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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

El sí de Ana Oramas

La diputada de Coalición Canaria Ana Oramas durante su intervención en el debate de investidura

Carlos Sosa

Ana Oramas consiguió su propósito con tan solo un discurso de tres minutos y veinte segundos desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados: que se vuelva a hablar de ella, de su partido, Coalición Canaria y, en consecuencia, de Canarias. Sin que se hubiera producido un solo cambio en las condiciones pactadas entre Ciudadanos y el PSOE; sin que se cumpliera los anuncios de su partido de que solo se inclinaría hacia el sí si el pacto alcanzaba “la estabilidad mínima”; sin que el escenario se haya movido ni un milímetro de su situación de partida; sin que se haya reunido ningún órgano de Coalición para decidirlo… Ana Oramas otorgaba este viernes a Pedro Sánchez su voto positivo para una investidura imposible. Y lo justificó apelando a dos sentimientos, uno asumido por todos los grupos parlamentarios –cada cual con su particular relato- y otro invocando el victimismo canario, no por tan manoseado nada proscrito de los discursos políticos nacionalistas. El sentimiento nacional es el que ya todo el mundo conoce: estamos obligados a buscar acuerdos, a encontrar el consenso porque “se lo debamos a las nuevas generaciones nacidas en democracia”, porque “se lo debemos a la ciudadanía, que exige responsabilidad”. Porque hay que acabar con “un pasado de recortes” que se cansó de denunciar el defenestrado Paulino Rivero y que abrió en la anterior legislatura autonómica un cisma con el Estado del que reniega la nueva era nacionalista que Oramas capitanea con Fernando Clavijo. Y el victimismo lo abrazó la diputada remontándose a la historia de “sacrificios y penurias” de la población de Canarias, condenada entonces (y en alguna medida ahora) a la emigración. “A pesar de ese pasado humilde”, enfatizó Oramas González-Moro, “siempre hemos sido solidarios porque sabemos que la supervivencia de un pueblo solo puede basarse en la solidaridad”. Hasta ahí los argumentos para un cambio de voto que sólo fue un gesto al que deseó se unieran otras fuerzas políticas, excepto Podemos, claro. Al partido de Pablo Iglesias le deslizó un recadito cuando habló de “intransigencia e incapacidad para gobernar” y le reprochó que confunda “el Congreso con un plató de televisión”. Marcando el territorio, para que no quede duda de qué tipo de acuerdo le gustaría fraguar a CC en Madrid: socialistas sí, pero con Ciudadanos y el PP, la gran coalición, la única posible sin el partido morado.

La vieja tradición

Podría interpretarse que ese apoyo a Pedro Sánchez pretende fortalecer el endeble vínculo que Coalición Canaria estableció tras las elecciones autonómicas de mayo con los socialistas canarios. Un vínculo que daría carta de naturaleza a la tradición nacionalista de pactar aquí con quien gobierna allá, para de ese modo hacer valer lo que ahora se conoce como “agenda canaria”. Pero los hechos contradicen las buenas intenciones. En Canarias sigue tambaleándose el pacto entre Coalición Canaria y el PSOE precisamente por los continuos desplantes al que los primeros someten a los segundos. Y no sólo en cabildos como Lanzarote o Tenerife, o en municipios como Santa Cruz de Tenerife, La Laguna y Puerto de la Cruz. También en el seno del mismísimo Gobierno regional no cesan las diferencias, siempre a iniciativa nacionalista, con ninguneos humillantes como el del reparto del extinto IGTE o la Ley del Suelo, que de momento sólo ha encandilado de manera rutilante a los lobbys empresariales de las dos provincias. Ya se han activado algunos resortes, mayormente alimentados desde sectores del PSOE muy críticos con el proyecto de ley, para generar un debate verdadero que permita cambiar radicalmente el fondo de la norma territorial, particularmente en lo que respecta a la abolición de los controles jurídicos previos a la aprobación del planeamiento por parte de los ayuntamientos y los cabildos y a la inconsistencia de algunas aseveraciones como la que se refiere a la preservación del medio ambiente a la vez que se resalta el poco consumo de suelo que a día de hoy protagoniza la industria turística. La reducción a tareas meramente decorativas de la Comisión de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente de Canarias también será objeto de muchas diatribas y serán las voces socialistas las que más se hagan oír.

Se acabó la tregua con el PP

Con la fantasmagórica gestión que se está haciendo desde el Gobierno con el supuesto reparto de un supuesto IGTE que de momento sólo está en los Presupuestos Generales del Estado del lado del Gobierno de España, está sucediendo un tanto de lo mismo. Mientras el presidente Clavijo ha logrado la unanimidad empresarial, ya ha escrito para la posteridad la hoja de la ruptura de la unidad de acción entre cabildos y ayuntamientos y de todos ellos entre sí. Y ayuntamientos gobernados por Nueva Canarias, por el PSOE y hasta por el PP, cuyo secretario general, Asier Antona, ha vuelto a romper la tregua que populares y nacionalistas se habían dado desde que el propio Clavijo rehabilitara políticamente a José Manuel Soria precisamente con ese acuerdo sobre el extinto Impuesto General de Tráfico de Empresas (IGTE) con el que ha engatusado a alcaldes, presidentes de cabildos y hasta rectores de Universidad. No hay día en el que no se conozca un anuncio o una reunión apoteósica en los que se resalte el revolucionario papel que van a desempeñar esos fondos (160 millones de euros al año, cuando estén disponibles) para cambiar “el modelo productivo canario” en paralelo a una Ley del Suelo que no pretende otra cosa que perpetuarlo. Eso sí, con el añadido del ladrillo. La vuelta a las hostilidades entre los tres principales partidos de Canarias solo pueden estar marcando ya el territorio pre-electoral, una vez constatado el fracaso de Pedro Sánchez para lograr los apoyos necesarios. Un adelanto que, desde luego, perjudicaría notablemente a Coalición Canaria, que a punto estuvo de perder el acta que ahora ostenta Ana Oramas a manos de Ciudadanos, el único partido al que todo el mundo da como seguro beneficiario de este caótico panorama político. Unas elecciones que perjudicarían seguramente a todos los demás partidos, con especial incidencia en el PP, al que las distintas investigaciones por corrupción amenazan con remontarse a la era Naseiro. ¿Se acuerdan? Aquel famoso tesorero con el que empezó todo hasta dar lugar a la actual podredumbre generalizada.

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