Desde Cuenca hasta la localidad de Uña, ubicada en plena Serranía, solo hay media hora. Y si se avanzan otros diez minutos hasta el embalse de la Toba se encuentra un lugar con una singular historia: la Residencia de la Toba. Un complejo vacacional exclusivo para los trabajadores de lo que hoy es Naturgy, pero que se conoce en la zona como el poblado de Unión Fenosa, la empresa que gestionó durante décadas las infraestructuras del embalse, impulsado en sus orígenes por la Sociedad Eléctrica de Castilla.
La historia de este lugar, hoy moderno y adaptado a los tiempos actuales, se remonta a principios del siglo XX, cuando se proyectó la creación de un embalse coincidiendo con una “década de sequía” en la zona. La obra planteada incluía el acondicionamiento del lugar para el aprovechamiento hidroeléctrico del río Júcar, combinando sus aguas con el arroyo de Uña, que son las que también delimitan la protegida laguna con el mismo nombre de la localidad conquense. Con la presa de la Toba se quería regular el caudal del Alto Júcar y también delimitar un canal entre el río y la laguna.
“Todo el complejo se realiza durante una década de sequía, pero el Júcar sufría menos estiaje que el Tajo. Entonces vieron una oportunidad en crear un complejo hidroeléctrico para llevar luz a Madrid”, explica José María Martínez, profesor especializado en Geografía Rural de la Universidad de Castilla-La Mancha en Cuenca.
Un poblado vacacional para los trabajadores
En el término municipal de Uña se ha detectado un importante porcentaje de viviendas en manos de un gran tenedor, según los datos del Catastro, obtenidos por elDiario.es y nos preguntamos por qué. Resultó ser el poblado vacacional vinculado a la compañía eléctrica que gestiona el lugar. “Efectivamente, el poblado es vivienda de gran tenedor [Naturgy], pero nunca ha funcionado como vivienda de mercado, siempre ha sido para sus trabajadores”, explica. En el complejo hay piscina, pistas de tenis y de pádel, un frontón e incluso un campo de fútbol.
Es por eso que del poblado, que ahora se conoce como Residencia de la Toba, no hay apenas información. “Siempre ha sido un lugar cerrado para ellos”, explica Martínez, ya desde los inicios, cuando se proyectó como un lugar para que vivieran los trabajadores que construyeron el muro de la laguna, así como el canal que transporta el agua hasta la vecina localidad de Villalba.
En ese otro pueblo, de hecho, hay otro conocidísimo poblado, donde la arquitectura de la época se ha mantenido con un gran interés turístico. “En esta zona era donde vivían los ingenieros”, explica Martínez. Mientras que el poblado en Uña era para “los currantes”, al igual que las infraestructuras que se encuentran en el mismo pueblo y que fueron adquiridas a Unión Fenosa por la Diputación de Cuenca en 2018. “Es la gran diferencia, que el poblado de La Toba se construyó para los currantes”. “Tienen su tienda y su bar. Realmente no tienen mucha interacción con el pueblo”, asevera el profesor. De hecho, durante los meses invernales, “seguramente no se vea ninguna luz”.
Grandes obras hidroeléctricas
La de la Toba fue una de las primeras grandes obras hidroeléctricas que se construyen en la región, la segunda tras la de Bolarque y con el único objetivo de llevar electricidad a Madrid. Francisco José Rodríguez Martín, 'Paco Pepe' como es conocido en Cuenca, es el nieto de un jefe de obra que llegó a la presa en 1923 y también el autor del libro 'De la Toba a Villalba por un canal', en el que repasa la historia de la impresionante infraestructura. “El objetivo era simple y llanamente abastecer a Madrid de electricidad, hasta Bolarque. Desde Villalba iba a Bolarque y de Bolarque, a Madrid”, recalca. Su abuelo llegó como trabajador eventual desde el canal de Isabel II, en Madrid.
Lo que hoy le consta al Catastro como la propiedad de un gran tenedor de vivienda comenzó siendo algo muy diferente. “Todo empezó como un poblado de barracones para los empleados que construían la presa del embalse de la Toba”, señala. Aunque su abuelo llegó en 1923, realmente la obra llevaba ya un par de años, explica Paco Pepe, ya que la primera documentación de la que él dispone es de 1920. La presa se inauguraba, con la presencia del rey Alfonso XIII, en 1926. Su madre, de 98 años, estuvo allí cuando ya se había convertido en zona recreativa para los empleados en el año 1946. “No debería llevar mucho tiempo, pues porque con la guerra, qué te voy a contar”, explica.
