Quartier Coppede: una joya romana que pocos turistas conocen

La Fuente de Las Ranas sirve de centro geográfico y simbólico del Barrio Coppede, en Roma.

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Uno podría pensar que todo lo que hay que ver en Roma se concentra en torno a sus grandes centros históricos; que las piedras venerables tienen siglos a cuestas y que sólo la pátina que da el paso del tiempo es la que merece la pena la atención del viajero. Y no es así. Coppede es el mejor ejemplo de ello. Este pequeño barrio (que no es tal) apenas cuenta con un siglo y pico de existencia y es uno de los lugares más bonitos de la capital romana. Una visita apresurada a la ciudad eterna deja fuera de ruta lugares como éste. Y es normal. En Roma hay mucho que ver y nadie, siquiera la mayoría de los propios romanos, pueden decir con rotundidad de que conocen todos los recovecos de esta urbe laberíntica y única. En cualquier lugar del mundo, el viajero va del punto A al B para ver A y B; pero en Roma, cualquier trayecto, por pequeño que sea, tiene infinitos puntos de escala. Y eso hace que muchos rincones de la capital italiana pasen inadvertidos para los viajeros.

Coppede es un ejemplo claro de lo que hablamos. Este pequeño grupo de palacios y palacetes se encuentra a muy poca distancia de la imprescindible Villa Borghese. Pero nueve de cada diez viajeros descienden hacia Piazza del Popolo y se olvidan de todo que queda al norte de los jardines. Lo mejor de Roma es que no aburre. Y uno puede ir una y otra vez para descubrir sus secretos: esos que quedan fuera de un fin de semana o un viaje de tres o cuatro días. La Plaza de Buenos Aires sirve de entrada a esta zona romana (Estación Buenos Aires líneas 3 –verde oscuro- y 19 –naranja- del tranvía). De aquí camina junto a Santa Maria Addolorata (Viale Regina Margherita, 81) e intérnate por Tagliamento hasta que veas un fastuoso edificio que, literalmente, parte al medio una calle (Via Dora) a través de un arco. Estas ante el Palazzi degli Ambasciatori, uno de los más de 30 edificios que forman el quartier.

Para entender este lugar hay que tener en cuenta varios factores. El primero es el de una alta burguesía romana que, a principios del siglo XX, huyó del centro de la ciudad y buscó un nuevo espacio para hacerlo propio. Por aquel entonces, el modelo de expansión urbano era Barcelona y su pujante modernismo. Y ahí entra en juego el segundo de los factores de los que hablábamos: Gino Coppede. Este arquitecto, admirador de Gaudí, fue contratado por la firma Sociedad Anónima Edilizia Moderna para planificar y edificar varias residencias de lujo en la zona. Y de ahí nació el Barrio Coppede, un conjunto de 18 grandes palacios y 27 palacetes que aglutinan los grandes estilos históricos de la ciudad (la Roma clásica, el románico, el gótico, el renacentista y el barroco) reinterpretados bajo la lupa del modernismo (Coppede trabajó en España y conoció a los maestros españoles).

La Piazza Mincio ejerce de centro del conjunto. Esta pequeña rotonda está adornada con una fuente monumental que recuerda a otras grandes fontanas romanas: la Fuente de las Ranas. Desde la fuente, el espacio se organiza de manera radial con tres  impresionantes palacios que crean uno de los rincones más bonitos de Roma: el Palazzi degli Ambasciatori (Palacio de los Embajadores); el Palazzo del Ragno (Palacio de la Araña) y II Villini delle Fate (La Villa de las Hadas). Detente un buen rato para mirar. Uno de los rasgos fundamentales del modernismo es el uso de símbolos y dobles sentidos. Los detalles lo son todo y la decoración, pese al exceso, es un elemento fundamental del edificio. En la Villa de Las Hadas, por ejemplo, se hace un recorrido por los diferentes estilos arquitectónicos medievales italianos con guiños a símbolos y personajes clave de las grandes regiones (Dante y Petrarca por Toscana; el león veneciano o las figuras de Rómulo y Remo). Este complejo de edificios de inspiración medieval no son un solo recinto: aquí, Coppede quiso insertar en su ‘barrio’ una pequeña manzana medieval que incluye casonas toscanas, torres fortaleza y palacios norte europeos. El Palacio de los Embajadores, por su parte, es todo un homenaje al Renacimiento y al Barroco.  Cada edificio de la plaza es un verdadero alarde. Hay que darles la vuelta varias veces para poder advertir todo lo que quieren decir. Los frescos de la Villa de Las Hadas son el claro ejemplo de lo que hablamos. Pasea por los callejones. La monumentalidad pierde peso cuando te alejas de la Fuente de Las Ranas, pero cada edificio es único y crea un conjunto notable.

Belleza llama a belleza. Los alrededores de Piazza Mincio están llenos de pequeñas villas y edificios hermosos. En sentido estricto, Coppede está comprendido por las vías Tagliamento, Arno, Ombrone, Serchio y Clitunno. En este trocito del Barrio de Trieste se apelotonan los palacetes y grandes edificios (hoy algunos de ellos son embajadas). Pero en los alrededores también hay otros lugares dignos de una visita. Quizás uno de los más importante es Villa Albani (Via Salaria, 92; Tel: (+39) 06 683 3703), palacio construido en el siglo XVIII para el Cardenal Alessandro Albani, sobrino del papa Clemente XI. Ya sólo para ver el edificio por dentro merece la pena. En su salón principal el pintor Anton Raphael Mengs pintó el fresco de El Parnaso, una de las obras fundacionales del Neoclásico. Hoy, esta villa palaciega (que cuenta con unos jardines de extraordinaria belleza) alberga una importante colección de obras de arte que van desde la antigüedad hasta el siglo XIX con firmas de la talla de Tintoretto, Van Dyck o Ribera.

La Villa Torlonia (Via Nomentana, 70; Tel: (+39) 060 608; E-mail: villeparchistorici@comune.roma.it) está un poco más lejos, pero queda dentro del radio de acción de Coppede. Al igual que sucede con sus vecinas (Borghesse o Albani-Torlonia), este palacio se encontraba, al momento de su construcción, lejos del bullicio romano. La Villa Tortolina es una de las últimas grandes villas de la capital. Se construyó a finales del siglo XVIII y principios del XIX sobre un edificio existente y supuso un quiebre: los jardines y el palacio tienen un aire inglés y un enorme frontón clásico. Al igual que sucede con las otras grandes villas en Torlonia hay una impresionante colección de arte. Otra de las joyas de esta villa es la conocida como la Casa de la Lechuza (Casina delle Civette), un pabellón anexo (en realidad una verdadera casona) que es una de las joyas del medievalismo ‘art decó’ de la ciudad.

Fotos bajo licencia CC: sunshinecity; Bruno; RaSeLaSeD - Il Pinguino; Sarah Nichols; Fred Romero

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