La pareja de bomberos tinerfeña regresa de Nepal con la sensación de ser unos afortunados
El matrimonio tinerfeño de bomberos que se encontraba en Nepal cuando se produjo el terremoto ha regresado a la isla con la sensación de ser unos afortunados, pues el seísmo que ha causado miles de muertos les cogió en una zona que no se vio muy afectada y, además, pudieron tener acceso a internet para tranquilizar a sus allegados.
El destino deparó que esta pareja de bomberos, que han sido voluntarios en grandes tragedias, estuviese de vacaciones en Nepal cuando se produjo el terremoto y, en el momento que percibieron la auténtica realidad, se pusieron a disposición de los equipos de salvamento para “ayudar en lo que se pueda”.
Víctor Hernández y Reyes de Miguel, en declaraciones a los periodistas en el aeropuerto, afirmaron que percibieron una “gran explosión, como si fuese de un camión cisterna grandísimo”, que inmediatamente relacionaron con un terremoto, aunque no se toparon con la realidad hasta que llegaron a Periche, una región que tenían a unos cuarenta minutos de distancia.
En esta localidad se encontraron con la auténtica realidad, al descubrir “un montón de personas heridas y muertas”, y rápidamente llegaron a la conclusión de que debían ayudar en todo lo que tenían al alcance y, también, de que había que salir de allí.
Víctor Hernández relata que en las horas siguientes de un terremoto suelen producirse réplicas, por lo que decidieron esperar 48 horas antes de salir para que se estabilizara todo y asegurarse de que los caminos de vuelta estuviesen seguros. Sin embargo, no tenían prisa para salir, pues la ayuda que estaban realizando era necesaria y, además, en el lugar en el que se encontraban tenían acceso a agua y comida.
La vuelta se hizo dura, cuenta De Miguel, por el estado de los puentes y los senderos, con caminos cortados por derrumbes, así que al cansancio físico se le añadió la incertidumbre y el miedo.
Una vez comenzaron el camino de vuelta, en el que se encontraron con pequeños pueblos totalmente destrozados, estuvieron dos o tres días totalmente incomunicados, una circunstancia que acrecentó la preocupación de las familias.
Este matrimonio está acostumbrado a ayudar en los lugares en los que se producen terremotos y grandes inundaciones, aunque estando en el lugar del fenómeno cuando se produce hace que la situación sea diferente, aunque “al final ayudas y trabajas igual”.
Reyes de Miguel admite que, aunque es “difícil ver más muertos” de los que vio en Haití, lo percibido en el Nepal le marcó mucho más, ya que se encontró con pequeños pueblos “totalmente arrasados, que no queda ni una casa en pie”.
Después de todo lo ocurrido, Víctor y Reyes ya están en casa para descansar con la sensación de que son unos agraciados por poder contarlo, mientras que en mente tienen volver al Nepal más adelante, ya que es un lugar que les gusta “inmensamente” y les apasiona las montañas.
Eso sí, con la vocación que les ha llevado a ir a ayudar “en un montón de inundaciones y terremotos” intacta.