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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Silvia Álamo

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En torno a dieciséis horas transcurrieron desde que las 76 personas, que a las 20.00 horas de la tarde de este jueves zarparon de la isla de Tenerife hacia Gran Canaria, volvieron a pisar tierra. Era un trayecto de aproximadamente una hora y 20 minutos que se alargó hasta pasadas las 11.30 horas de este viernes justo después de que el barco Bentago Express, de la compañía Fred. Olsen, encallara a unos 100 metros frente al muelle de Agaete, su destino. 

El agotamiento, el alivio y la emoción de, por fin, pisar tierra, se reflejaba en la cara de los pocos pasajeros que se marcharon a pie del muelle. Reconocen que la espera se les hizo larga, más aún cuando veían que estaban tan cerca del puerto y no podían hacer nada por llegar a él. “Fueron unas horas muy, muy largas. Yo estaba muy ilusionado. Después de un viaje con muchas olas por fin veía Agaete, pero se alargó bastante”, cuenta Javier Estévez, uno de los primeros pasajeros que abandonaba el puerto. Es de Tenerife y estudia en la capital grancanaria, por lo que hace esta ruta habitualmente. Reconoce que pasó “un poco de miedo” cuando le pusieron el chaleco salvavidas, “aunque sea por protocolo, te da qué reflexionar”. 

Era el tema del día en este pequeño municipio costero de Gran Canaria. Las nubes que asomaban desde Tamadaba y la lluvia que de vez en cuando caía pasaban desapercibidas para las decenas de personas que se encontraban en el muelle al tanto de lo que ocurría. “Esa gente tiene que estar desesperada”, lamentaba una de las vecinas refiriéndose al pasaje del barco. “Anoche era muy arriesgado evacuarlas, estaban mejor ahí que hacerles correr el riesgo de bajar”, comentaba un conocido marinero de la zona que asegura que pasó la noche en vela al tanto del barco. “A la mar hay que tenerle mucho respeto”, reflexionaba sin quitarle la mirada. 

Cuando pasaron las 11.00 de la mañana y tras varios intentos con la ayuda de varios remolcadores para liberar el barco de la roca en la que se había quedado atrapado, se decidió proceder a la evacuación de todos los ocupantes con la embarcación de Salvamento Marítimo y la ayuda de los bomberos del Consorcio de Gran Canaria. 

En grupos de cinco iban abandonado el catamarán. Primero las personas más vulnerables, entre ellas una mujer con un bebé de apenas siete meses de vida. Entre aplausos se desplazaba la embarcación hasta el muelle de Agaete. A pesar del cansancio, los pasajeros saludaban a los vecinos y vecinas que se agolpaban en la playa dando señales de que se encontraban en buen estado. 

Los pasajeros cuentan que se escuchó un fuerte golpe y el barco se paró. Cuando se preparaban para bajarse del buque la tripulación informó de que el buque había encallado sin todavía imaginarse la transcendencia que iba a tener al incidente. Destacan la atención por parte de los trabajadores y trabajadoras y el buen comportamiento y la colaboración del grupo que, a pesar de la gravedad de la situación, estaban tranquilos.

“La marea estaba bastante mala, el barco no paraba de moverse y sentíamos cada golpe que daba con el fondo”, rememora Mari Carmen González, otra de las pasajeras que, a pesar del cansancio, es capaz de relatar con todo lujo de detalles la situación que vivió. Cuenta que no sintió miedo, pero la incertidumbre de no saber qué iba a ocurrir o el tiempo que iban a estar le incrementaba la desesperación. “Yo mareo y lo pasé bastante mal y, al igual que otros pasajeros, no paré de vomitar”. Salió en la tarde del jueves desde La Gomera, donde había ido a pasar unos días con sus padres, ahora tendrá que esperar a nuevas noticias para recuperar su coche y parte de su equipaje. 

Visiblemente emocionado contaba Francisco González su experiencia. Es el padre del único bebé que iba a bordo y reconoce que fue “complicado”. Sintió miedo por su hijo, que se portó “de maravilla” y finalmente pudo ser evacuado en perfecto estado de salud.

Ahora, los pasajeros que viajaban con vehículo a bordo tendrán que esperar a que el barco pueda ser remolcado al muelle. Desde la naviera aseguran que el incidente se ha “debido a las condiciones meteorológicas severas”, en concreto a los vientos del suroeste que en estos momentos hay en la zona. Adelantaba que continuarán trabajando para realizar la maniobra de atraque cuanto antes. 

Fred. Olsen opera desde el puerto de Agaete una línea marítima regular de pasajeros que comunica varias veces al día esa localidad del norte de Gran Canaria con Santa Cruz de Tenerife, atendida por varios catamaranes de alta velocidad como el que se ha visto involucrado en este incidente, el Bentago Express. En estos momentos la conexión se está llevando a cabo desde Las Palmas de Gran Canaria.

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