Repetir detalles de un abuso, ''como una segunda agresión''

La psicóloga forense Nieves González es partidaria de informar sobre los abusos sexuales porque ayuda a prevenir, pero alerta de que se deben tratar con cuidado porque repetir detalles de lo ocurrido a las víctimas puede reactivar la memoria y producir una “victimización secundaria”.

González ha considerado en declaraciones a Efe que los hechos asociados a estos casos en muchas ocasiones son “terribles”, como presuntamente ocurre con el llamado caso kárate, que investiga supuestos abusos sexuales a 55 víctimas relacionadas con un club deportivo de la capital grancanaria.

Para la experta, la sociedad debe conocer lo sucedido, que hasta puede resultar difícil de creer, y es necesario ayudar a las víctimas y familiares de abusos sexuales a menores a comprender que los “únicos culpables” son los agresores, algo “fundamental” para superar la situación vivida.

González ha manifestado que el sentimiento de culpa que se despierta en el niño “es normalmente muy alto”, así como en los padres y familiares, quienes se sienten “destrozados” por no haber podido evitarlo.

Por ello, ha subrayado que hay que hacer entender que ni los niños son responsables ni culpables de no haber contado lo que les estaba pasando, ni los padres tampoco se deben sentir culpables por no haber sido capaces de evitar los abusos.

Para las madres o los padres es difícil advertir el problema, porque el niño ha sido seducido psicológicamente y porque además desarrolla lo que se denomina el síndrome de adaptación.

Esto significa que el niño quiere estar con la persona que abusa de él, pues cuando se es pequeño no se viven necesariamente esas experiencias como algo malo, siempre que no exista violencia.

“El único responsable” es el agresor, porque es el que sabe lo que hace y por qué, ha indicado González, quien cuenta con una dilatada experiencia como forense en el Instituto de Medicina Legal de Las Palmas.

Un lugar donde, cuando llegó en los años noventa procedente del norte de España, le sorprendió el alto número de abusos sexuales que se producían en el sur de Gran Canaria.

Según González, las condiciones de las cuarterías donde vivían los trabajadores agrícolas, en las que convivían las familias en un mismo espacio, unidas a otros factores culturales, sociales y económicos, favorecían los abusos a los menores, que en el 90% tienen lugar en el ámbito familiar y son protagonizados por padres y padrastros, tíos o personas cercanas.

La posibilidad de que se produzcan abusos de este tipo en un parque o en un espacio público por parte de un desconocido es del 1%, según su experiencia y la literatura existente sobre estos casos, ha indicado González, quien ha explicado que las personas que se sienten atraídos por los menores, los pedófilos, buscan profesiones cercanas a ellos, que les faciliten el contacto.

Los abusos y las agresiones sexuales no se olvidan pero se aprende a vivir con ellos, y con un adecuado tratamiento las víctimas mejoran bastante y se puede conseguir una vida emocionalmente estable, si bien depende de la personalidad de cada cual y de lo impresionables que sea, y en el caso de los niños tienen a su favor la capacidad de sobreponerse, es decir, de resilencia.

“Lo que está claro es que nunca se está preparado para sufrir abusos sexuales”, señala González, quien también ha indicado que es más común que se ejerzan sobre las niñas.

La superación de estos casos es más difícil cuando ha existido violencia y los abusos sexuales han sido continuados; entonces aparecen las depresiones, los trastornos psicológicos e incluso secuelas para toda la vida y tentativas de suicidio que pueden surgir a largo plazo.

Según la psicóloga, prevenir estas situaciones es complicado, por lo que es fundamental fomentar la confianza entre padres e hijos, hablar todos los días con ellos e interesarse por “lo bueno y malo” que les ha pasado.

González recomienda a los padres que mantengan una actitud receptiva y ante cualquier anomalía no exterioricen sorpresa ni preocupación ante el menor para no perturbarle y confundirle.

Así mismo, aconseja enseñar a que entre los niños y los mayores nunca deben existir secretos, y prepararles para que si alguien les cuenta uno “enseguida debe decírselo a papá y a mamá”.

El Instituto de Medicina Legal de Las Palmas atiende semanalmente tres o más casos de abusos sexuales a menores.

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