bonito, pero cuando lo abrimos, estaba manchado, porque seguramente lo tendrían mucho tiempo embalsamado y el palmito hay que abrirlo para que coja el sol y se ponga blanco”. Nelida tuvo que tirarlo. “Fue una pena”.
La artesana acude cada domingo al Mercado Artesanal de Haría, donde expone sus muñecas. Cerca de ella, Esther Romero vende sombreros, bolsos y esteras. Su materia prima también es la palma. Y también sufre las consecuencias de la maldición del “bicho rojo”, como ella lo llama.
Nelida y Esther llevan muchos años dedicándose a la artesanía, aunque nunca llegaron a pensar en ella como una forma de ganarse el pan. La primera vende sus muñecas a las tiendas de los Centros Turísticos de Lanzarote. “Se venden mucho, en 37 años nunca he dejado de hacerlas”. La segunda, se queda con los mercados y las ferias. “Yo ya soy muy mayor, y no tengo ni una empresa, ni una tienda”, explica Esther. “Sólo mi pensión y mis ganas de seguir haciendo cosas”.
Ayudas
Por segundo año consecutivo, la Consejería de Industria y Comercio ha presentado una convocatoria dirigida a los artesanos para solicitar ayudas. Uno de los requisitos de esta iniciativa es poseer el carné de artesano, algo con lo que no cuentan muchos de los más mayores. “A estas alturas, mucha de esta gente que hace artesanía son jubilados, o amas de casa que no se lo han tomado como un trabajo sino como un hobby”, apunta Lourdes Bernal, consejera de Industria y Comercio. “Por eso quizá estas ayudas van más dirigidas a la gente más joven, pero también los otros nos han aportado mucho con su experiencia, por eso intentamos ayudarles de otras formas”. Lourdes Bernal hace referencia a los comercios ubicados en los Centros Turísticos, que venden los productos de muchos artesanos. “La mejor ayuda es darle salida a sus productos a través de las tiendas que tenemos”, explica la consejera, “y sustituir algunos productos que bajo mi punto de vista no deberían estar allí”. Productos manufacturados que en muchas ocasiones no proceden de las manos de artesanos canarios, y que los visitantes compran a un precio más bajo sin conocer la diferencia en la calidad.
De momento, el Cabildo ha abierto una tienda en Puerto del Carmen que ofrece la oportunidad de vender sus productos a todos los artesanos de la Isla, y próximamente, con el traslado del Patronato de Turismo al edificio del Cabildo Viejo, en la calle Real, se ubicará allí otro establecimiento con el mismo fin. “Eso me parece muy buena idea”, explica Aquilino Rodríguez, artesano dedicado especialmente al trabajo y la conservación de la cerámica aborigen. “Todo lo que sea abrir mercado, y darlo a conocer, ya sea con la página web o las tarjetas de identificación, está muy bien”. Aquilino empezó a modelar a los siete años. Pronto se dio cuenta de que se quería dedicar a la cerámica, aunque paradójicamente, nunca ha podido vivir de ella. “Si sólo me dedicara a esto me moriría de hambre”, añade. La partida acordada por el Cabildo para ayudar a los artesanos es de diez mil euros, “un dinero que se podría mejorar”, ha admitido Lourdes Bernal. Para Aquilino, sin embargo, lo importante sería sentar una serie de prioridades para incentivar y “mimar” la artesanía en peligro de extinción. “Se trata de una técnica con más de tres mil años”, exclama el artesano haciendo referencia a la cerámica aborigen. “En aquella época ni siquiera existía el torno”.
El panorama no parece muy favorable para los artesanos conejeros, pero el optimismo no falta. “Yo creo que las cosas están cambiando”, apunta Aquilino. Una de las mayores preocupaciones es el impulso de jóvenes artesanos. “En ese sentido la puerta está algo cerrada, porque si ellos ven que tú no comes de esto, saben que tampoco ellos podrán comer el día de mañana”, explica Aquilino.
Mientras tanto, cada mañana de sábado, las palmeras del pueblo de Haría son testigos de uno de los eventos más tradicionales y pintorescos de Lanzarote. Los artesanos de la Isla tienen una cita ineludible. Las muñecas de Nelida saludan a los transeúntes rodeadas de rosetas, ganchillo, cestos de mimbre, cerámica y productos del campo. “Cuando los turistas me dicen que mis sombreros no les caben en la maleta, yo les digo que se lo lleven puesto”, exclama Esther entre risas.