El tomate es protagonista: cinco recetas no tan típicas que puedes hacer usándolo para refrescarte el paladar

El tomate ocupa un lugar destacado en la cocina mediterránea y en numerosas tradiciones gastronómicas por su versatilidad y facilidad para integrarse en todo tipo de preparaciones. Se consume en crudo, cocinado, reducido en salsas o transformado en conservas, y su presencia resulta habitual en la mesa cotidiana.

Más allá de las ensaladas o del clásico gazpacho, este fruto permite explorar fórmulas menos conocidas que mantienen su carácter ligero y que, al mismo tiempo, aportan variedad al recetario doméstico. Su disponibilidad durante gran parte del año lo convierte en un recurso accesible que admite tanto usos sencillos como combinaciones más elaboradas.

Existen recetas en las que el tomate se emplea de forma diferente a la habitual, mostrando usos que se apartan de los más conocidos y que permiten ampliar su presencia en la cocina diaria. Sopas especiadas, cremas con contraste dulce, conservas ligeras, guarniciones tradicionales o ensaladas con identidad regional son ejemplos de cómo este ingrediente puede transformarse en preparaciones distintas a las habituales.

Sopa picante de tomate, jengibre y coco

La sopa de tomate con jengibre y coco combina la acidez natural del fruto con la suavidad de la leche de coco y el toque aromático de la raíz. Para su preparación se utilizan aproximadamente 800 mililitros de tomate triturado, 400 mililitros de leche de coco y 50 mililitros de nata líquida. A estos ingredientes se añaden ajo y jengibre fresco rallado. Tras llevar la mezcla a ebullición durante unos minutos, se incorpora cilantro fresco o perejil y se deja cocinar a fuego lento para que los sabores se integren.

El resultado se tritura hasta obtener una textura uniforme, y se sirve con una cucharada de coco rallado en cada plato. Esta receta muestra cómo un producto común puede adquirir nuevos matices al integrarse con ingredientes menos habituales en la cocina diaria. No requiere técnicas complejas, pero sí aprovecha la combinación de contrastes para ofrecer una alternativa ligera y diferente.

Crema de tomate, zanahoria y jengibre

Otra forma de variar el uso del tomate es la crema que lo une a zanahoria y jengibre. Para elaborarla se emplea aproximadamente un kilogramo de tomate, seis zanahorias y una pizca de jengibre en polvo. Tras sofreír el tomate y cocer la zanahoria durante unos 35 minutos, se añade el jengibre, se tritura todo y se pasa por un colador fino. Con ello se logra una textura cremosa y homogénea.

En el momento de servir, se incorporan unas cucharadas de mermelada de arándanos o fresa y se decora con hojas de hierbabuena. La inclusión de un componente dulce permite obtener un contraste con la acidez del tomate y el sabor vegetal de la zanahoria. Este plato demuestra cómo, con ingredientes sencillos y accesibles, se puede lograr un resultado distinto a las cremas más comunes en el recetario cotidiano.

Tomates asados con hierbas y vinagreta de cítricos

Los tomates asados permiten intensificar su sabor natural mientras conservan un perfil ligero y fresco al acompañarlos con una vinagreta de cítricos. Para la preparación se utilizan tomates medianos, aceite de oliva, sal, pimienta y hierbas frescas como tomillo o romero. Se cortan los tomates por la mitad, se colocan en una bandeja y se rocían con aceite y las hierbas seleccionadas antes de hornearlos a temperatura moderada durante 20 a 25 minutos.

Mientras se hornean, se prepara una vinagreta con zumo de limón o naranja, aceite de oliva y una pizca de sal. Una vez que los tomates están asados, se mezclan con la vinagreta y se dejan reposar unos minutos antes de servir. Esta receta ofrece un contraste entre el sabor concentrado del tomate cocido y la frescura de los cítricos, convirtiéndose en una opción versátil que puede presentarse como entrante, guarnición o acompañamiento de platos principales.

Tomates rellenos de atún

Los tomates rellenos de atún son una opción fría, ligera y fácil de preparar, en la que el fruto se mantiene como protagonista. Para su elaboración se seleccionan tomates firmes, que se cortan por la parte superior y se vacían, reservando la pulpa. El relleno se prepara mezclando atún en aceite o al natural, cebolla picada, pimiento, un chorrito de aceite de oliva y, si se desea, huevo duro picado o aceitunas.

Una vez combinado el relleno, se introduce en los tomates y se dejan reposar en frío durante al menos media hora antes de servir. Esta preparación ofrece un contraste entre la acidez natural del tomate y la textura del relleno, proporcionando un plato fresco y nutritivo que puede presentarse como entrante o como acompañamiento ligero. La receta demuestra cómo un ingrediente tan habitual puede convertirse en una propuesta distinta y refrescante dentro de la cocina doméstica.

Pipirrana andaluza, ensalada fresca de tomate

La pipirrana es una ensalada de origen andaluz en la que el tomate constituye la base principal. Suele elaborarse con pimiento verde, cebolla y, según la zona, pepino. Se aliña con aceite de oliva, sal y, en algunas variantes, se acompaña con huevo duro o atún. Su preparación es sencilla: basta con cortar las hortalizas en dados pequeños y mezclarlas con el aliño.

Este plato destaca por su carácter fresco y por la facilidad con la que se prepara. No requiere cocción ni ingredientes especiales, lo que facilita su incorporación en la dieta diaria. La pipirrana muestra cómo el tomate, sin necesidad de cocciones prolongadas ni técnicas complejas, puede ser la base de una receta con identidad regional y gran aceptación en diferentes partes de España.