Ese pedazo de gestor que es José Manuel Arnáiz, defendido a capa y espada por los que le pusieron al frente de la Autoridad Portuaria y aún le mantienen pese a la que está diluviando, hace aguas por todas partes. El otro día se atrevió a decir que nadie debía preocuparse por los dineros que Europa retire del dique Reina Sofía como consecuencia de sus extravagancias de recortar y pegar, en plan costurero de la señorita Pepis. Si hay que aflojar diez mil kilos de los de antes, no hay problema, que tiro de talón y santas pascuas, vino a decir más o menos este ingeniero sin carné. Y sin cabeza. No debe ser cierta esa liquidez, al menos si nos remitimos al procedimiento escogido para pagar la nónima de noviembre, que procedió de un préstamo de un banco. No vamos a hacer el más mínimo esfuerzo por averiguar qué banco hizo la operación porque seguro que fue el mismo que levantó el famoso aval que tenía como destino final una sede de la calle Albareda.