¿Cómo sé si un pienso es mejor que otro para mi perro?

Jordi Sabaté

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Lo primero, la edad, la raza y el tamaño

¿Cómo valorar el pienso que necesita nuestro can para mantener su estado de salud o crecer adecuadamente? Siguiendo las indicaciones del empaquetado de los distintos piensos que se ofertan en tiendas y clínicas, podremos ver que hay piensos para los distintos tamaños o pesos y edades del perro. Respecto al tamaño/peso (ambas variables van muy relacionadas), lo que se fija es el diámetro de grano de pienso, adecuándose a cada boca y garganta perruna para poder ser adecuadamente triturado y engullido.

En la edad ya juegan otros factores, como la cantidad de calorías aportadas y el equilibrio entre proteína, grasas e hidratos de carbono. En la elección del pienso también intervienen la raza del perro -ya sea más nervioso o menos, o bien tenga una genética más tendente a engordar- y la cantidad de ejercicio diario que le impongamos. Todos estos condicionantes ya nos vienen indicados en el saco de una manera orientativa.

Aun así, debemos vigilar con la publicidad engañosa: “sabor a pollo” no quiere decir necesariamente que contenga pollo, puede utilizar saborizantes. Del mismo modo, “rico en pollo” indica que tiene un mínimo del 14% de pollo, pero puede que no haya carne sino otras partes como hueso o vísceras. Lo mismo ocurre con “pollo”, que fija un mínimo del 26% pero no tiene que ser carne. Sólo la indicación “carne de pollo” nos garantizará la presencia de como mínimo un 26% de esta.

El valor, relativo, del saco

Pero, más allá de esta primera orientación, ¿en qué debemos fijarnos para distinguir los piensos por su calidad? El siguiente paso es el material del que está hecho el envoltorio: no es lo mismo que sea un saco de papel grapado en su parte superior que otro de plástico y forro de aluminio sellado con calor o al vacío por su parte superior. Ese cuidado en el embalaje, que sin duda se reflejará en el precio, ya nos indica un interés en la conservación del pienso.

Pero el valor del envoltorio es muy relativo, ya que muchas de las grandes marcas saben que con un buen aspecto logran seducir a un cliente y, por tanto, lo incluyen en la cuenta de gastos de marketing, sin que al final signifique necesariamente que un buen saco esconde un buen pienso. Para distinguir la calidad decisiva de los piensos la mejor solución es aprender a leer las etiquetas de componentes y valores nutricionales. 

Estas nos mostrarán que muchas veces el precio supera a la calidad de un pienso, sobre todo en las marcas más extendidas, y que hay marcas más exclusivas que quizá sean más interesantes por lo que aportan realmente a nuestro amigo canino. Hay que tener en cuenta que los perros son animales carnívoros estrictos sin manías; es decir que se alimentan de proteína y grasa animal sobre todo, aunque aceptan bien los hidratos de carbono y algunos vegetales. En base a esto podremos valorar lo que dicen las etiquetas.

¿Cómo interpreto lo que dicen las etiquetas?

Es fácil, aunque hay que conocer los trucos del sector. Vamos a la información de la composición del pienso y miramos los porcentajes, sabiendo que lo mejor es que cuanta más carne haya, mejor. Por lo pronto, los piensos que anuncian una alta proporción de arroz o maíz, ya podemos pensar que tienen más relleno que chicha.

No es que los canes no puedan aprovechar el arroz, o el maíz -también necesitan cierta porción de hidratos-, pero la dieta correcta de un perro debe tener más proteína animal que hidratos de carbono, por lo que debemos medir bien la proporción de estos últimos. Por ejemplo, si leemos “Pollo 25%, maíz 15%, salvado de maíz 15%, arroz 10%”, podemos concluir que el pienso tiene un 40% de hidratos frente a un 25% de proteína.

Obviamente los hidratos son más baratos y por eso figuran en mayor proporción. Pero no debemos aceptar como oro todo lo que brilla, porque dentro del rango de la proteína, o producto de origen animal, hay muchas categorías. No es lo mismo escribir “pollo”, que “harina de pollo” y mucho menos indicar “carne de pollo”, y lo mismo vale para el cordero. En el primer caso tendremos una mezcla de todo lo que pueda contener el animal; desde vísceras a hueso, pico, piel y también restos de carne. 

Pero no se informa específicamente de que haya proteína, y menos de calidad. En el caso de las harinas, el segundo, están más reguladas para tener un mínimo de valor proteico, pero en general la calidad es de regular a mala, incluyendo restos de hueso molido y otras partes. Ahora bien, si hablamos de “carne de pollo”, la etiqueta se refiere específicamente a carne y por tanto proteína de calidad. Los piensos donde se nos hable de “carne de...” específicamente tienen un calidad superior.

Otros componentes a valorar

Otros componentes con frecuencia presentes en un pienso son verduras como espinaca o zanahoria, que aportan vitaminas y ciertas sustancias buenas además de una necesaria fibra vegetal. En efecto, los perros precisan de fibra; si nos fijamos en los lobos, veremos que se alimentan de herbívoros y que cuando devoran a una vaca o un cordero, se comen hasta las vísceras, con su contenido vegetal. Otro añadido de interés son los aceites, tanto vegetales como animales, por su aporte en ácidos grasos.

Pero también encontraremos otros añadidos en el pienso que se utilizan únicamente para que las heces del perro tengan suficiente volumen y forma, como pulpa de remolacha. Una porción importante de este tubérculo es signo de un pienso de relleno y calidad baja. Se busca que el dueño quede impresionado por el tamaño de la hez y piense, por tanto, que el pienso alimenta al can.

También es importante valorar las cenizas totales del pienso, pues nos darán idea de la proporción de materia orgánica frente a la mineral. Si las cenizas son altas -superan el 9%-, es un índice de que se han utilizado numerosos componentes como huesos y picos animales en las harinas, que aportan mucho calcio y fósforo que el perro no utilizará: material de relleno. Esto no quiere decir que cierto aporte de estos, además de otros minerales, no sea necesario, pero en su justa medida.

Las carnes también tienen categorías

En las etiquetas pueden desglosarnos el apartado de la proteína animal de diversas formas. Por ejemplo pueden hablarnos de “carne deshidratada”, donde no se incluye el agua, o bien “carne deshidratada de pollo o cordero deshuesado”, donde además se especifica que se mide solo sobre la materia proteica.

Después está la denominación “carne fresca”, que se refiere a carne de calidad del pollo o el cordero, pero siempre sobre la base de su proporción de agua, que suele ser algo más de la mitad. También podemos encontrar la denominación “carne hidrolizada”, que se refiere a un proceso enzimático de hidrólisis de la proteína con tal de facilitar su digestión y entrada en el metabolismo del perro. Es algo frecuente en piensos para perro con dificultades digestivas y si se especifica el origen de la carne, no tiene por que significar que esta sea de peor calidad. 

En resumen, el mejor pienso para nuestro perro, tras atender a su peso, raza y edad, será aquel que más proteína animal aporte, y con mejor calidad de la misma, medida a poder ser en seco. Además deberá tener aportes vegetales en menor proporción; una cantidad de hidratos de carbono en forma de cereales muy medida; aceites vegetales o animales, en especial el de salmón, añadidos y unas cenizas bajas que garanticen que en las harinas no se ha abusado del hueso y otras partes duras. 

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