De las grabaciones obtenidas por la TIA en el salón de consejos de la Autoridad Portuaria, parece que se ha llegado a una terrible conclusión: Soria ha perdido por completo el oremus. Si en la misma mañana del consejo de administración mantuvo una acalorada discusión telefónica con José Manuel Arnáiz, al que llamó de todo menos pívot de baloncesto, durante el consejo una buena parte de sus iras recayeron en la figura del abogado del Estado Francisco Jiménez de Cisneros. Arnáiz aguantó el chaparrón, que para algo ha sido lacayo soriano hasta el otro día, y curó su espanto llamando a Miguel Becerra, mano derecha de Adán, para recibir de él la última bendición necesaria para asumir la postura que luego defendió en el consejo. Lo de Jiménez de Cisneros fue peor porque a Soria sólo le faltó llamarle “godo” cuando se refería a él al meterlo en el saco de personas que vienen de afuera a decirnos lo que tenemos que hacer los grancanarios. Muy fuerte, conociendo su árbol genealógico.