¿Cómo sé que mi gato se aburre?

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El aburrimiento es un mal para muchos humanos y también lo es para nuestros gatos caseros, sobre todo si no tienen otro felino con quien compartir sus ratos o pasan muchas horas solos en casa. Buena noticia para nosotros, siempre hay una fácil solución a este aburrimiento: jugar, jugar y jugar.

Muchos son los trucos que pueden evitar que los gatos se aburran, aunque, básicamente, los expertos coinciden en que “es muy importante que vivan en un entorno rico en recursos felinos: rascadores grandes y estables, alturas, juegos, zonas de descanso y rutinas positivas con nosotros”, explica Alicia Gosálbez, de la Clínica Veterinaria Consulta Felina

Eso es lo que necesitan, a no ser que queramos que el aburrimiento los invada, desencadenando una frustración o ansiedad que puede derivar en estrés felino. Un estrés que, como explican los expertos, si es breve o temporal no tendrá consecuencias, pero se convertirá en un problema al cronificarse y aparecer de forma repetida o constante.

Nuestros gatos están continuamente mandándonos señales, ya sean aquellas con las que nos demuestran lo mucho que nos quieren o con las que nos dejan claro que están estresados o deprimidos. Y también las hay que nos avisan de que se están aburriendo. 

En este último caso, siete son las señales principales que nos ayudan a identificar que nuestro gato necesita un poco más de diversión. Para conocerlas, contamos con la ayuda del equipo responsable del servicio de Etología de Aúna Especialidades Veterinarias del Hospital Veterinario IVC Evidensia.

Alteración del sueño y desinterés

Los gatos son los maestros del sueño. Duermen entre 14 y 16 horas al día e incluso sueñan durante estos descansos, por lo que a veces resulta difícil identificar cuándo está ocurriendo un exceso de sueño. 

Una pista clara es que prefieren dormir antes que jugar, pues cuando están aburridos “padecen falta de actividad frente a estímulos como el juego o el contacto con las personas y que podremos notar aún más si antes se daba”, explica el equipo de etología.

Si este deseo de dormir ocurre en exceso, pueden llegar a dejar de acicalarse y degenerar su aspecto o hasta perder el interés por beber y comer. Eso sí, todo dependerá de cada animal, por lo que debemos conocer bien a nuestro gato, pues algunos son más activos que otros.

Pero hay algo común en todos ellos: son animales crepusculares. Por ello, es importante tener en cuenta que “la actividad nocturna de los felinos a veces se puede confundir con insomnio, y suele ser muy molesta para los cuidadores, pero es algo totalmente normal”, explica el equipo de etología.

Cuando llega el momento en que deambula por la casa sin ningún interés por nada o no quiere jugar por mucho que lo intentemos, debemos alarmarnos. Una opción es que esté aburrido.

La otra es que “en los casos en que no aparecen conductas sociales, se deba a causas médicas como dolor o a causas comportamentales, como estadio final de una situación que no ha podido resolver a pesar de varios intentos”, explica el equipo de etología. 

Maullidos excesivos

Los maullidos son una forma de comunicación totalmente normal en nuestros gatos, ya sea para comunicarse con las personas o con otros de su misma especie. Existen tonos, volúmenes y formas diferentes de maullidos que probablemente cada dueño conozca, así que es sencillo notar cuándo el maullido de nuestro gato es un tanto extraño. 

Normalmente, cuando dirigen su maullido hacia nosotros nos están intentando decir: “tengo hambre” o “quiero jugar”, algo normal en ellos. La alarma llega cuando “la demanda de atención es constante o nocturna, pues se puede convertir en un problema”, explica el equipo de etología.

Entonces, debemos plantearnos jugar más con ellos o adaptar su espacio para evitar su aburrimiento, siempre descartando otros signos clínicos como el dolor.

Conductas repetitivas y excesivas durante el aseo 

Nuestros gatos dedican entre tres y cuatro horas al día a acicalarse. Cuando este hábito de lamerse constantemente se convierte en un acto excesivo, impulsivo y habitual, puede llegar a ser perjudicial para ellos, llegando incluso a sufrir pérdida de pelo, alopecia, bolas de pelo estomacales, heridas y otras lesiones debido a su rasposa lengua.

Parásitos, alergia, ansiedad, estrés o aburrimiento son algunos de los posibles motivos de este lamido excesivo. Y es que, como explica el equipo de etología, “las emociones negativas como la ansiedad y la frustración constante intentan compensarse con otras conductas que le son accesibles, como por ejemplo acicalarse o comer, que en condiciones fisiológicas generan emociones positivas”, explica el equipo de etología.

Si constantemente aparecen emociones negativas como el aburrimiento y constantemente se intentan compensar, acaban apareciendo problemas repetitivos como el lamido excesivo, indicando un estado mental alterado y una baja calidad de vida del animal. 

Agresividad y problemas de comportamiento

A veces, el aburrimiento lleva a algunos gatos a subirse a las cortinas, a arañar y morder nuestras muñecas o tobillos con agresividad o a pelear con otros gatos o animales que estén a su alrededor.

Como respuesta a la frustración al no conseguir ningún recurso para divertirse, algunos gatos optan por responder de forma agresiva, que “cuando se dirige a miembros del grupo familiar, hay que evaluar detenidamente el contexto y la motivación para intentar mejorar las relaciones sociales y la disponibilidad de recursos”, explica el equipo de etología.

Esta agresividad no debemos confundirla con los arañazos y otros comportamientos normales que ya conozcamos de nuestro gato, sino alarmarnos cuando ocurre en exceso y tras descartar otros posibles problemas médicos relacionados como el dolor y el picor, que también pueden desencadenar esta agresividad.

Comer en exceso

Según el equipo de etología, “esta es una de las conductas derivativas de estrés y aburrimiento más frecuentes y seguramente la que más desapercibida pasa”, y es que los gatos no son tan diferentes a los humanos. 

La mayoría de nosotros estaremos de acuerdo en que es muy común acudir a la nevera cuando estamos aburridos, y lo mismo ocurre con nuestros felinos, motivo por el que es imprescindible controlar su ingesta de comida para evitar que padezcan sobrepeso u obesidad.

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