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Los últimos trogloditas de la Gran Canaria

Una de las últimas habitantes del poblado de Acusa Seca se asoma a la Caldera de Tejeda, en el centro de Gran Canaria.

Viajar Ahora

Gran Canaria —

La complicada geografía de Gran Canaria impone límites importantes a la actividad humana. Desde que pusieron, por primera vez, sus pies en esta tierra, sus hombres y mujeres tuvieron que ingeniárselas, y mucho, para salir adelante. Uno de los mayores desafíos fue buscar lugares adecuados para vivir. La práctica ausencia de agua en las zonas llanas y las necesidades de vivienda los empujó hacia las alturas. Las condiciones ambientales les obligaron a aferrarse a los riscos y buscar casi cualquier grieta para construir sus casas. Los costeños construyeron poblados de casas de piedra que, en su mayor parte, son el modesto origen de las actuales ciudades y pueblos; los de interior se las ingeniaron para hacer de las alturas verticales espacios habitables. Los canarios excavaron sus cuevas aprovechando la ductilidad de la piedra volcánica, abrieron sendas, escaleras, pasadizos, lugares de reunión, canales y albercas para el agua.

Hay multitud de rastros de aquellos barrios de cuevas por todas partes. La mayoría se abandonaron tras la conquista española y otros muchos fueron languideciendo en las últimas décadas del siglo XX. Hoy, según datos del servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria hay 108 conjuntos de viviendas rupestres en la isla que agrupan a unas 2.000 viviendas en buen estado que se utilizan como residencia habitual (las menos) o casas de fin de semana. Incluso hay algunas que se alquilan como alojamientos rurales.

Según los censos oficiales, en la actualidad unas 400 personas viven en los núcleos de casas cuevas que aún resisten el paso de los siglos. Son los últimos trogloditas de la isla. Gentes que conservan el pulso vital de lugares que han estado habitados desde hace casi dos milenios y que hoy apenas ven pasear gentes por sus andenes y veredas. Lugares que forman parte de un interesante legado de gran importancia cultural y etnográfica y, a la par, son puntos de interés para el visitante de fuera y el local inquieto. Un par de estos enclaves son de muy fácil acceso y una estupenda excusa para meterse en las tripas de la geografía grancanaria.

Barranco de Guayadeque

Barranco de GuayadequeLa carretera que serpentea por el cauce de Guayadeque descubre las intimidades geológicas más profundas de la isla. Este barranco, que baja desde las piedras más altas de Gran Canaria hasta el mar, es una profunda grieta de muros verticales que guarda numerosos restos de la cultura prehispánica, entre ellos varios conjuntos de casas cueva y graneros colectivos. Poco después de alcanzar el cauce del barranco, la carretera pasa junto al Centro de Interpretación de Guayadeque (Dirección: GC-103; Tel: (+34) 928 172 026; Horario: M-S de 9:00 a 17:00; D de 10:00 a 18:00). Es un lugar ideal para iniciar este paseo por uno de los espacios más sorprendentes de la isla. Entre las explicaciones, que aúnan naturaleza, arqueología y etnografía, se encuentra buena información sobre el hábitat rupestre. Algunas de estas casas aún están habitadas y otras han sido habilitadas como restaurantes. El núcleo más grande es el de Cuevas Bermejas, en el cauce medio del barranco. Casas, corrales para animales, plazas públicas e, incluso, una iglesia fueron ganadas a la roca a fuerza de pico y pala. El otro núcleo de casas habitadas (aunque hay cuevas diseminadas por toda la zona) es el de Montaña las Tierras, en la cabecera alta del barranco. Dos buenas opciones para comer en la zona son el Restaurante El Centro (en Cuevas Bermejas) y el Tagoror (Montaña las Tierras). No podía ser de otra manera: ambos son cuevas excavadas.

Barranco Hondo

Barranco HondoComo otros barrios de casas cueva, este barrio se localiza bajo una enorme cornisa natural que protege las viviendas de la lluvia y el viento. La mejor manera de acceder a este lugar es tomar, en la población de Juncalillo, la GC-222. Conectadas por andenes, escaleras y pasillos se apiñan las entradas a las diversas dependencias y estancias. Se pueden ver algunos hornos y, como curiosidad recurrente en este tipo de hábitats, la Ermita de Nuestra Señora de Fátima, excavada por los vecinos en la segunda mitad del siglo XX. Otra de las curiosidades del lugar es el Museo Etnográfico Juan Cubas, un vecino de Barranco Hondo que ha atesorado una buena colección de materiales relacionados con la vida cotidiana y la economía de la zona. Destaca su amplio fondo de cerámica popular, mobiliario y aperos para el trabajo agrícola. Muy cerca, en la margen oeste del barranco, se localiza el curioso yacimiento arqueológico de Risco Caído (Horario: L-V 10.00 - 15.00; Visita sólo por reserva Tel: (+34) 928 666 102; Mail:artenaraturismo@gmail.com). En este conjunto de casas excavadas por los antiguos canarios destaca la llamada cueva seis que, según los estudiosos, sirvió de santuario y marcador estacional a los primeros pobladores de la isla. Coincidiendo con el solsticio de verano boreal (21 de junio) los rayos del sol entrar en la cueva a través de una abertura y recorre diversos grabados identificados como símbolos relacionados con la fertilidad.

