Espacio de opinión de Tenerife Ahora
Corrupción 'everywhere'
¿Se acuerdan de cuando hablaban de la corrupción en Italia allá por los noventa, época en que era gobernada por Bettino Craxi? Pues yo no, porque en esa época me consideraba un ser apolítico, más pendiente de mis estudios que de los eternos enemigos públicos de la gente. Pero menos mal que está internet y podemos rescatar estas cosas y entender algo de lo sucedido.
En aquel entonces Italia era el país más corrupto de Europa y esto dio lugar a la tangentopoli, una investigación para saber lo que estaba sucediendo en relación con los asuntos de corrupción. Fueron muchos años de ser el país más corrupto mientras se iban desvelando casos de extorsiones, sobornos, financiación ilegal de los partidos y demás, donde se revolcaban banqueros, empresarios, ministros y políticos de todas las alcurnias y jerarquías. Todo un fanguizal. Hasta que llegó al poder el empresario Berlusconi en 1994 y Craxi salió huyendo a Túnez bajo la lluvia de liras con que su pueblo lo despedía.
Berlusconi era por sus excentricidades algo así como el Donald Trump de aquella época. Y finalmente acabó también condenado a prisión y creo que aún en estos días tiene causas pendientes en los juzgados. Cosa fea, ¿verdad? Que tu país sea considerado el más corrupto entre los más de cuarenta que componen Europa.
En todos estos años me preguntaba cómo se sentiría un italiano cuando oye en las noticias que su amado país es el más corrupto. Me ponía en su pellejo y me entraba la tristeza del que padece un cáncer o la peste bubónica -o algo más contagioso-, o la muerte misma, que todo el mundo te señale sintiendo arcadas… Muy triste.
Y todavía pueden leerse noticias en 2014 que dicen que Italia es el país más corrupto de Europa, aun después de la condena de inhabilitación de por vida y prisión de Berlusconi por varios hechos, incluida la prostitución de menores. Lo simpático de estos personajes es que se creen tan poderosos que no piensan que la ley está hecha para ellos. Y sí es cierto que las leyes casi siempre están hechas para pobre gente que roba una gallina o una lata de sardinas en un supermercado para matar el hambre, pero no para este tipo de casos, más que nada porque, cuando hacemos leyes, somos unos ingenuos incapaces de valorar hasta dónde es capaz de llegar la ambición y la maldad del ser humano, hasta dónde es capaz de corromperse en su ceguera por el poder y no legislamos para casos extremos de esta índole, con condenas en consecuencia.
Pero en las últimas semanas, oyendo a diario las noticias y saliendo uno tras otro el desfile de cargos políticos del PP relacionados con casos de corrupción, que ya casi se acercan al millar (aunque alguno dirá que los míos con lo de Zerolo no están “pa' tirar cohetes”, precisamente), he escuchado que por fin hemos conseguido arrebatarle el primer puesto del ranking a nuestros vecinos italianos.
Es tan triste ser los primeros en corrupción. ¿Qué hacemos ahora para parar ese río de porquería? ¿A quién llamamos para que nos haga unas leyes que den a los corruptos el escarmiento que se merecen, si son ellos mismos los que han de elaborar esos códigos que los dejen impunes, o en el peor de los casos con condenas irrisorias que hagan que nos sintamos burlados?
¿Cómo personas cercanas, a las que conozco, de las que tengo un concepto cercano a la honradez, pueden salir a la calle para celebrar un congreso de un partido y a defenderlos ciegos y enfervorecidos cuando más que un partido político está al borde de ser considerado organización criminal? Si es que ya ni el mismo Rajoy se atreve a dar la cara de otra manera que no sea con un plasma por medio. ¿Se traerán el plasma para entregarnos el voto en mano cuando sean las próximas elecciones? ¿O tendrán la desvergüenza de venir por nuestras puertas a cara descubierta? Será cuestión de ir preparando nuestras moneditas naranja para tirárselas a la cara cuando osen visitarnos y gritarles como hicieron los italianos con Craxi: “¿También quieres este dinero?”.
Pues chiquito marrón el de la compañera Ana Oramas con tener que presidir la comisión de investigación en el Congreso para el caso de las cajas de ahorros, y sobre todo el del señor Quevedo. Espero que no les falle el entendimiento y la paciencia y que la justicia de nuestro país, aun tocada por la carcoma, siga en la línea atinada en que está operando últimamente, porque me temo que de la corrupción en España apenas conocemos la punta del iceberg.
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