¿Has notado que, a pesar de usar el mejor champú y la mejor loción corporal, tu piel está áspera y tu cabello reseco? La respuesta podría estar en el agua del grifo con la que te duchas a diario. Muchas personas deciden colocar filtros en el grifo o en las conducciones de agua para eliminar cloro, minerales y partículas del agua que beben, pero, en determinadas circunstancias, también puede ser una buena idea filtrar el agua con la que nos lavamos.
Por qué el agua del grifo puede atacar tu piel y tu cabello
El agua corriente que llega a nuestros hogares es, ante todo, agua potable segura para su consumo. Su tratamiento requiere la adición de pequeñas cantidades de cloro, un desinfectante que permite eliminar microorganismos patógenos y prevenir enfermedades.
Sin embargo, el mismo compuesto que garantiza la seguridad microbiológica del agua puede ser un agresor para la piel y el cabello. El cloro es un elemento que reseca la piel y el cuero cabelludo, eliminando los aceites naturales que los protegen. Esto lo saben bien los nadadores, ya que el cloro de las piscinas es una causa conocida de sequedad y picazón en la piel, así como dermatitis atópica, debido a la alteración de la barrera cutánea, es decir, la capa de sebo, sudor y la microbiota que, lejos de ensuciar nuestra piel, la protegen de los ataques del exterior.
Pero el cloro no está solo. En muchas regiones, especialmente aquellas con “agua dura”, el agua contiene altas concentraciones de minerales disueltos, principalmente calcio y magnesio. Estos minerales no son dañinos para la salud al ingerirlos, pero su impacto sobre la piel es significativo. Una de las causas es el cambio en el pH del agua.
En un nivel óptimo, el pH de la piel debe estar por debajo de 5, alrededor de 4,7, es decir, ligeramente ácido. Esto significa que al lavarnos con agua más alcalina, por las sales disueltas, podríamos estar dañando la piel. Además, en la piel, el agua dura deja residuos minerales que impiden una limpieza adecuada y pueden formar una película irritante. Es conocido que el agua dura puede empeorar la dermatitis, el eccema y la psoriasis.
Además, en ciertas redes de distribución más antiguas, o con depuración deficiente, el agua puede arrastrar metales pesados como plomo, mercurio o cobre, así como sedimentos, partículas y microplásticos. La exposición continua a este cóctel de sustancias, especialmente en un ambiente caliente como la ducha, donde los poros se dilatan, puede causar daños.
El daño no ocurre de forma inmediata, sino que es acumulativo. Comienza con la alteración de la barrera hidrolipídica de la piel. Esta fina capa de sudor y sebo es nuestra primera defensa natural. El cloro, al eliminar los aceites protectores, debilita esta barrera, dejando la piel vulnerable. El resultado es una piel áspera, con picor y una mayor propensión a sufrir irritaciones o dermatitis.
Los minerales disueltos, al reaccionar con los lípidos de la piel y los componentes del jabón, forman una capa de residuos que se adhiere a la piel. Esto no solo obstruye los poros, favoreciendo la aparición de comedones y acné, sino que también dificulta una limpieza completa.
En el cabello, los minerales se depositan sobre cada pelo y bloquean los folículos, dando como resultado un cabello débil seco, quebradizo, opaco y con mayor tendencia a enredarse, algo que pudo comprobar un estudio en el que se comparó el lavado del cabello con agua dura y con agua destilada. Además, el cloro y metales como el cobre pueden afectar al color del cabello teñido, otorgando a las melenas rubias matices cobrizos o verdosos.
Cómo funciona un filtro de ducha
De forma parecida a los filtros de agua para beber, un filtro de ducha es un dispositivo que se instala entre la toma de agua y el cabezal para interceptar y neutralizar las partículas y sustancias no deseadas antes de que lleguen a nuestro pelo y nuestra piel. Se pueden encontrar diferentes modelos que cuestan generalmente entre los 15 y los 40 euros.
Internamente, estos filtros suelen emplear una combinación de capas. Una de las más comunes y efectivas es el KDF-55, una aleación de cobre y zinc que funciona mediante un proceso de oxidación-reducción (redox). Este material es particularmente eficaz para transformar el cloro iónico del agua en un cloruro inocuo, además de ayudar a reducir metales pesados como el plomo o el mercurio, e inhibir el crecimiento de bacterias y algas. Otro componente habitual es el sulfito de calcio, también destinado a la eliminación del cloro.
Muchos filtros también incorporan carbón activado (a veces de cáscara de coco), adecuado para adsorber cloro, compuestos orgánicos volátiles y mejorar el olor del agua. Para atrapar partículas sólidas como óxido o arena, incluyen una etapa de filtración de sedimentos, normalmente hecha de polipropileno o algodón.
Hay que entender que estos filtros reducen el cloro y mejoran la dureza del agua, pero no la eliminan por completo como haría un filtro descalcificador (mucho más costoso). Esto se debe a que el tiempo de contacto entre el agua y el filtro es muy corto, ya que la ducha por necesidad necesita un caudal mayor.
Algunos de los modelos más baratos tienen un filtro formado por “bolitas” de distintos materiales en el mango, a veces en un contenedor transparente para que se puedan ver. Estas pequeñas esferas son de roca volcánica o sulfito de calcio para atrapar minerales y cloro en su superficie. También pueden incorporar vitamina C como medio de reducir el cloro, pero esto tiene una eficacia limitada, ya que para neutralizar el cloro se necesita un tiempo de contacto mayor. Estos filtros tampoco suelen incorporar resinas de intercambio iónico, las más eficaces para eliminar minerales, de nuevo porque es necesario un mayor tiempo de contacto.
Entonces, ¿funcionan? Para personas con la piel sensible una reducción de los irritantes puede suponer una diferencia en su bienestar diario. Al reducir los residuos que se acumulan en el cuero cabelludo, también pueden mejorar problemas como la caspa o la picazón. Sin embargo, para las aguas de menor calidad, o las personas con problemas diagnosticados de piel, puede ser necesario un filtro descalcificador para toda la casa.