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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Reinas que gritan: todas las claves de la nueva serie de culto

El primer capítulo se cierra con al menos tres cadáveres, ocho referencias clave al cine de terror de los noventa, una fan sorda de Taylor Swift -llamada Taylor Swift Sorda- y un par de psicópatas sueltos por un campus universitario. Y eso es solo el comienzo. Scream Queens, la serie protagonizada por Abigal Breslin, Lea Michele y Emma Roberts, y dirigida por Ryan Murphy, cerebro entre otras de Glee y American Horror Story está a punto de agenciarse un lugar propio en la historia de la televisión. ¿Sus razones? Aquí van:

-Una inteligente revisitación del género de terror: la premisa es fácil, en una hermandad universitaria femenina de un campus estadounidense elitista y extraño han asesinado a uno de sus miembros. Y puede que no sea la primera, parece ser que hay un asesino en serie suelto. Campus, chicas, terror. Comienzan así los homenajes sin cesar a los grandes del género. Tenemos a Jamie Lee Curtis -recordemos, Halloween, El tren del terror-, disfraces que recuerdan a Scream, una chica congelada a lo Twin Peaks, y esto es solamente el principio.

-La comedia como espacio de transgresión extrema: la decana de la universidad Jamie Lee es la parodia de cualquier personaje de película universitaria. La rarita de la hermandad propone desollar y licuar el cuerpo de la primera víctima -ya sabes, sólo por si acaso-. La vigilante de seguridad sale corriendo cuando encuentra el cuerpo de su compañera. Los personajes de Scream Queens avanzan como pollo sin cabeza en una comedia de terror desopilante dónde las convenciones narrativas no existen, los personajes se presentan a bocajarro, se habla de muertos a quienes no se vuelve a nombrar, se crean ganchos a tutiplén que quizás no vuelvan a salir y nadie -literalmente NADIE- provoca compasión o afabilidad.

-Una serie que homenajea como sello de identidad: Scream Queens es una metralleta de referencias, algunas más identificables que otras. Hay más de una Sheila -hay una Sheila 2, con lo que presumimos que una vez hubo una Sheila 1-, y al menos tres Chanels, en claro guiño a Heathers, dónde toda la pandilla de torturadoras de la adolescencia tenían el mismo nombre. Una de sus integrantes despliega un discurso universitario feminista queer que ni Beatriz Preciado, y se vuelve una y otra vez sobre series y películas de los noventa para reafirmar a la audiencia.

-La autorreferencia del millenial como parodia: “esto es como un episodio de Friends en el que todos los amigos mueren”. “Claro que soy así, soy producto de una sobreexposición a las redes sociales y la sobreprotección de mis padres”. Esta y otras frases de las protagonistas de la serie, en constante autodescripción muestra a una generación extremadamente consciente de ser examinada diciendo en voz alta que es una generación extremadamente consciente de ser examinada. Y así, hasta el paroxismo.

-Roles femeninos fuertes y descabellados desenlaces: las protagonistas son un grupo de posibles secundarias de Gossip Girl que, por variar, tienen algo mejor que hacer que comparar vestidos y cuentas bancarias. Las mujeres de esta serie son teóricamente un anzuelo, como en muchas películas de terror (“sois de una hermandad, que mataran a alguna era solo cuestión de tiempo”, advierte un adulto), pero su fragilidad y superficialidad es solamente una fachada.

Ya desde el inicio, en una más que refrescante inversión de papeles, una preocupada universitaria miembro de la hermandad sale a investigar los asesinatos. Antes de partir, el chico que le gusta permanece en la habitación, preocupado y a la expectativa, diciendo: “Por favor, ten cuidado ahí fuera”. La líder de todas ellas, una rubísima Chanel, advierte al deportista guaperas “no necesito que me salves”, mientras que la respuesta de él es “en realidad no puedes soportar lo bueno que estoy”. ¿Ha llegado el chico florero a la televisión estadounidense?

Y no se trata solamente de las veinteañeras. las mujeres de mediana edad demuestran tener algo altamente improbable en ficción televisiva: deseo sexual. Jamie Lee y la profesora Gigi Caldwell beben whisky por la mañana y se insinúan al viudo más sexy de la zona, un tipo que escucha baladas masculinas de los noventa.

-Nada es lo que parece: el tema de la ficción estadounidense por excelencia desde Nathaniel Hawthorne toma aquí nuevos derroteros. El reverso tenebroso del campus puede estar en cualquiera de sus protagonistas, los clichés de las rubias universitarias se revisitan para darles la vuelta -como decíamos, hay un cadáver congelado, pero quienes la han metido en el congelador son sus amigas-, el terror teen se reinventa y la violencia, una vez más, vuelve a ser la transgresión preferida de la juventud. Ah, y también sale Ariana Grande.