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Feijóo y su plan racista, pusilánime y cobarde

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo
21 de septiembre de 2024 21:42 h

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Alberto Nuñez Feijóo acudió a ver a Giorgia Meloni después de declarar que su modelo en inmigración es el que quiere para España. Al ser preguntado en la rueda de prensa sobre el plan de Meloni para crear campos de concentración para inmigrantes en Albania y si replicaría esa propuesta en España, respondió que es algo que no le incumbe al tratarse de política interior italiana y que no haría comentarios al respecto. Ese es Feijóo, cobarde y pusilánime para llevar a cabo el programa fascista de Meloni en España. Le gusta, lo quiere implantar, pero cuando un periodista le pone frente a lo concreto se esconde para no afrontar lo que implican sus palabras y planes. Lograr el poder le obsesiona tanto que no es capaz de explicar lo que significan sus palabras avergonzándose por lo que significan.

¿En qué consiste el plan de Meloni que Feijóo quiere para España? La novedad de Giorgia Meloni frente a la política europea en materia de inmigración es la creación de dos campos de concentración para inmigrantes en Albania. Sé que perturba un poco escuchar que cómo ciudadanos europeos participamos de la creación de campos de concentración en 2024 y los llamamos centros de internamientos para solicitantes de asilo y refugio. Pero es el mismo modo de evitación psicológico que se producía en época de entreguerras para llamar cárcel al campo de concentración de Oranienburg en Berlín para eludir la verdad que se avecinaba. Giorgia Meloni ha llegado a un acuerdo para la creación de esos dos campos de concentración en las ciudades albanesas de Shengjin y Gjader con capacidad para más de 3.000 personas. La idea de la fascista italiana es subrogar el internamiento forzoso el Albania, en territorio fuera de la UE, de todos aquellos migrantes rescatados en el Mediterráneo por las oenegés para cribar entre asilados y migrantes económicos para deportarlos de vuelta a su país. 

El plan de Giorgia Meloni es una depuración ultra de las políticas de la Unión Europea de externalización de las fronteras y la represión en países que no forman parte de la UE y que no tienen ningún respeto por los derechos humanos. Se trata de una subrogación mediante métodos prohibidos legalmente en los países de Europa. Métodos que sí están permitidos en las dictaduras a las que se paga para que gestionen los flujos migratorios que vienen a nuestros países para que no entren y poder deportados. 

La concreción de esta política de sicariato contra la inmigración fue publicada por una investigación de Lighthouse Report con la colaboración de diferentes medios como Washington Post, El País, Le Monde o Der Spiegel que evidencia que países como Marruecos, Mauritania o Túnez detienen a migrantes y refugiados para trasladarlos en autobuses al desierto y dejarlos sin ayuda, agua o comida, para ser pasto de traficantes de personas que comercian con ellos como si fueran esclavos y, en el mejor de los casos, quedan a expensas de ser secuestrados y torturados o morir de inanición. El caso de las mujeres es el que todos conocemos, ser víctimas, además, de violencia sexual o de tratas de prostitución. 

Es importante trasladar que lo que hace Italia con Túnez de manera más incisiva es lo que ya lleva haciendo España con Marruecos y Mauritania desde siempre, como muestra dicha investigación, y, por tanto, no hay excesiva diferencia entre lo que pretende hacer Alberto Núñez Feijóo con lo que ya hace Pedro Sánchez y ha hecho cualquier presidente de España en la historia al margen de una implicación directa de Feijóo con la profundización en estas políticas criminales de externalización de las fronteras. 

La criba racista que hacen Marruecos y Túnez con los migrantes está basada en una extrapolación que los países árabes del norte de África hacen de las teorías ultras europeas con los africanos, incluyendo a los magrebíes, y basada en la teoría nazi del Plan Kalergi. El líder de Túnez, el sátrapa Kais Said, cree que “existe un plan criminal diseñado desde principios de siglo dirigido a alterar la composición demográfica de Túnez para transformarlo en un simple país africano sin vinculación con el mundo árabe e islámico”. El policía migratorio de Italia piensa de los subsaharianos lo mismo que los italianos piensan de los magrebíes. El racismo y la conspiranoia siempre son descendientes porque debajo habrá otro al que reprimir. Los racistas europeos pagan a los racistas magrebíes para que les libren de inmigrantes molestos. 

Soy consciente de que denunciar de manera abierta la política racista en materia de inmigración no tiene la capacidad para generar escándalo porque no se considera tan grave que participemos en una limpieza étnica con tácticas y estrategias más propias de los años 30 que de la actualidad. El maltrato a los migrantes solo es algo que denunciar cuando puedes echar en cara a los adversarios lo malos y perversos que son, pero pasa a segundo plano cuando se pone el espejo que muestra que la izquierda institucional mira para otro lado cuando los afectados por la crítica son ellos. A día de hoy, con un gobierno del PSOE y Sumar, las violaciones de derechos humanos promovidos por los pactos y el financiamiento de la externalización de las fronteras con Marruecos y Mauritania no es muy diferente a la que Giorgia Meloni está llevando a cabo con el acuerdo con Túnez y Albania. No es diferente tampoco a la que se producía con un gobierno de PSOE y Unidas Podemos mientras se producían tragedias como las de Melilla en 2022. Feijóo es un cobarde y un racista, pero no podemos decir nada demasiado bonito de nosotros mismos mientras toleramos que un gobierno que nos representa plantea una solución parecida permaneciendo impasibles y mirando para otro lado. 

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