¿Por qué enfermamos más en otoño e invierno?

Cada año, con el inicio de las temperaturas frías, se produce un aumento significativo de las enfermedades respiratorias. En todo el mundo, hasta cinco millones de personas contraen la enfermedad cada temporada de gripe. ¿Por qué esta enfermedad hace acto de presencia sobre todo durante los meses más fríos del año? Quién no ha escuchado más de una vez la frase: “¡Abrígate! No vayas a resfriarte…”. ¿Es esto realmente eficaz? Está claro que la gripe y los resfriados son más comunes ahora, con la bajada de las temperaturas. Sobre los motivos, numerosos estudios están recopilando información para descubrirlos.

No es solo por el frío

Quizás muchas madres estaban equivocadas cuando nos obligaban a abrigarnos en exceso en invierno. Porque lo que realmente nos enferma no es el frío, sino los gérmenes y que estemos expuestos a ellos. Tenemos que entrar en contacto con virus como el rinovirus (uno de los tipos de virus que causa la mayoría de los resfriados) para resfriarnos. Necesitamos que nos infecten los virus de la gripe para contraer esta enfermedad. Los rinovirus alcanzan su punto máximo en primavera y otoño, mientras que los virus de la gripe lo hacen en invierno.

Algunos estudios afirman que el virus de la gripe es más estable a temperaturas frescas y secas. En un estudio publicado en PLoS Pathogens, los expertos concluyen que los virus de la gripe prefieren el clima frío y seco al clima húmedo o lluvioso. Tras analizar los datos sobre la gripe y el clima de 78 lugares en 40 países entre 1975 y 2008, los expertos han podido ver que las epidemias de la gripe aparecen durante el invierno en las regiones templadas, mientras que la estacionalidad de la gripe es menos clara en los trópicos, donde los brotes tienden a ocurrir durante las estaciones lluviosas.

Los hallazgos sugieren que la lluvia y la humedad son factores clave en las regiones tropicales, mientras que el frío y la sequedad son importantes en las zonas templadas. Esto se ajusta a otras investigaciones según las cuales los virus de la gripe sobreviven más tiempo en el aire seco. En los lugares donde la humedad cae por debajo de 11 a 12 gramos de agua por kilo de aire y las temperaturas bajan por debajo de 18ºC a 21ºC durante al menos un mes, la actividad de la gripe alcanza su punto máximo. En un ambiente con poca humedad, los ojos tienden a secarse y las membranas mucosas de la nariz se secan, por tanto, somos más susceptibles a las bacterias y los virus.

Los ambientes cerrados, grandes aliados de los virus

También hay un factor más social relacionado con el aumento de virus durante el invierno. Pasamos de temperaturas exteriores frías a temperaturas interiores a menudo demasiado cálidas. En condiciones normales, esto durará entre cuatro y cinco meses al año. El aire seco del interior de las casas y la poca ventilación implican un aumento de alergias, estornudos y sequedad. Estos síntomas hacen que sea más probable que se propaguen los virus del resfriado y la gripe, sobre todo porque quedan atrapados en el interior y van recirculando; si no ventilamos, no tienen a dónde ir y permanecen cerrados.

Además, solemos pasar más horas en espacios cerrados, en interiores. Cuando nos reunimos varias personas en un ambiente cálido es cuando los virus como los del resfriado y de la gripe y ciertas bacterias se propagan. Estos virus se transmiten a través de los fluidos corporales de personas ya infectadas. Cuando alguien que está enfermo estornuda o tose, en realidad lo que está haciendo es liberar pequeñas gotas respiratorias en el aire que propagan la enfermedad. Las personas que viven en espacios con poca ventilación y baja humedad durante los meses más fríos tienen más probabilidad de enfermar. La humedad suele evitar que los virus se propaguen y debiliten su fuerza.

El sistema inmunitario se ralentiza

Otras investigaciones demuestran una asociación más biológica que conductual. Con el frío, nuestro sistema inmunitario se hace más lento. Según un estudio de la Universidad de Yale, las bajas temperaturas debilitan la primera línea de defensas de la nariz. En una investigación sobre ratones, descubrieron que a temperaturas más frías, se produce una respuesta inmune más lenta y una mayor susceptibilidad de la infección.

El frío, en realidad, lo que haría sería obstaculizar nuestras defensas contra la infección por rinovirus. Por tanto, la fiebre, los escalofríos, el dolor de garganta y la tos que sufrimos cuando tenemos un resfriado son en realidad el resultado de que nuestro sistema inmunitario reacciona a estos organismos invasores. Cuando el virus entra en el sistema respiratorio del cuerpo, a través de nuestra nariz o la boca, se infiltra en nuestras células y empieza a multiplicarse. El sistema inmunitario responde a esta amenaza enviando un ejército de células que inician la respuesta inflamatoria.

Los expertos de Yale descubrieron que el virus del resfriado se replica mejor cuando las temperaturas del cuerpo están por debajo de los 33ºC. Al inhalar el aire frío del exterior, las temperaturas de la nariz disminuyen y bajan la temperatura corporal general. A pesar de los hallazgos, los expertos admiten que se necesitan más trabajos que confirmen los resultados, primero en animales vivos y después en humanos. Por el momento, estamos frente a una posible pista sobre la “misteriosa” conexión entre el frío y los resfriados. 

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