Los puertos USB se han convertido en una parte indispensable de nuestra vida diaria. Sirven para conectar el ratón, cargar el móvil, transferir fotos o enchufar una memoria. Están en casi todos los aparatos, desde ordenadores hasta televisores o altavoces. Sin embargo, no todos son iguales. Detrás de un conector que parece idéntico puede haber grandes diferencias en velocidad, potencia o capacidad de carga. Una pista útil para reconocerlas está justo delante de nuestros ojos: el color del puerto.
Ese pequeño detalle de color, que a menudo pasamos por alto, puede ayudarnos a entender de un vistazo qué tipo de conexión estamos usando. No es un adorno, sino un indicador visual que los fabricantes incorporan para diferenciar las distintas versiones del estándar USB. Saber qué significa cada color puede ahorrarnos tiempo al transferir archivos, evitar frustraciones cuando algo no funciona o incluso mejorar la carga de nuestros dispositivos. En definitiva, conocerlo nos permite aprovechar mejor la tecnología que ya tenemos en casa.
Colores de los puertos USB
Aunque el aspecto del conector es prácticamente el mismo desde que apareció el primer USB, el color interior del puerto puede revelar mucho sobre su rendimiento. No existe una norma obligatoria que todos los fabricantes deban seguir, pero sí un código de colores que se ha ido estandarizando con el tiempo. Los más habituales son el blanco, el negro, el azul y el rojo o amarillo.
El puerto blanco fue el primero en popularizarse. Corresponde a las versiones más antiguas del USB, pensadas para ratones o teclados de baja velocidad. Después llegó el negro, que representa el estándar USB 2.0. Este ya permitía transferir datos de forma mucho más rápida: ideal para memorias, impresoras o cámaras digitales. Sin embargo, si se conecta un disco duro moderno o una memoria de gran capacidad a uno de estos puertos, la transferencia puede ser lenta.
El color azul marca un salto importante. Identifica el USB 3.0, también llamado “SuperSpeed”, capaz de mover archivos unas diez veces más rápido que el 2.0. Es el más recomendable para tareas que implican grandes volúmenes de datos, como copiar vídeos o hacer copias de seguridad. Con el tiempo aparecieron versiones más avanzadas, como el USB 3.1 o el 3.2, que algunos fabricantes distinguen con tonos azules claros o turquesa.
Por último, los puertos rojos o amarillos tienen una función especial, pueden suministrar energía incluso cuando el ordenador está apagado. Son los preferidos para cargar el móvil o unos auriculares sin tener que encender el equipo. Algunos también ofrecen una carga más potente, algo útil para tabletas o dispositivos que requieren más energía.
Cómo saber si los puertos son compatibles con nuestro dispositivo
Una de las ventajas del USB es que casi todo encaja con todo. Las distintas generaciones del estándar son retrocompatibles, lo que significa que podemos usar una memoria moderna en un ordenador antiguo o conectar un teclado viejo a un portátil nuevo. En esos casos, todo funcionará, aunque la velocidad o la potencia se ajustarán al puerto más lento o básico. Por ejemplo, si enchufamos una memoria USB azul (3.0) en un puerto negro (2.0), los archivos se copiarán más despacio, pero sin fallos.
Para saber con exactitud qué tipo de puerto tiene un ordenador o un cargador, lo más sencillo es observar los símbolos que lo acompañan. Si el logotipo USB aparece junto a las letras “SS”, significa “SuperSpeed”, es decir, pertenece a la familia de los USB 3.0 o superior. Si además aparecen números como “10” o “20”, indican la velocidad máxima teórica, en gigabits por segundo. Algunos puertos incluyen también un pequeño icono de rayo, lo que señala que pueden ofrecer carga rápida o mantener la energía incluso con el equipo apagado.
Otra pista importante está en el cable. No todos los cables USB son iguales, algunos están diseñados solo para cargar y otros para transferir datos a alta velocidad. Si un dispositivo no se carga tan rápido como debería o tarda en copiar archivos, puede deberse al cable. Usar uno compatible con la misma versión del puerto garantiza un mejor rendimiento y una carga más eficiente.
En los puertos USB tipo C, cada vez más comunes en móviles, portátiles y cargadores, la cosa cambia. Estos conectores son reversibles —no importa de qué lado se enchufen— y pueden servir para muchas funciones, cargar, transferir datos, enviar vídeo o alimentar monitores.