Artenara

En torno al casco del municipio de Artenara se localizan varios barrios formados por cuevas vivienda. Lugares como Las Arvejas, La Crucita o La Majada, entre otros muchos, cuentan con pequeños conjuntos rupestres que aún siguen funcionando como viviendas. Pero no hay que caminar mucho para encontrarse con este tipo de hábitats. El propio casco del municipio más alto de la isla de Gran Canaria cuenta con un barrio excavado. Las casas que miran hacia la espectacular Caldera de Tejeda tienen un pie fuera y otro dentro de la montaña. Los barrios de Las Moradas y La Degollada son ejemplos prototípicos de este tipo de hábitats. Muchas de estas cuevas se han reconvertido en alojamientos rurales y permiten vivir la experiencia de vivir como un verdadero troglodita. Para viajeros de paso queda el Museo de las Casas Cueva Santiago Aranda (Dirección: C/ Párroco Domínguez Báez, 13; Tel: (+34) 928 666 102; Horario: L-V 10.00 - 15.00 y 16.00 - 17.00), un conjunto de casas excavadas que han sido habilitadas como centro expositivo y en la que se pueden ver antiguos muebles, herramientas de trabajo y todo tipo de útiles domésticos vinculados a laas gentes del lugar. Otro punto de interés de este lugar es la Ermita de Nuestra Señora de la Cuevita (Dirección: C/ La Cuevita, 50; Tel: (+34) 928 666 102; Horario: L-D 10.00 - 19.00) una sencilla iglesia excavada en la roca que cuenta, además, con otros elementios arquitectónicos (como la pila bautismas, el altar o el coro) elaborados con roca tallada.

Acusa Seca

Acusa SecaEn los altos de Acusa, la geografía atormentada y caótica de la Caldera de Tejeda se da un respiro de llanuras ondulantes en un entorno dominado por el pico, la quebrada y el risco. Tierras ricas que, aún, aportan una buena cantidad de los cereales de la isla. Al abrigo de los cantiles de esta meseta irreal se apiñan los pagos de Acusa Seca y Acusa Verde. Este antiguo poblado de “cuevas de los antiguos”, como dicen las gentes del lugar, fue cabeza del municipio. No hace mucho, habitaban estas grietas primorosamente acondicionadas más personas que Artenara. Contaba Acusa Seca con escuela, cuartelillo de la Guardia Civil, bar, salón para bailes, hornos… Siguiendo el camino hacia Acusa Verde se pueden ver multitud de antiguas cuevas excavadas por los aborígenes, que dejaron aquí buenas muestras de su genio constructivo como el Granero Colectivo del Álamo (un impresionante sistema de cuevas fortificadas para guardar el grano) o la enigmática Cueva de Las Estrellas, en la que un pintor ancestral dibujó un firmamento de puntos blancos sobre fondo negro que, sin duda alguna, tiene mucho que ver con la particular cosmogonía indígena.

El Hornillo

El HornilloSituado en la cabecera superior de un barranco, la particularidad de este barrio excavado en la roca es que las casas se tuvieron que organizar de manera vertical a lo largo del camino que comunica el Valle de Agaete y la zona alta de la isla. Este lugar fue nexo y zona de intercambios comerciales y culturales entre las cumbres de la isla y la costa. Un lugar de tránsito que queda de manifiesto en el camino real que, desde Agaete, sube hacia interior de Gran Canaria. En este barrio colgado del risco hay más de dos centenares de cuevas excavadas que sirvieron como viviendas, corrales, almacenes, talleres artesanales y comercios. Otro aspecto interesante de este lugar es su red de caminos, andenes, acequias, estanques y, sobre todo, las denominadas cuerdas (pequeñas terrazas de cultivo). Para visitar El Hornillo, la mejor opción es dejar el coche en la Plaza de Santa Teresita, junto a la Ermita (acceso por GC-223) y bajar caminando hasta los diferentes andenes excavados en la roca. No es un camino aconsejable para personas con vértigo. En este lugar, se unen el interés etnográfico con el paisajístico con espectaculares vistas al Valle de Agaete y el Pinar de Tamadaba.

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