La tierra de los hielos australes: El Calafate y los glaciares patagónicos

El Glaciar Spegazzini desde el barco que navega por los canales del Lago Argentino.

Viajar Ahora

Elal había sido creado por los cisnes a los pies del sagrado Chaltén, la montaña que aguanta todo el peso del cielo. Y ahí vivió años felices hasta que los hermanos Shie (nieve) y Kosheske (frío) decidieron conquistar el mundo confabulados con Maip (el viento helado). Lanzaron su furia y cubrieron el mundo de hielo y nieve. Elal, desesperado, les lanzó piedras que al chocar entre sí incendiaron algunos matorrales haciendo al hielo retroceder hasta refugiarse en las montañas más altas de La Patagonia. Y los hombres controlaron el fuego y la vida volvió a ocupar las llanuras, pero desde entonces, Shie, Kosheke y Maip viven enemistados con los hombres y el resto de los animales. El hielo sigue allí arriba recluido formando una masa compacta de más de 350 kilómetros de longitud y 16.800 kilómetros cuadrados que forman una de las reservas de agua dulce más grandes del planeta.

Esta enorme masa blanca, refugiada en los confines del sur de la Cordillera de Los Andes, se desparrama laderas abajo y forma hasta 49 glaciares que bajan a ambos lados de la frontera chilena y argentina. Algunos famosos mundialmente como el Perito Moreno (en el lado argentino) o el Grey (en Chile). Otros escondidos tras arduas caminatas de horas por paisajes increíbles. Ciudades turísticas como El Calafate, mecas del senderismo como Torres del Paine o El Chaltén; rutas míticas como la 40. Esta parte del mundo es una invitación constante a la aventura. Un auténtico reino natural dónde las cosas de los hombres tienen un algo de provisional; como si estuvieran ahí hasta que el viento helado (ese Maip del que hablábamos antes) se decida a empujar al frío y la nieve hacia las llanuras dónde ahora viven los hombres.

Haciendo base en El Calafate

El Calafate es una pequeña ciudad de frontera. Hasta 1927 no era más que un apostadero que servía para aprovisionar a las estancias ganaderas de la región y dar salida a la lana. Las tensiones fronterizas con Chile movieron a las autoridades a crear un asentamiento permanente y se construyeron las primeras casas a orillas del Lago Argentino. El avión y la cercanía del Glaciar Perito Moreno convirtieron al pequeño pueblo ganadero en una ciudad turística que recibe a cientos de miles de visitantes al año. Mucho antes, grupos de cazadores de la etnia tehuelche (los famosos patagones que describió Magalllanes) pasaban esporádicamente por el lugar tras las manadas de guanacos. La Cueva de Punta Walichu, a orillas del lago, es testigo de aquellos tiempos primigenios. Sus interesantes pinturas rupestres nos hablan de la estrecha relación de los hombres y mujeres de aquellos tiempos remotos con la naturaleza. En el Centro de Interpretación Histórica Calafate (Almirante G. Brown, 1050; Tel: (+54) 2902 49-2799; Horario: LD 10.00 – 20.00) se hace un repaso a toda la historia local con una visión crítica y consciente que se agradece tocando temas espinosos como la aniquilación de las culturas locales. Y también hay una buena colección de restos paleontológicos y arqueológicos.

En una ciudad de apenas un centenar de años de antigüedad, las piedras nobles apenas existen. Abundan las casas de madera y techos de chapa, construcciones típicas de La Patagonia que se abren a la luz con enormes ventanales. La naturaleza manda e impone su ley. Y por eso lo mejor que hay que ver en El Calafate es su entorno. En La Reserva Natural de Laguna Nímez , por ejemplo, el Lago Argentino abandona su habitual apariencia de espejo desolado creando unas marismas verdes llenas de vida en la que se pueden ver hasta 80 especies de aves acuáticas. Y después está el hielo. Y Glaciarium (Ruta 11 km 6; Tel: (+54) 02902 497912; Horario: LD 11.00 – 19.00;Mail: info@glaciarium.com) es el aperitivo perfecto antes de emprender el camino de la Cordillera para ver los hielos. Este moderno centro de interpretación te dará las claves para comprender cómo se forman, de qué manera evolucionan y lo que los campos de hielo significan para el medio natural y las comunidades humanas que viven y han vivido junto a ellos. ¡Y tienen un bar que se sale!

Viajando hacia los muros blancos

Hay dos excursiones típicas: subir hasta el Perito Moreno y hacer la travesía de los glaciares Upsala y Spegazzini. Decidirse por uno u otro es complicado. La primera vez que fuimos a Calafate sólo fuimos a ver el Perito Moreno y la segunda volvimos al Perito e hicimos la navegación. Y nos encantó. Es algo increíble que te ocupa prácticamente todo el día. El barco navega por los canales del norte del Lago Argentino descubriendo paisajes increíbles y los propios glaciares. El precio de la excursión no es barato (hablar de precios en Argentina es peligroso ya que cambian todo el tiempo, pero rondan los 90 euros) pero merece la pena. Los barcos salen desde Puerto Bandera (Acceso por Ruta 11) y la excursión dura unas cinco horas. El premio es llegar a las inmediaciones del Upsala y el Spegazzini, pero entre medias, la cordillera muestra espectaculares vistas.

El rey de la casa es el Glaciar Perito Moreno. No es el más grande de la región, pero su situación, justo en frente de un cerro elevado, lo convierten en el más fácil de visitar y comprender de todos los que forman el Parque Nacional Los Glaciares. Esperar en las pasarelas a que los enormes bloques de hielo vayan cayendo al lago es de las mejores experiencias de un viaje a la Argentina; y te da la verdadera dimensión de un fenómeno natural vivo. El Perito Moreno es de los pocos glaciares del mundo que no están en retroceso. Sigue en su equilibrio de siglos mientras que en otros lados del planeta los hielos se retraen. ¿Y qué hacer? Recorrer las pasarelas y miradores que quedan justo en frente de la imponente lengua de hielo y hacer la navegación (merece la pena). Para los más aventureros queda la caminata por los hielos. Esta excursión puedes contratarla en alguna de las agencias de viaje de El Calafate.

Un trozo de la 40 hasta El Chaltén.- Es otra excursión clásica desde El Calafate. Lo normal es contratar un taxi por jornada completa (unos 200 euros) que nos llevará hasta El Chaltén a primera hora de la mañana para volver a última hora de la tarde (Matías Tel: (+54) 9 2966 32 9165.); la distancia es de 213 kilómetros, una buena parte de ellos por la mítica Ruta 40, carretera que recorre la cordillera andina en toda su extensión argentina desde el Estrecho de Magallanes a la frontera con Bolivia. El Chaltén es un regalo. El pueblo (de marcado sabor patagónico) está a los pies de un macizo montañoso coronado por el propio Monte Chaltén, una aguja de piedra que preside un grupo de picos, valles y circos glaciares justo en el límite del campo de hielo. De este lugar dicen que es la capital del senderismo de la Argentina. Y es verdad. Una red de senderos se interna en la montaña descubriendo sus secretos mejor guardados. Los hay para todos los gustos y niveles. Si tienes poco tiempo sube a la Laguna Capri; son sólo siete kilómetros y el lugar merece la pena. De camino a El Calafate o a la ida aprovecha para visitar el Parador La Leona , una de las postas más famosas del sur de América y toda una institución para los fanáticos de la Ruta 40; es uno de los hoteles más antiguos de la región y está en un lugar espectacular. Tenemos la intención de ir a dormir alguna vez a La Leona.

GUIA DE SENDEROS DE EL CHALTÉN

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