No es el clan de la avaricia en su estricta definición el que ha tenido la inmensa fortuna de haber sido tocado con la varita mágica del Gobierno para poder entrar en el negocio del gas: están algunos de los que siempre fueron, pero aparecen otros que nada tienen que ver con esa forma de diseñar la distribución de la riqueza, los exquisitos equilibrios, vamos. Doce hombres sin piedad, porque mujeres no hay ninguna, seis por cada una de las dos provincias, o mejor, por cada una de las dos islas capitalinas. Los seis de Las Palmas acuden cada uno por distintos motivos, desde el alto consumo que sufren de energía, hasta por la apuesta estratégica que supone quedar bien con Mauricio y con Adán, para una vez que les llaman.