Tibiabin Benítez, una científica canaria emigrada en Noruega: “En los puestos de dirección aún existe el viejo sesgo del género”
Creció nadando y buceando en las aguas de las playas de Gran Canaria y eso fue lo que la inspiró y motivó a elegir una carrera relacionada con el mar. En 2002 se licenció en Ciencias del Mar y continuó su formación con un máster y un doctorado en acuicultura mientras trabajaba en Canarias y viajaba por todo el mundo para completar su formación. Tibiabin Benítez Santana se marchó de su isla dejando atrás a su familia y a su Teror natal, en 2013, con el objetivo de aprender nuevas técnicas en acuicultura, con ganas de salir de su zona de confort y ver hasta dónde podía llegar dando lo mejor sí. Toda su vida se ha dedicado a una profesión que históricamente ha estado masculinizada, o quizás, en la que no se ha reconocido el papel de la mujer, pero a esta científica nunca le ha supuesto una barrera el hecho de serlo. Sí reconoce que en las salas de juntas debería existir más equidad. “Todavía existe el viejo problema del sesgo de género”.
En un informe elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se recoge que en los laboratorios españoles trabajan más mujeres que hombres. La cifra de científicas va disminuyendo mientras los cargos van creciendo. En cátedras universitarias solo representan una quinta parte y las profesoras de investigación, una cuarta. Benítez explica que es cierto que en todos los laboratorios en los que ha trabajado “ha habido mucha presencia femenina”, no así en los puestos de dirección, donde “el porcentaje de mujeres con respecto a los hombres es mucho menor”.
Su carrera fuera de España comenzó en París (Francia), aunque ya había tenido una estancia en Italia y otra Estados Unidos. A la ciudad del amor se marchó cuando le aceptaron un proyecto europeo de dos años. Trabajó como Asistente de Investigación Postdoctoral en el Centro Nacional Francés para la Investigación Científica (CNRS) y en el Instituto Nacional Francés para la Investigación Agrícola (INRA).
Finalizando el proyecto apostó por una oferta de trabajo en la Escuela de Medicina de la Universidad de Utah, EEUU, para volver a trabajar como Asistente de Investigación Postdoctoral en un nuevo proyecto durante aproximadamente tres años. En este estado conoció a varias mujeres que lideraban laboratorios, pero admite que no tantas como le gustaría.
Desde hace algo más de un año vive en Oslo (Noruega). Se mudó al país escandinavo para unirse a Aker Biomarine, una empresa de pesca y biotecnología que produce productos de kril ricos en fosfolípidos de omega-3. Llegó a la compañía noruega como científica de acuicultura y en la actualidad es directora de Investigación y Desarrollo. Es la persona encargada de todos los proyectos relacionados con peces y trabaja muy de cerca con el departamento de Marketing y Ventas.
Benítez explica que durante su formación la igualdad de género no fue un problema. “Soy de la generación del ‘fifty fifty’, sobre el 50% eran hombres y el otro 50, mujeres”. Además, cuenta que a nivel de técnicos se veía el mismo número de chicos que de chicas al igual que cuando estudiaba. “A nivel científico hay bastantes mujeres y creo que es algo muy bueno”, señala.
Seguidora de las manifestaciones feministas en España, asegura que las apoya “completamente” y considera que ha habido un progreso en los últimos años, pero aún queda “bastante por hacer”. “Las cosas están cambiando lentamente. Soy optimista”.
La conciliación de la vida familiar y laboral no es una labor fácil para muchas familias, especialmente en el caso de las mujeres. En los empleos relacionados con la investigación científica se agrava aún más. Muchos de los proyectos precisan de una atención continua ya que pueden quedar desfasados en muy poco tiempo. Benítez considera que España tiene una carencia en este ámbito, algo que no ocurre en el país nórdico. “Aquí, en Noruega, las condiciones de trabajo son muy buenas. Si te quedas embarazada tienes un año de baja por maternidad y a la hora de volver al trabajo no tienes problemas”. “Eso es algo que en otros países europeos no pasa, muchas mujeres no quieren quedarse embarazadas por miedo a perder el puesto de trabajo”, expone.
Recuerda que una de las personas que le alentó a continuar su carrera y avanzar en una dirección “ligeramente diferente” fue Marisol Izquierdo, quien fuera su tutora de tesis. Izquierdo es la directora del Instituto Universitario Ecoaqua y ha sido la primera española en ser nombrada Miembro Honorario Vitalicio de la Sociedad de Acuicultura. “Ella está reconocida internacionalmente al igual que otros compañeros de doctorado que han seguido su carrera en Canarias”.
Entre sus figuras de referencia en el ámbito de la ciencia se encuentran Albert Tacon y Mónica Betancor. El primero lo considera “un gran científico” y admira el hecho de que está creando una conciencia sobre el cambio climático, la seguridad alimentaria y la acuicultura. “Su cumplimiento es esencial para la lucha contra la pobreza y para garantizar un mundo libre de hambre”, detalla.
Sobre Betancor, que fue una de sus compañeras de doctorado y es profesora de nutrición en el Instituto de Acuicultura de la Universidad de Stirling (Reino Unido), considera que es “una de las científicas de lípidos más prometedoras de la historia”.
Benítez reconoce que le encanta su trabajo y, aunque se considera una gran afortunada de trabajar en un rol que nunca hubiera imaginado cuando comenzó sus estudios, una de sus ambiciones sería “ayudar de alguna forma a promover el crecimiento de la acuicultura en los países en desarrollo”.
Sobre la realización de su carrera en Canarias, asegura que le encantan las Islas, pero la situación actual, en la que hay muchos científicos y pocos contratos de investigación produce la conocida fuga de cerebros. “Si a esto añadimos que no hay presupuestos para la compra de material, se hace difícil publicar y no puedes completar tu currículum”. Asimismo, cree que aún le queda mucho por aprender en otras partes del mundo. “En un futuro si me gustaría volver y aplicar todo lo que he vivido en estos años tanto en Italia, en Francia, en EEUU como en Noruega”.
Con ganas de continuar haciendo su trabajo y de seguir aprendiendo, Tibiabin Benítez considera que “tanto hombres como mujeres juegan un papel muy importante en todos los puestos de trabajo y en todas las empresas”. “Es muy importante que haya diversidad y equidad, tanto de género como de raza, todo eso te ayuda a abrir la mente y a aprender otras culturas, incluso otros idiomas. Eso es oro”, sentencia.
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