Un colectivo denuncia la “dejadez institucional, explotación turística y destrucción” del patrimonio guanche en Arico
El colectivo de arqueología social Imastanen denuncia, en declaraciones a Canarias Ahora, el estado de una de las joyas patrimoniales y naturales del municipio tinerfeño de Arico, en el Sur de la Isla: el Arco de Tajao. El grupo alerta de las consecuencias que está teniendo en este paraje de gran belleza coronado por esta emblemática “escultura” natural por la “masificación de visitantes”, el “rodaje de producciones audiovisuales” y la aparición desde hace un tiempo de pintadas blancas con forma de flechas que no sólo alteran el lugar con señalizaciones inapropiadas, sino que intensifican los daños y la presencia masiva.
Los miembros de Imastanen, uno de los grupos patrimoniales más activos de Tenerife, critican el “abandono institucional” y consideran que el lugar sufre una clara amenaza para su correcta conservación, entre otras cosas porque “sigue sin ser declarado Monumento Natural y mucho menos Zona de Especial Conservación Natural y Bien de Interés Cultural, tal y como reclamamos desde el colectivo y pese a una iniciativa municipal de 2021”.
Imastanen reconoce y subraya que Arico “es, sin duda, uno de los municipios que mayor número de tesoros arqueológicos y etnográficos conserva en Tenerife, sobre todo porque su territorio se vio relativamente libre del desarrollismo urbanístico durante las primeras etapas de imposición del actual modelo económico durante la segunda mitad del siglo XX. Esto favoreció no sólo la pervivencia hasta tiempos recientes de aquellas formas de subsistencia ligadas al sector primario (ganadería y agricultura), sino la continuidad de tradiciones ancestrales en la memoria colectiva de sus habitantes, memoria que tiene su testigo vivo en la rica toponimia y en la gran diversidad de vestigios guanches conservados en barrancos, valles y montañas, bajo innumerables formas y tipologías. Sin embargo –y según denuncian, Arico es en la actualidad uno de los territorios más amenazados por todo tipo de intervenciones paisajísticas incompatibles con el respeto al medio natural”, de lo que el Arco de Tajao se convierte ahora en un nievo ejemplo.
En este sentido, recuerdan que ya han censurado la “destrucción y deterioro de muchos yacimientos y bienes etnográficos en la comarca, haciendo especial hincapié en el desinterés demostrado por parte de los diferentes gobiernos municipales, que, más allá de promesas y excusas, siguen mirando hacia otro lado, mientras muchos de estos valores desaparecen a un ritmo catastrófico”. Además, y pese al dictado de la Ley 11/2019, de 25 de abril del Patrimonio Cultural de Canarias, “en la que se ordena la elaboración de catálogos municipales, en coordinación con el Cabildo insular, Arico sigue sin cumplir dicho mandato legal, aunque tristemente tampoco es una excepción en la Isla”.
El Arco de Tajao se sitúa en el barranco de Vijagua o Bijagua, “uno de los barrancos más emblemáticos del sur de Tenerife por su altísimo valor geológico y biológico, su historia antigua y su importancia etnográfica. Ubicado entre la costa de Tabaibarril (Tajao) y Guasiegre, fue desde época indígena uno de los puntos con mayor actividad humana en la comarca y, por tanto, un espacio con manifestaciones rupestres abundantes, restos de estructuras habitacionales permanentes, vestigios de prácticas funerarias y ritualistas y espacios de decisión y encuentro. La trashumancia, los variados recursos económicos que ofrecían estas costas, los nacientes de agua perennes -hoy barrancos secos pero antaño húmedos y fértiles-, así como la existencia de fuentes y manantiales, sostenían poblaciones guanches cuyo testimonio ha seguido presente hasta la actualidad”.
