Las tamboras feministas contra el viento y marea de la derecha

Las tamboras feministas contra el viento y marea de la derecha.

Natalia Ramos

Las Palmas de Gran Canaria —

“Estoy muy indignada por la situación que hay en el mundo y en España (en referencia al reciente surgimiento de partidos políticos de derecha), vienen con descaro y a saco creando falsas noticias y haciendo daño, me da pánico”, considera Cecilia Guerra, una de las 16 activistas que integra la SoRora SubVersiva–Tamboras Feministas.

Ante esto, añade, la respuesta tiene que ser contundente: “Hay que posicionarse abierta y públicamente en contra y hacer activismo, impulsar a la gente que nos rodea, con argumentos y desmontando las mentiras, para unirnos hombres y mujeres en la lucha, porque creo que no somos conscientes del retroceso que supondría”.

Con este convencimiento el grupo de incidencia política feminista saldrá nuevamente a las calles en la manifestación del 8 de marzo por el Día Internacional de las Mujeres (8M) en Las Palmas de Gran Canaria. Ahora preparan sus ritmos y consignas para esta fecha significativa y una vez a la semana se reúnen para ensayar en una zona apartada del Polígono Industrial de Salinetas o de Las Torres.

El ensayo cae en una noche de febrero que promete ser de superluna y efectivamente el astro aparece con mucha presencia mientras ellas van acompasando el sonido de los tres tipos de tambores que sujetan sobre las piernas: cajas, surdos y repeniques.

Recientemente incorporaron a varias mujeres en una jornada de puertas abiertas, así que se dividen en dos bandas, haciendo círculos, para que las nuevas integrantes se inicien en la rítmica. Beatriz Quintana es una de ellas y después del ensayo cuenta que la sesión le ha parecido bastante intensa a nivel grupal porque “por una parte es terapéutico para cada una soltar la energía y las tensiones y, por otro lado, sentir que estamos compartiendo es una forma de empoderarnos”. Entre sus aspiraciones como activista: Lograr que la Igualdad de Género sea real.

Cecilia es una de las veteranas. Forma parte de las tamboras desde que las vio participar en su primera manifestación hace más de 2 años. Le parece que “transmiten la parte de fuerza, alegría y sororidad entre todas las compañeras y los aliados del feminismo canario”.

Se considera feminista “desde que nací” porque en su amplia familia, de 12 miembros en total, solían estar muy implicados en cuestiones sociales y sobre todo por la situación de violencia machista que sufrió su madre. Dice que ahora está metida de lleno y con más razón al ver cómo su hija tiene dificultades por ser mujer que no tienen sus hijos “hasta para salir a la calle”.

Su compañera tambora, Ana Ramos, participa desde la creación del proyecto. Para ella es una forma de resignificar el tambor como símbolo de enraizamiento, de ocupar la calle con mucha presencia y visibilizar con fuerza a las mujeres.

Considera que ahora muchas mujeres jóvenes se están incorporando con las ideas muy claras: “Tienen la conciencia de que queda mucho trabajo por hacer porque ven que no hay igualdad, probablemente como consecuencia del caso de la Manada”. Cuando ella comenzó hace 20 años en el activismo feminista recuerda que había gente joven que no veía motivos ni sentido a la lucha y creían que ya se había conseguido todo. Nada más lejos de la realidad.

Lo que sí ve como un logro importante es que, a pesar de las brechas de género que persisten, las mujeres están tomando conciencia y ponen freno ya que “cuando una mueve ficha todo el tablero se mueve”.

Argumenta que los cambios tienen que ser en primer lugar personales para “que cada persona se pare y sea honesta consigo misma, analice situaciones de su vida cotidiana con lupa y luego diga que no hay efectivamente ningún tipo de desigualdad. Si se hace desde la honestidad y coherencia todo el mundo va a reconocer que hay grietas”.

En este sentido la tambora recién incorporada, Sara Roses, añade que la reivindicación feminista comienza por el trabajo individual que hace cada mujer detectando y eliminando las formas, actitudes o ideas machistas que por diversos factores ha ido incorporando a su vida. A partir de este proceso de interiorización se puede desarrollar el trabajo colectivo. “Yo día a día me cuestiono, acabo una frase y digo eso no lo tendría que decir”, comenta.

Integrarse en el grupo “es dar un paso más en el feminismo, empezar a reivindicarlo de otra manera haciendo más ruido y empoderándose aún más, siempre se puede hacer más”.

El activismo feminista es para Ana el que está teniendo mayor capacidad de articularse dentro de los movimientos sociales, como se demostró en la huelga del pasado 8M.  “Es mi vida, mi pasión y creo que es muy necesario porque las mujeres estamos discriminadas y sigo estando igual de harta que cuando empecé, pero sí me noto más acompañada”.

Del comienzo de las tamboras recuerda que eran seis mujeres unidas por una amistad política. A raíz de su participación en la Marcha contra las Violencias Machistas del 7 de noviembre de 2015 en Madrid varias compañeras de los colectivos ReCreándome y Mujeres Libres Yazirat se comprometieron a crear el grupo. Lo primero que hicieron fue conseguir los tambores y seis meses después realizaron el primer ensayo de lo que inicialmente llamaron SoRora SubVersiva-Batukada Feminista. Su primera participación en público fue en el III Torneo de voleibol “Nosotras Jugamos” en Teror, a finales del 2016.

Ninguna tenía conocimientos musicales previos, pero muy pronto el tambor y sus “ritmos de libertad”, como lo han bautizado, se convirtió en su mejor forma de expresión. En el 2018 recibieron la formación de Silvia Palumbo, cantautora y creadora del proyecto La banda lavanda, al que se unieron. El método consiste en cantar una serie de frases, como “Chacacareando fusión” o “En el Sur”, y cada sílaba es un toque reivindicativo de tambor. Decidieron llamarse tamboras en lugar de batukada para abandonar el concepto patriarcal y tradicional en el que los hombres llevan los tambores y las mujeres bailan semidesnudas, especifica Ana.

No dinamizan fiestas ni eventos y tampoco cobran nada porque no salen a actuar, aunque aún reciben llamadas preguntándoles al respecto. Es un grupo autogestionado que participa para apoyar iniciativas sociales y feministas de carácter reivindicativo.

El próximo mes de mayo volverán a recibir en Gran Canaria a la formadora musical para profundizar en el proyecto de empoderamiento expresivo feminista La banda lavanda. Mientras tanto continúan ensayando con muchas ganas de salir a la calle el próximo 8M porque es lo que les da vida y sentido como tamboras: “SoRoridad, SoRoridad para acabar con el sistema patriarcal, SoRoridad SoRoridad es la estrategia pa´vivir en libertad”.

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