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Contaminación acústica: estas son las consecuencias del ruido para nuestra salud

Cada vez más la población se concentra en las grandes ciudades y menos en los pequeños municipios y pueblos. Es un fenómeno global, del cual nuestro país no está exento. De hecho, aquí tiene nombre propio: la España vaciada. Además de los problemas socioeconómicos que esto acarrea, también deja consecuencias sobre la salud, pues cuanto mayores son las aglomeraciones urbanas, más altas resultan también las tasas de contaminación. Entre ellas, la contaminación acústica: demasiado ruido.

Una de cada cinco personas en Europa está expuesta todos los días a niveles de ruidos que son nocivos para su salud. Lo asegura un informe titulado Ruido en Europa, elaborado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) y difundido en marzo. La Unión Europea establece que 55 dB (decibelios) es el umbral de ruido que no se debe superar durante mucho tiempo para evitar sufrir sus perjuicios.

El tráfico urbano, la principal fuente de contaminación acústica

De acuerdo con el documento de AEMA, al menos 113 millones de personas sufren –en toda la región– niveles de ruido superiores a ese umbral a causa del tráfico en las ciudades, mientras que 22 millones lo padecen a causa del ferrocarril y otras cuatro millones como consecuencia de los aviones. La cifra es bastante más baja (menos de un millón) cuando se trata de ruidos provocados por fábricas e industrias.

En el continente, el ruido es el segundo factor de estrés ambiental más dañino, solo superado por la contaminación del aire por partículas finas. El 76% de la población española afirma que la contaminación acústica afecta a su vida de forma significativa. Para el 30%, tal contaminación resulta “muy frecuente y molesta”. Son datos que surgen del Estudio del Ruido, publicado en 2018 por la organización ECODES, con el apoyo del Instituto DKV y la empresa GAES.

Aunque a menudo se cree que las consecuencias negativas del ruido solo se relacionan con el oído, lo cierto es que tienen un alcance mucho mayor. Estar expuestos a volúmenes de sonido elevados durante mucho tiempo puede provocar una pérdida –parcial o total– de la audición. Pero además la AEMA calcula que, cada año, el ruido ambiental produce en España al menos 1.100 muertes prematuras y 4.100 hospitalizaciones. Y estima que, a causa del ruido, 2,3 millones de personas (casi el 5% de la población) tienen problemas para dormir.

Problemas de audición causados por el ruido

La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL) explica que las pérdidas auditivas ocasionadas por el ruido pueden ser de dos tipos. Por un lado, se puede producir un trauma acústico agudo, ante un sonido intenso e impulsivo, como el de una explosión. Por el otro, el trauma acústico crónico, que se desarrolla de forma gradual por la exposición continua a sonidos fuertes. En ambos casos, el daño puede ser irreversible.

Según la SEORL, una persona que se expone a 80 dB o más durante al menos ocho horas diarias debe usar protección auditiva para evitar daños. Y de unos 80-85 dB, detalla el organismo, es el ruido que provoca el tráfico rodado en la ciudad. En el interior de una discoteca o durante un concierto, el volumen alcanza los 110-120 dB, una exposición que, para no ser nociva, no debería durar más de un minuto.

El corazón sufre por los ruidos

Sin embargo, como ya se ha mencionado, el exceso de ruido tiene muchas consecuencias que van más allá de lo auditivo. Una de las más importantes es el aumento del riesgo de sufrir ataques cardiacos. Son numerosos los estudios que han comprobado la relación entre ambos hechos.

En 2012, científicos de Dinamarca concluyeron que las probabilidades de padecer un infarto de miocardio aumentan significativamente cuanto mayor sea la exposición al ruido del tráfico urbano. En concreto, con datos de más de 57.000 personas, estimaron que ese riesgo aumenta un 12% por cada 10 dB que se incremente el ruido de la calle.

A comienzos de este año, por otra parte, investigadores de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, publicaron los resultados de un trabajo en el que mencionan un porcentaje mayor: el riesgo de padecer “ataques al corazón, ictus y otros serios problemas coronarios” aumentaría en un 34% por cada 5 dB más en la contaminación acústica.

Los científicos de Harvard observaron, además, que la exposición a altos niveles de ruido está asociada a un incremento de la actividad en la amígdala, una zona del cerebro involucrada en los procesos de estrés, miedo y ansiedad. La aparición de estas sensaciones es otro efecto de estar sometido a ruidos intensos, así como también irritabilidad, una mayor tendencia a actitudes agresivas, síntomas depresivos, problemas de concentración y un menor rendimiento académico y laboral.

La digestión, el sueño y otros procesos que el ruido altera

Otros estudios han hallado también otros efectos negativos del exceso de ruido. Se ha observado una disminución del peristaltismo, las contracciones musculares gracias a las cuales los alimentos ingeridos avanzan a través del sistema digestivo. Como consecuencia, es más frecuente la aparición de problemas como gastritis, colitis, úlceras, acidez, pérdida del apetito, diarrea y estreñimiento.

Por supuesto, el ruido del tráfico urbano también provoca problemas para conciliar el sueño e insomnio. También existen estudios que lo han comprobado. No dormir de forma apropiada, tanto en cantidad como en calidad, tiene a su vez sus consecuencias: mal humor, fatiga, dolores de cabeza, falta de deseo sexual.

Y también aparecen contracturas y dolores musculares, como resultado del estado de tensión con el cual el cuerpo reacciona a situaciones de mucho ruido, incluso aunque la propia persona sea inconsciente de ello.

Dieta contra el ruido

Los expertos de la SEORL reclaman a las autoridades, desde hace tiempo, medidas más rotundas y eficaces para reducir la contaminación acústica. A la población general le recomiendan una serie de medidas de prevención a la que llaman dieta contra el ruido, y que se puede resumir en una serie de consejos:

  • Disminuir el ruido que generamos, tanto para el cuidado propio como para los demás.
  • Adquirir, en lo posible, electrodomésticos silenciosos.
  • Reducir al máximo la velocidad al conducir en entornos urbanos.
  • Reducir el volumen y el tiempo de escucha de música, sobre todo con auriculares.
  • Evitar ruidos impulsivos, como explosiones o disparos.
  • Alejarse de las fuentes de ruido más estridentes, como los altavoces en los conciertos o en las discotecas.

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