El colectivo destaca, por ejemplo, la explotación de la célebre piedra chasnera“o de Guama, ”con la que se erigieron palacios e iglesias en toda Canarias y América, lo que hizo del barranco de Bijagua una ruta muy transitada, al convertir la baja en que desemboca en un célebre embarcadero para el comercio transatlántico de esta peculiar piedra piroclástica, tan apreciada tiempo atrás en la construcción por sus propiedades, durabilidad y estética. lo que lo convierte en la actualidad en un lugar de gran interés etnográfico“.
Imastanen subraua que el conocido como Arco de Tajao o de Bijagua “es una estructura natural de ignimbrita, esculpida por la erosión y forma parte de un paisaje mágico y cautivador. Un paraje casi sobrenatural que aún hoy sobrecoge a cualquiera, debido a sus caprichosas formaciones de roca con paletas de colores dulces y envolventes que cambian de tonalidad bajo la acción del agua y la luz. El latir tímido de su diminuta fauna antediluviana y las siluetas resistentes del cardonal-tabaibal, que antaño recreaban auténticos laberintos vegetales, invitan a dejar volar la imaginación. Este capricho volcánico se ha convertido en los últimos años en uno de los sitios más promocionados en las guías turísticas y redes sociales. La industria turística y por las propias instituciones lo exhiben como reclamo para seguir atrayendo visitantes sin plantearse por un momento la necesidad de preservar siquiera la escenografía de su producto comercial. Y aquí estriba lo grave del caso: se promueve activamente un modelo inconsciente que conduce irremediablemente al colapso”, por lo que critican esa irresponsabilidad institucional.
Visitantes en busca de su foto
Por eso, alertan de que el lugar se está viendo saturado desde hace años de visitantes, “que buscan su foto sobre el arco de piedra, pisando, saltando y transitando sin sendero alguno, lo que lleva a consecuencias nocivas para la propia estructura y el entorno natural. Además, en los últimos años se han multiplicado los rodajes cinematográficos y publicitarios, con empresas que se adueñan del espacio durante días, comportando despliegues de infraestructuras, tránsito de materiales pesados y el trasiego caótico de los equipos humanos que trabajan para las productoras. Un desastre permitido y licitado por las autoridades, que miran para otro lado, al tiempo que utilizan el paisaje como reclamo económico incentivando al inversor por su bajo coste externalizado. Es decir, aquí el daño no se vigila, no se paga y, si alguien denuncia, tampoco se van a pedir explicaciones: free service”, ironizan.
En esta línea, denuncian la aparición de pintadas en el espacio (no protegido) del Arco de Tajao. “Tras presentarnos en la zona, verificamos la presencia de numerosas flechas blancas pintadas sobre la tosca en una zona colindante al arco. Al no existir senderos que preserven el área del tránsito continuo de visitantes, el lugar sufre una erosión acelerada. Las flechas parecen señalar un circuito y podrían estar relacionadas con otro rodaje reciente, que tuvo lugar hace unos meses. La ausencia de control y vigilancia por parte de las autoridades competentes, no ya durante el desarrollo de actividades tan invasivas, sino en relación al crecimiento exponencial del lugar como reclamo turístico, hablan claramente del poco interés que tienen por conciliar lucro y conservación . Esa zona poseyó abundantes valores materiales indígenas, dada la importancia cultural de ese tipo de formaciones geológicas tan peculiares, consideradas espacios sagrados de encuentro y celebración, pero, desafortunadamente nunca se estudió adecuadamente el área”.
Asimismo, critican que, en la actualidad, “el espacio se encuentra muy degradado, lo que resulta alarmante, ya que esa zona siempre destacó por poseer abundantes materiales arqueológicos como fragmentos de cerámica -en algunos casos decoradas- piezas de obsidiana tallada, malacofauna, restos óseos caprinos, antaño abundantes, hasta hace no tanto tiempo. Hoy lamentamos la desaparición de toda esa rica información en clave arqueológica que tanta luz habría arrojado sobre nuestro pasado y cultura indígena”, censuran.
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