A todas éstas, los medios de comunicación esperando en la puerta porque no se autorizaba su entrada hasta que comenzara, una hora después, a hablar la consejera. La estupefacción e indignación de los empleados eran totales. La consejera daba la rueda de prensa con los resultados de las investigaciones y no quería que nadie le estropeara el momento de gloria; y alguien al oído le debió dar la idea de cómo desactivar las siempre molestas reivindicaciones de los trabajadores. Pero en su partido nadie calcula. El resultado fue que la gran mayoría de los empleados dieron plantón a la Gil y atendieron a los medios a las puertas del centro para anunciar su preaviso de huelga. La consejera dijo lo que tenía que decir y se marchó sonriente en el coche oficial entre los abucheos de los trabajadores, convenientemente reflejados en las televisiones. Lo dicho, les hace falta un profesor de cálculo y les sobra prepotencia.