Candelaria vive su día grande
El municipio de Candelaria despertó este viernes entre la fe y la resaca. Una resaca no tanto de fiesta –que también–, sino de un atracón de kilómetros por parte de peregrinos de todos los rincones de la Isla. A pie, corriendo, en bicicleta o hasta en patines. Con la familia, amigos o en solitario. Empujando el carrito del niño o agarrando la correa del perro. Daba igual. La cosa era llegar a la Villa Mariana, en ese tributo anual a la Virgen.
A media mañana, incluso en las calles candelarieras habitualmente menos concurridas, seguía habiendo bastante gente. Como ocurrió durante la tarde-noche del jueves y la madrugada del viernes, desde El Pozo hacia abajo se congregaban aún más peregrinos y visitantes. Y la calle Obispo Pérez Cáceres, la popular calle La Arena, que lleva hasta la basílica, era un hervidero. Nada nuevo, en realidad.
Una misa a las 5 de la madrugada marcó el inicio de los actos. Después llegaría la tradicional ofrenda de la Asociación Cultural La Guanchería de Los Realejos y la Ofrenda Atlética, recibida este año en la puerta del templo por la Virgen de Candelaria, en contraposición a ediciones anteriores, en las que los corredores entraban dentro de la iglesia. Mientras los atletas alcanzaban su particular meta, con ramos de flores, en una imagen de gran plasticidad, caminantes descalzados reponían fuerza por los alrededores.
La procesión cívica desde el Ayuntamiento; la recepción al representantes del Rey, Antonio Castro, presidente del Parlamento de Canarias; la misa, presidida por el obispo de la Diócesis de Tenerife, Bernardo Álvarez, y la posterior procesión alrededor de la plaza, bajo un sol intenso y mientras el mar batía con bravura, completaron los principales actos del día. Y casi que de las fiestas. Resta este sábado, a partir de las 18:00 horas, la ofrenda frutal y floral. Y hasta el próximo año.