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Los arqueólogos demuestran que hubo fusilamientos de prisioneros dentro del campo de concentración franquista de Albatera

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Un equipo de seis arqueólogos, una antropóloga física y un documentalista ha realizado grandes hallazgos en el campo de concentración franquista de Albatera (Alicante), donde fueron a parar gran parte de los cuadros republicanos que no pudieron escapar de la represión en el puerto de Alicante al finalizar la Guerra Civil. El arqueólogo que lidera el equipo, Felipe Mejías, explica a elDiario.es las novedades del proyecto en Albatera. “Es la primera vez que se documenta arqueológicamente y completo un barracón de un campo de concentración franquista de estas dimensiones, están todos los pilares y hemos encontrado los planos en el Archivo de Salamanca”, afirma Mejías.

El hallazgo del barracón, de 60 metros de longitud por siete de ancho, “abre un abanico de posibilidades a la hora de musealizar el espacio”, agrega el arqueólogo. La localización de las arquetas sifónicas de los aseos del barracón ha aflorado los restos de sedimento de excrementos que, analizados, pueden dar pistas sobre posibles patógenos para estimar así la pobre dieta de los prisioneros del campo de concentración de Albatera.

El equipo también tiene localizada la gran fosa séptica situada a un centenar de metros del barracón. Dentro de la arqueta han encontrado una pequeña joya, un plato completo, restos de vidrio y un trozo de una ampolla. “Ha aparecido también un botón militar que estamos intentando limpiar para ver a qué unidad pertenece”, asegura Mejías.  

El campo de Albatera, que aparece en los testimonios literarios de autores como Max Aub o el periodista libertario Eduardo de Guzmán, tiene una superficie de 14 hectáreas y las fosas comunes se sitúan en el exterior aunque los arqueólogos sospechan que dentro del campo también se fusilaba prisioneros. “En la zona norte, dentro del campo pero alejado de la entrada, hay un bancal concreto que hemos prospectado donde hemos encontrado mucha munición percutida Mauser, indiscutiblemente franquista, y también más munición alemana, lo que coincide con los testimonios de los prisioneros”, abunda Felipe Mejías.

“Con arqueología se puede demostrar que se fusilaba a la gente”, apostilla. También han localizado munición del siglo XIX, lo que hace pensar al equipo que a los pelotonesse presentan falangistas voluntarios, porque el Ejército fusila con armas regulares”. 

Los trabajos, financiados por la Generalitat Valenciana y por el Ministerio de la Presidencia, cuentan con un georadar, detector de metales, GPS diferencial con precisión milimétrica y un dron. “El dron, además de para video y foto, lo utilizamos para la fotogrametría y así podemos calcular las distancias y hacer modelos en tres dimensiones y reconstrucciones para que se pueda visitar de forma virtual”, explica Mejías.

Los trabajos del equipo han propiciado que se sumen nuevos testimonios orales. “Son abrumadores, nos ha visitado bastante gente, algunos son hijos de prisioneros”, afirma el arqueólogo. “Está siendo muy gratificante, vinieron tres personas de Bilbao y la familia de Zaragoza de un prisionero, fue super emocionante, les enseñamos los materiales y nos contaron la experiencia de su padre”, recuerda Mejías. 

Poco a poco, juntando testimonios orales, documentación inédita y los hallazgos de la excavación, el equipo avanza hacia el principal objetivo del proyecto a largo plazo: crear un museo sobre el campo de concentración franquista en la posguerra. En paralelo, continúa la búsqueda de las fosas comunes de Albatera. Todos los testimonio, incluidos los de los jornaleros que trabajaban la tierra tras el cierre del campo, señalan la zona baldía entre el palmeral y la vía del tren que unía Alicante y Murcia. “Nuestro objetivo es demostrar con arqueología que todo aquello pasó”, concluye Felipe Mejías. 

Un equipo de seis arqueólogos, una antropóloga física y un documentalista ha realizado grandes hallazgos en el campo de concentración franquista de Albatera (Alicante), donde fueron a parar gran parte de los cuadros republicanos que no pudieron escapar de la represión en el puerto de Alicante al finalizar la Guerra Civil. El arqueólogo que lidera el equipo, Felipe Mejías, explica a elDiario.es las novedades del proyecto en Albatera. “Es la primera vez que se documenta arqueológicamente y completo un barracón de un campo de concentración franquista de estas dimensiones, están todos los pilares y hemos encontrado los planos en el Archivo de Salamanca”, afirma Mejías.

El hallazgo del barracón, de 60 metros de longitud por siete de ancho, “abre un abanico de posibilidades a la hora de musealizar el espacio”, agrega el arqueólogo. La localización de las arquetas sifónicas de los aseos del barracón ha aflorado los restos de sedimento de excrementos que, analizados, pueden dar pistas sobre posibles patógenos para estimar así la pobre dieta de los prisioneros del campo de concentración de Albatera.