Ni con nata ni con azúcar: cuatro ideas sencillas para incluir las fresas en tus platos de manera saludable

Con la llegada del buen tiempo, las fresas suelen convertirse en las protagonistas habituales de muchas recetas. Su sabor refrescante y el color llamativo de esta fruta la convierten en irresistible, pero con frecuencia se limitan a recetas dulces como las recurrentes fresas con nata, chocolate o azúcar. Aunque estas versiones están deliciosas, no hacen justicia a todo el potencial que tienen para formar parte de una dieta equilibrada.

Este pequeño fruto rojo es una fuente rica de antioxidantes, vitamina C y fibra. Además, su versatilidad permite integrarlas en platos de todo tipo: desde desayunos hasta cenas, pasando por batidos y platos principales. Basta con mirar las fresas desde otra perspectiva para descubrir lo bien que se adaptan a sabores salados o ácidos sin perder su encanto ni su sabor característico.

Modificar la manera en la que incorporamos las fresas a nuestra alimentación puede ser una forma simple y agradable de mejorar la calidad de lo que comemos cada día. Además, comer sano no significa renunciar al sabor, sino ampliar el abanico de opciones. Cuando dejamos a un lado la nata y el azúcar, las fresas muestran una gran versatilidad, aportando frescura y equilibrio a una gran variedad de platos.

Valor nutricional de las fresas

Las fresas son una fruta con un alto contenido de agua, alrededor de un 90%, y un bajo aporte calórico, unas 32 calorías por cada 100 gramos. Son una opción perfecta para quienes buscan un alimento saludable para su día a día. Aunque tienen un sabor dulce, las fresas contienen azúcares naturales como la fructosa y glucosa, pero su contenido en fibra ayuda a que estos se absorban lentamente, haciéndolas más digestivas.

Una de las principales ventajas de las fresas es su alto contenido de vitamina C. Según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), solo una porción de 150 gramos supera la cantidad diaria recomendada, convirtiéndolas en una excelente fuente de este nutriente. Además, cuentan con antioxidantes como las antocianinas que ayudan a proteger las células del daño y favorecen la salud en general.

Las fresas también tienen varios ácidos orgánicos como el cítrico y el málico que le aportan su sabor característico, así como pequeñas cantidades de ácido salicílico. Estos compuestos no solo influyen en el sabor, aroma y color de la fruta, sino que también aportan beneficios para la digestión y el bienestar general del cuerpo.

Ensalada fresca con fresas, espinacas y frutos secos

Una ensalada fresca y equilibrada es una de las maneras más fáciles y deliciosas de disfrutar de las fresas. Para esta receta, pon como base en el cuenco unas espinacas frescas o en su lugar, una mezcla de hojas verdes como rúcula, canónigos o lechugas variadas. Añade al cuenco las fresas frescas cortadas en mitades y agrégale los frutos secos como nueces, almendras o avellanas para aportar grasas saludables y el toque crujiente.

Para hacer la vinagreta, mezcla dos cucharadas de aceite de oliva, una cucharada de vinagre de manzana, una cucharada pequeña de mostaza, sal y pimienta al gusto. Después, agita bien para emulsionar la mezcla y viértela sobre la ensalada justo antes de servirla.

Tostadas integrales con camembert y fresas

Esta combinación ofrece un contraste inesperado y delicioso entre la cremosidad del queso y la frescura de las fresas. Para preparar estas tostadas debes elegir un buen pan integral, preferiblemente de masa madre o semillas y después tostarlo ligeramente hasta que esté crujiente. Más tarde, corta unas lonchas de queso camembert y colócalas en las tostadas con el pan aún caliente para que se fundan un poco. A continuación, añade las fresas cortadas en rodajas o cuartos y distribúyelas de manera uniforme sobre el queso.

Si quieres potenciar los sabores, puedes añadir un poco de miel o un toque de vinagre balsámico reducido. También puedes darle un matiz herbal con un poco de tomillo. Esta receta es perfecta para tomarla como desayuno, merienda o incluso como entrante para una comida ligera.

Batido de fresas, plátano y arándanos

Este batido es perfecto para quienes buscan una bebida nutritiva y deliciosa. Es ideal para un desayuno rápido, merienda refrescante o como recuperación para después de un entrenamiento, gracias a que aporta energía, antioxidantes y fibra en una sola preparación. Utilizaremos los siguientes ingredientes:

  • 150 gramos de fresas frescas o congeladas
  • Un plátano maduro
  • 100 gramos de arándanos frescos o congelados
  • Una cucharada de copos de avena
  • 250 ml de leche vegetal o yogur natural

Para la preparación seguiremos los siguientes pasos:

  • Lava la fruta. Lava las fresas y los arándanos si son frescos, pela el plátano y córtalo en trozos para facilitar el batido.
  • Añade todo a la batidora. Coloca todos los ingredientes en la batidora como la fruta, los copos de avena y la leche o yogur. Si prefieres un batido fresco y espeso, puedes añadir unos cubitos de hielo.
  • Bátelo todo. Bate durante unos minutos todo hasta tener una mezcla completamente suave y sin grumos.

Puedes añadir una cucharada de miel o unas gotas de estevia si lo prefieres más dulce. El resultado es un batido cremoso al que le puedes añadir unos copos de avena por encima para darle un toque crujiente y hacerlo más saciante.

Bol con avena, fresas y manzana

Este bol es una opción muy completa, saciante y fácil de preparar. En una olla pequeña introduce 50 gramos de avena con 200 ml de leche y cocínalo todo a fuego medio, removiendo hasta que espese y quede cremoso.

Cuando tengas la avena lista, ponla en un cuenco, añádele por encima fresas cortadas y media manzana en láminas finas. Puedes completar el cuenco con un puñado de avena por encima para darle más textura y prolongar la sensación de saciedad. Este bol combina la fibra de la avena y la fruta con dulzura natural de las fresas y la manzana, convirtiéndolo en un desayuno nutritivo y energético, ideal para comenzar el día.