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La fatiga laboral y carencias históricas dejan desmantelada la oncología en Gran Canaria en plena crisis de la COVID-19

Pacientes con cáncer reciben tratamiento de quimioterapia. (FOTO DE ARCHIVO)

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Con el foco puesto desde hace meses de manera casi exclusiva en la evolución de la epidemia del coronavirus y con buena parte de la actividad asistencial suspendida, en el Hospital Doctor Negrín, el de referencia para la ciudadanía del área norte de Gran Canaria, ha acabado explotando en medio de esta crisis sanitaria un conflicto larvado desde hace años en el servicio de Oncología Médica, dedicado al diagnóstico y tratamiento de pacientes con cáncer. A una carencia histórica de médicos adjuntos de esta especialidad se le ha unido el hecho de que cinco de sus ocho profesionales, más del 60% de la plantilla, están en estos momentos de baja laboral. Del resto, solo dos pasan consulta presencial, ya que el tercero lo hace de forma telemática durante esta emergencia por ser personal de riesgo.

La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en Las Palmas calcula que son unos mil los pacientes afectados por esta falta de profesionales, según ha afirmado su presidente, Fernando Fraile, en una entrevista en la cadena Cope.

En el Hospital Insular, que cubre la zona sur de la isla, la situación no es mucho mejor. Según han confirmado a este periódico fuentes oficiosas del complejo, de los once oncólogos médicos que componen la plantilla del centro, cuatro permanecen de baja y otros dos podrían causarla próximamente, en un caso por jubilación y en otro, por un permiso.

“El burn out (síndrome del trabajador quemado) es un mal común dentro del área. El oncólogo está sometido a mucho estrés. Hay que tomar decisiones de mucho riesgo, de vida o muerte, hay que pautar tratamientos que generan importantes efectos secundarios y si a ello le sumas la presión asistencial, la saturación del servicio, el desgaste profesional es muy grande”, explica un especialista del sector, que prefiere mantenerse en el anonimato, para responder a la pregunta sobre las causas del elevado número de bajas de las últimas semanas. “Un oncólogo no debe tratar más de 12 o 15 pacientes en su jornada laboral. Sin embargo, se trataban 18, 20, 22. Ahora, con todas las bajas, muchos más”, lamenta este profesional.

La familiar de un paciente oncológico, también médica de profesión, coincide en la lectura. “Llevo casi tres años yendo con mi padre y he ido viendo lo que allí se vaticinaba, el síndrome del trabajador quemado. Cada vez iban cayendo más por la presión asistencial”, sostiene. “Han tenido que duplicar las agendas. De 18 han pasado a casi 50. Están reventados”, añade la afectada, que entiende la situación de los trabajadores que permanecen de baja laboral, a los que considera un equipo humano y profesional “excelente, pero quemado”.

La falta de personal está ocasionando un importante desbarajuste en un servicio asistencial tan sensible como el de la Oncología Médica. Según las fuentes consultadas, cerca de cien pacientes diagnosticados recientemente no han podido ser atendidos para iniciar el tratamiento. “El cáncer es una enfermedad dinámica, un tumor crece todos los días, a menor o mayor velocidad. No se puede demorar la actuación, debe haber un proceso diagnóstico rápido, el paciente debe ser valorado por un oncólogo, no se puede retrasar dos meses”, explica el médico, que agrega que esta situación también afecta a las personas que pueden haber sufrido una recaída y a las que no se les ha podido revisar para reiniciar el tratamiento.

La Consejería de Sanidad ha planteado desviar pacientes del Hospital Doctor Negrín al Insular. Esta solución no convence ni a los familiares ni a los especialistas, que entienden que esta medida, lejos de aliviar la situación, provocará un bloqueo en el complejo de referencia del área sur, cuyos especialistas verán incrementadas de manera notable sus agendas de consultas y revisiones. Tampoco la derivación al sector privado, ya que varios de los profesionales que ejercen en las clínicas concertadas que ofrecen esta especialidad (San Roque, La Paloma y Santa Catalina) son a su vez trabajadores de la sanidad pública. “No sería una solución lógica, son las mismas personas, la única diferencia es que el Servicio Canario de Salud (SCS) tendría que desembolsar dinero a la privada”, afirma una de las fuentes consultadas, que plantea habilitar el horario de tarde en los centros públicos.

“Esta situación ha repercutido en la toma de decisiones. No se hacen revisiones, no se hacen pruebas complementarias, hay una tonga tremenda de primeras visitas. Hay que poner una solución encima de la mesa ya, hay que contratar oncólogos, hay que liberarlos de la tarea de cubrir las plantas de hospitalización, dejarla en manos de especialistas en Medicina Interna, y dotarles de más espacio físico para que puedan trabajar en mejores condiciones”, propone la médica y familiar de paciente oncológico, que lamenta que algunos de ellos pasen de ser “tratables a paliativos” por estas carencias.

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