“Se pedía un permiso de residencia y se les otorgaban quince días a los empleados. Ella [su madre] estuvo tres veces ahí”, en las vacaciones de la época. Él también estuvo al poblado, cuando se utilizaba “como campamento” para los niños y para aprender inglés en el verano. “Pero estaba en muy mal estado. Luego se cerró, se reconvirtió y se arregló, con un proyecto de reforma importante”, señala. Hasta lo que es hoy.
“Villalba pasó del siglo XIII al siglo XX” con la obra
Rodríguez Martí explica que la obra supuso que el pueblo de Villalba de la Sierra pasase de vivir “en el siglo XIII al siglo XX”.El pueblo “y la sierra en general”, apostilla.
“No había agua corriente, no había electricidad”, asevera. Por eso, la llegada de la gran obra supuso un “salto cualitativo” para toda la comarca, con la llegada de personas “especializadas” desde Madrid, como los jefes de central, de obra o los ingenieros de caminos, canales y puertos y otros especialistas.
Dice que en Villalba “había escuelas, un economato, hasta un cine. Capilla, médico... Era una ciudad independiente”. De todo eso ya solo queda el rastro histórico de la arquitectura, porque ahora está todo automatizado, y solo hace falta una persona que limpia y un encargado. “Pero en las fotos se ve que eran cientos de personas cuando fue Alfonso XIII a inaugurarlo”, resalta Rodríguez Martí. Además, recuerda que todo el personal no cualificado se contrató en los pueblos de los alrededores, con la riqueza que esto significó para la zona. “Desde Vega del Codorno, hasta Mariana”, afirma.
Tanto el salto de Villalba como la presa de la Toba se encuentran cerca de los lugares “turísticos por excelencia” de la provincia de Cuenca: el mirador del Ventano del Diablo, la Ciudad Encantada y el nacimiento del río cuervo. “Pasas por allí sí o sí”, remata.
Desde Naturgy explican que el poblado sigue siendo propiedad de la empresa y que es residencia vacacional para sus trabajadores desde hace “décadas” con un perfecto funcionamiento. Pero no solo eso: la empresa lo ha puesto a disposición de las víctimas de la reciente DANA, que afectó especialmente a la localidad de Mira en la provincia, en el caso de necesidad de alojamiento.
Durante la crisis del coronavirus, explican desde la empresa, también se “donaron” todas las camas disponibles a los hospitales de los alrededores para las personas que precisasen de atención médica.
Las instalaciones que quieren ser una hospedería
En 2018, la Diputación de Cuenca adquirió parte de las antiguas instalaciones de Unión Fenosa en la zona. Se compró entonces una finca de unos 10.000 metros cuadrados de superficie, que incluye un edificio de dos plantas y desván habitable que ocupa unos 125 metros cuadrados, un inmueble similar, pero de dos plantas, de 230 metros cuadrados cada una, un tercer edificio de una sola planta de 119 metros cuadrados y el antiguo cuartel de la Guardia Civil con dos viviendas y un almacén-garaje. El importe: 110.000 euros.
Benjamín Prieto gobernaba entonces la institución provincial. En conversación con elDiarioclm.es explica que la adquisición tiene que ver con la ubicación estratégica de Uña. “La puerta de entrada a la Serranía, para llegar luego al río Cuervo, a Tragacete o Vega del Codorno”, explica. En la finca adquirida vivían todavía seis familias, según pudo comprobar con el último encargado que llegó a conocer, llamado Julián Arriba. Eran familias que vivieron ahí en los años 90 del siglo XX, entre 1991 y 1992, cuando había tres guardas de canal y tres comporteros.
El cuartel de la Guardia Civil, por su parte, estuvo activo hasta los 80' y luego en la década de los 90' dejó de funcionar. La adquisición de estos inmuebles formó parte de una planificación “global” de la provincia de Cuenca para trabajar en su patrimonio histórico, explica. “Queríamos dar el salto para que el patrimonio volviese a estar activo y tuviese un uso, así como un efecto retorno al territorio y dinamizar la economía local”. La intención era construir una hospedería, una de cinco que planteaba para la provincia. Aquella obra planteada quedó “suspendida” con la llegada de nuevos gestores a la Diputación Provincial.